El todo terreno

Una de las especialidades más duras del motociclismo es sin duda el todo terreno. Este deporte se puede definir como una prueba de regularidad a través de todo tipo de terrenos -de ahí su nombre-, con un itinerario variable entre tramos de carreteras, caminos, zonas accidentadas naturales, en las que no faltan fuertes pendientes y desniveles, terrenos pedregosos o arenosos y demás accidentes típicos de las pruebas de trial y motocross.Las pruebas de todo terreno se componen de tramos de regularidad, en los que lo que cuenta es la exactitud del piloto en pasar a una hora determinada por los controles establecidos y tramos de velocidad, donde la competición prácticamente se transforma en una prueba de motocross.

La salida de los participantes se hace de uno en uno, con intervalos de un minuto. Cada uno de ellos es cronometrado a lo largo de toda la prueba y verificada su marcha a través de los denominados controles de paso, así como a través de los controles espía, de situación desconocida para los participantes. Los recorridos son relativamente largos. En algunos casos llegan a superar los 200 kilómetros, si bien lo normal son los 150 kilómetros más o menos.

El todo terreno viene a ser pues una mezcla de motocross y trial, más la técnica propia de los rallies automovilísticos, en lo que concierne al factor regularidad. Su práctica exige, por tanto, un buen dominio de la moto, además de una gran meticulosidad en el manejo del reloj y en la dosificación del tiempo durante todo el recorrido.

Tampoco está de más en este tipo de competiciones conocer un poco la mecánica y ser capaz de resolver pequeñas averías, tales como la rotura de un cable de mando, un pinchazo, etcétera, pues dada la longitud y la dureza del recorrido las máquinas pueden fácilmente presentar pequeñas pegas que han de solucionarse sobre la marcha si se quiere continuar en la competición.