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Oposición al plan siderúrgico de Barre

Los 12.000 millones de francos (170.000 millones de pesetas) que el Gobierno francés piensa invertir en la industria siderúrgica dejaron frío al parlamento francés. Ni los diputados de la mayoría gubernamental, ni los de la oposición, juzgaron favorablemente el plan acero presentado en la asamblea por el primer ministro, Raymond Barre, destinado teóricamente a devolverle la competitividad a esta industria. Al mismo tiempo que en el Parlamento se debatía sobre el naufragio total del acero, más de 10.000 obreros, venidos en mayoría de Lorena, se manifestaron en favor de sus puestos de trabajo.El plan acero, presentado por el señor Barre, esencialmente consistirá en lo que sigue: 12.000 millones de francos de ayuda, escalonados en varios años, cierre de algunas fábricas y, en consecuencia, licenciamientos y, en tercer lugar, incitar a las firmas automovilísticas para que inviertan en la región siderúrgica por excelencia: Lorena.

El problema de la siderurgia en Francia es catastrófico. Para los próximos tres años se han anunciado 16.000 despidos. Su competitividad es nula. Para 1980, el VII Plan elaborado por el Gobierno había previsto una producción de 34 millones detoneladas de acero, pero a lo largo del año en curso no llegará a los veinticinco millones y nadie sueña con la más mínima evolución. Los 50.000 empleados de este ramo están en peligro.

Las causas del desastre siderúrgico son internas y externas. Las más importantes, en opinión general, son las primeras y, según dejó claro la gran mayoría de los diputados, los patronos y los gobiernos que se han sucedido en Francia desde hace veinte años son los responsables. Los altos funcionarios del Gobierno y los patronos de la siderurgia son quienes han elaborado, de diez años a esta parte, todos los planes relativos a la industria.

A ambos se les acusa de imprevisión total, de derroche, de no haber sabido diversificar sus inversiones, de no modernizarse y de no haber operado las concentraciones necesarias como han hecho los alemanes. En el plano internacional, la superabundancia de producción,que se inició en 1974, agravada con la crisis del petróleo, que frenó la actividad industrial, han incidido también en la crisis francesa.

A la vista del escepticismo con que fue acogido el plan acero oficial, todos los medios interesados, como los políticos (gaullistas incluidos) se preguntan si no había llegado el momento de pensar en la nacionalización de la siderurgia. Es lo que pide el Partido Comunista como nueva cláusula del programa común de la izquierda, que será actualizado el próximo mes de mayo.

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