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Poco optimismo en la última expedición

A mediodía de ayer voló con rumbo a Montreal la última expedición de olímpicos españoles compuesta por las selecciones de fútbol, atletismo, hípica y halterofilia, En el mismo avión viajaron el delegado nacional de Deportes, Pelayo Ros; delegados de cada federación, profesionales de la información y los médicos que atenderán a los atletas españoles a lo largo de los Juegos Olímpicos. Antes de dejar España, prácticamente ningún componente de ningún equipo respiraba optimismo con respecto a la posibilidad de alcanzar alguna medalla en estas competiciones.

IGNACIO ALONSO

A la una de la tarde de ayer embarcó en el aeropuerto de Barajas la última expedición española para Montreal. El grupo lo componían cuarenta deportistas —equipos de fútbol, atletismo, hípica y halterofilia—, los médicos que les atenderán en el escenario de los Juegos Olímpicos, el delegado nacional de Educación Física y Deportes, delegados de las diferentes federaciones y numerosos profesionales de los distintos medios de comunicación. La llegada a la capital canadiense estaba prevista para las ocho y cuarto de la tarde, hora española.

En los pasillos, pesimismo

La nota destacada del ambiente que ayer se respiraba en la sala de espera del aeropuerto era el pesimismo. La frase común, en labios prácticamente de todos y cada uno de los deportistas españoles siempre apuntó en el mismo sentido: «Haremos lo que se pueda». Quien más, quien menos, todos pensaban que en el interior del pasaporte tenían un billete de ida y vuelta. Pero nada más. Nadie pensaba -y si asilo hizo alguien, no lo manifestó— en regresar a España con una medalla colgada del cuello.

Para los olímpicos españoles, en la mañana de ayer, les iba como anillo al dedo la frase de lo « importante es participar». Entre los atletas, el más agresivo dialécticamente era aquel que decía tener confianza en clasificarse para disputar la final. Los componentes del equipo de hípica opinaban que iba a ser una dura tarea lograr un buen lugar en la clasificación final. Los jugadores de fútbol recordaban que hasta el último minuto de cada partido no se puede perder la esperanza. Y el único levantador de peso que representará a España en los Juegos, Francisco Mateos, confesaba que su intención era batir su propia marca, porque derrotar a sus contrarios le iba a resultar prácticamente imposible.

Las sonrisas que de continuo se dedicaban unos a otros, deportistas a federativos y viceversa, daban la impresión de ser idénticas a las que ofrece un grupo de marcha de excursión. A fin de cuentas, y con datos estadísticos en la mano, sólo la genialidad de un atleta puede significar en un momento dado la consecución de una medalla.

A las once de la mañana, cita en Barajas

Todos los integrantes de la expedición española estaban citados a las once de la mañana. Media hora antes, sin embargo, comenzaron a verse por las dependencias del aeropuerto algún que otro chandal azul pálido con tres franjas —roja amarilla y roja— en las mangas de las chaquetas y pantalón. La selección de fútbol fue la última en hacer acto de presencia. Llegó con una hora de retraso aproximadamente al lugar convenido. A Kubala y sus pupilos sólo les dio tiempo, antes de pasar la aduana, a facturar el equipaje y cambiar algunas cantidades de dinero.

Sobre las once y media de la mañana llegó el delegado nacional de Educación Física y Deportes. Pelayo Ros fue bastante parco en sus constantemente interrumpidas respuestas. Entre abrazo y abrazo de cada uno de los directivos de las distintas federaciones el delegado nacional declaró que «en algunos deportes existían posibilidades de conseguir medalla». Cuando se le rogó que ciñera su respuesta a algún ejemplo concreto. Pelayo Ros prefirió «no decir de cuáles se trata». Preguntado, entonces, por cuál era el papel que los deportistas españoles iban a desempeñar en estos Juegos Olímpicos, manifestó que la intención y el ánimo con que acudían a Montreal «era el de causar una grata impresión».

Entre las personalidades que acudieron a despedir la última expedición española para Montreal figuraron el ministro secretario general del Movimiento, Ignacio García López; el secretario general de la Delegación Nacional de Educación Física y Deportes, Antonio Navarro, y altos directivos de la compañía Iberia.

Atletismo: clasificarse para alguna final

En el deporte rey de los Juegos Olímpicos, el atletismo, los españoles no se han hecho ninguna ilusión en conseguir medalla. Algún componente del equipo ha declarado que un trofeo de este tipo se encuentra a «años luz» para ellos. En lo que sí confían casi todos los integrantes del grupo es en conseguir clasificarse en alguna de las finales.

Rafael Blanquer. récord español de salto de longitud, comentaba poco antes de pasar a la sala de espera que el salto de Bearmon en los Juegos Olímpicos de México —8, 90 metros— no volverá a repetirse jamás. El norteamericano se encontró aquel día —-decía el saltador valenciano— con unas condiciones meteorológicas óptimas. Tenía un viento a favor de dos kilómetros a la hora, una altitud de dos mil metros, una temperatura ambiente de veinte grados...». A continuación y como epilogo a sus afirmaciones, insiste en que «Beamon no habría vuelto nunca a hacer aquel salto». En cuanto a sus posibilidades en Montreal, aseguró: «Me clasificaré entre los quince primeros».

