No hay reacción
El grave tropiezo de la semana anterior, originado por el deterioro del orden público, ha quedado paliado en esta tanda al haber mejorado, aparentemente, aquél.Sin embargo, el proceso de reacción bursátil que se vislumbraba al final de la sesión del miércoles y en la del jueves quedó frustrado en la jornada del viernes, sin que se sepa muy bien por qué.
Todo esto dentro de un clima de máxima apatía, que produce unos exiguos niveles de negociación, que se situarían en 78 millones, no los 90,2 del cuadro adjunto, si descontáramos una contratación a típica del miércoles.
Quiere decirse que no hay órdenes, en ningún sentido, y que con partidas pequeñas se mueven las cotizaciones en una dirección u otra, lo cual es todo lo contrario de lo que se define por un mercado perfecto en primer curso de teoría económica.
No se ha cotizado la ampliación de la amnistía, ni la promulgación de la norma electoral. Ni siquiera se han contabilizado las próximas juntas generales (ahora se avecina la avalancha), que en general, al menos las bancarias, no traerán malas noticias.
En la evolución sectorial sólo aparecen tres grupos con subidas del índice parcial. Son el minero-siderúrgico, los bancos comerciales y la construcción, por este orden.
La bajada más notable corresponde a monopolios, ya que se está descuidando a Telefónica, quizá para «moverla» en jornadas venideras.
Al cierre había un equilibrio que podría calificarse de inestable.