Gritos de "¡Fuera Miljanic! en el Bernabéu
El Madrid no fue capaz anoche de hacerle más de un gol al Tenerife y, en consecuencia, queda eliminado de la Copa, pues el equipo canario traía dos de ventaja. El único gol llegó muy pronto, pero después el Madrid, que físicamente está hundido, daría una triste impriesión de impotencia. Dominó, pero sin hacer buen fútbol ni profundizar. El público abroncó a su equipo y pidió la dimisión de Miljanic.Traía el Tenerife dos goles de ventaja, conseguidos en el partido de ida. El Madrid, pues, tenía que marcarle tres para seguir adelante. Sin embargo, no fue capaz de marcar más que uno, y hay que decir que de ninguna forma mereció más. Su juego lastrado por el pésimo estado físico de toda la plantilla, fue pobre en profundidad y en imáginación. Dominó territorialmente todo el partido, pero esto se debe, simplemente, a que el Tenerife renunció por completo al ataque y se, limitó a esperar. cómodamente en su defensa los desordenados ataques del Madrid.
Colocó el equipo canario a sólo dos hombres en punta, Illán y García, Murcia. Detrás de ellos, cuatro centrocampistas, que, se preocupaban más que nada de crear una primera barrera defensiva que, hay que decirlo, casi nunca consiguieron superar los centrocampistas blancos. Por último, una línea de cuatro defensas que cumplieron bien durante todo el partido con su sencilla tarea de frenar los torpes ataques madridistas.
Durante el primer tiempo, Velázquez hizo un buen fútbol, brillante en ocasiones. Sus acciones casi nunca tenían apoyo en los compañeros, pero ponían un tono de peligro al juego del Madrid y mantenían las esperanzas de todos en pie. Sobre todo cuando, en el minuto ocho, un buen centro suyo lo -cabeceaba implacablemente Santillana en el único momento de toda la noche en que se encontró desmarcado. Después, durante muchos minutos, seguiría el buen, juego de Velázquez como única arma del Madrid, que, se mostraba especialmente desafortunado en el plano individual. Roberto, sin reflejos y despistado, hizo acaso el peor partido que se le recuerdá, ya es decir. Amaricio, una vez más, fracasó con susIntentos individua listas, la mayor parte de los cuales ,terminaron con el balón en poder de Juan Miguel, su marcador. Del Bosque . se.dejó ver muy poco-en la', primerá mitad, y en. la segunda apenas mejoró. Vitorila, desconocido con su «peinado militar», fue un desastre completo.
Así se podría seguir. Se salvaron muy pocos, y el nivel, general fue descendiéndo de forma continua. Al juego tranquilo de la primera parte, en la que los jugadores madridistas debieron de pensar que el segundo gol entraría sólo, siguió un atolondramiento innecesario desde los primeros minutos de la segunda. El équipo, que no, sabe hacer otra cosa que centrar balones altos, buscó una y otra vez las ca bezas de Santillana y Roberto y nos hizo sufrir uno, de los espectáculos más monótonos y pobres a los que, se puede asistir. Roberto jamás cazó un balón, y Santillaria estuvo muy bien vigilado. Con todo ello, la continua presión del Madrid, al que el Tenerife le cedía, gustosamente el dominio territorial, no dio lugar a la correspondiente frecuencia de ocasiones de gol, y Lanas no tuvo que pasar de un simple trabajade aliño. Al final júbilo del Tenerife y decepción en los madridistas, que posiblemente han sido víctimas de una inadecuada prez paración física que les ha hecho, llegar a final de temporada en un lamentable estado. El público, enfadado, pidió a gritos el cese de Miljanic y, en algunos sectores del campo el de Bernabéu.
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