Mariano Haro consiguió hace doce días la mínima para los últimos Juegos Olímpicos de su vida, como él mismo confiesa. El corredor palentino es el más veterano en cuanto a experiencia internacional y edad de todos los atletas españoles. Cuenta en la actualidad treinta y seis años. Haro que también participó en México consiguió en los Juegos de Munich de 1972 la mejor clasificación de la historia del atletismo español: un cuarto puesto en la carrera de diez mil metros.

«Yo podría dice— ofrecer una agradable sorpresa para el atletismo español si participara en la marathon». Sin embargo, y salvo decisiones de última hora, Haro correrá en la prueba de 10.000 metros con Ruiz Bernal. Una prueba en la que no tiene fundadas esperanzas de conseguir algo relevante. «No creo que en diez mil logre una buena clasificación». Los motivos que aduce para tal afirmación y para enjuiciar las posibilidades españolas en atletismo los funda, entre palabras técnicas y rodeos al tema, en una mala planificación en la preparación para los Juegos.

Fernando Cerrada es la otra cara de la medalla. El corredor madrileño está considerado como el sucesor indiscutible de Mariano Haro. Pero lo que a aquél le sobra —edad— a éste, en la especialidad de fondista, le falta. Cerrada cuenta en la actualidad veintidós años. Quizá sean los de Moscú, en 1980, los Juegos en que pueda rendir al máximo. No obstante, a Cerrada no se le iba ayer la sonrisa de la boca. A pesar de la torcedura de tobillo que sufrió hace cuatro días, «confío en poder clasificarme para disputar la final de 5.000 metros. Que lo consiga o no es otro cantar». En cualquier caso, y para utilizar la frase común en todos sus compañeros, «lo intentaré».

El propio presidente de la Federación Española de Atletismo. Alfredo Frocano comentaba los objetivos que tratarán de alcanzar los atletas españoles: que «consigan llegar, por lo menos la mitad de ellos, a la final y que un cuarenta por ciento consiga superar sus marcas».

Fútbol: la esperanza, lo último que se pierde

Para Ladislao Kubala responsable del equipo olímpico de fútbol, las dificultades que se le presentan de cara a la clasificación para la fase final «son enormes». Pero el técnico parece darse ánimos a si mismo y a sus pupilos con frases como que «los chicos están muy ilusionados y con ganas de demostrar su valía en el terreno de juego».

Los olímpicos, sin embargo ven un porvenir sumamente oscuro. El domingo inauguran la competición de fútbol de los Juegos en un encuentro que disputarán a Zambia. Pero los otros dos Conjuntos a los que deba enfrentarse no son República Democrática Alemana y Brasil una perita en dulce precisamente. «Trataremos de hacer lo que se pueda», es el comentario unánime de los diecisiete jugadores. Aunque «también es verdad —comentaba Vitoria— que se ha dicho hasta la saciedad que el fútbol no es una ciencia exacta que se han de jugar los noventa minutos de partido para conocer al equipo ganador. Esperemos que en esta oportunidad a nosotros nos beneficie esa idea que en docenas de ocasiones se hace realidad».

Halterofilia: un solo representante

En la modalidad de halterofilia. España sólo estará representada por Francisco Mateos, en la categoría de los ligeros. El y su entrenador, Juan José González, habrán de ventilárselas en la torre de Babel de los Juegos. Sus actuaciones, sus metas en la competición están claras. «No puedo —dice el levantador de peso— aspirar a ninguna medalla. Trataré, eso sí, de batir mi propia marca».

En hípica, una modalidad en la que España ha tenido brillantes resultados en otro tiempo, formarán el equipo los jinetes Álvarez Cervera, Alfonso Segovia, Eduardo Amorós y José Miguel Rosillo. Todos confían en las posibilidades que da unas buenas montas, en las actuaciones de unos caballos de categoría mundial. Pero acuden a Montreal con la idea de competir solamente. Porque las «medallas las tenemos planteadas como una consecuencia última de nuestras actuaciones, pero no pensamos en ellas como objetivo primordial».

Cuarenta atletas volaron ayer

Hernández Coronado figuraba en la expedición como capitán y responsable de la misma. Los olímpicos que ayer volaron a Montreal son:

Atletismo: Carmen Valero, Heras, García López. Martínez. Sánchez Paraíso. Carrasco, Cid. Blanquer. Antonio Campos. Cerrada. Haro, Baños. Manguán. Fernández, Balbé. Ruiz Bernal y Sarriá.

Fútbol: Arconada, 1. Sanjosé. Camús. F. Sanjosé. Pulido, Sánchez. Juanito. Saura. Idigoras. Vitoria. Esteban, Cundi. Manzanedo. Olmo. Bermejo, Mir y Juani.

Hípica: Cervera. Segovia. Amor y Rosillo.

Halterofilia: Mateos.

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