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Djokovic no está, pero el resto le espera: “Sé de lo que soy capaz”

El número uno llega sumido en una crisis de juego y resultados, pero asegura que reaccionará y recuerda el episodio de hace un año, cuando se coronó en París

Djokovic, durante un entrenamiento en Roland Garros.
Djokovic, durante un entrenamiento en Roland Garros.YOAN VALAT (EFE)
Alejandro Ciriza

Mientras Carlos Alcaraz se da un atracón en toda regla ante J. J. Wolf, con su triunfo más abultado en un grande (6-1, 6-2 y 6-1, en 1h 51m), Novak Djokovic departe en la sala de conferencias como si hubiera ingerido una sobredosis de valeriana, recordando el tono a aquellos tiempos en los que el serbio, tipo especial, se marchó espiritualmente a no se sabe dónde y tardó casi dos años en regresar. Ahora, en Roland Garros, todo el mundo se pregunta dónde demonios se ha metido Nole, si las cosas son tal y como se ven y los tropiezos de los últimos tiempos responden a un bajón más o menos duradero, o bien ha preparado una de las suyas y está gestándose otro de esos golpes de efecto. Nadie se fía de él, maestro de la resurrección.

“Eso quiere decir lo malacostumbrados que nos tiene de verlo ganar todo”, apunta Alcaraz, también extrañado ante la pobre sucesión de resultados del balcánico esta temporada, por ahora sin títulos y dejando un buen reguero de dudas por el camino. “Que no haya ganado nada antes de venir aquí es súper, súper raro”, dice el murciano, “pero yo siempre digo y pienso que, aunque no venga como él quiere, Djokovic tiene la capacidad para ganar el torneo perfectamente, jugándolo a un nivel estratosférico. Así que hay que tenerlo siempre en el punto de mira, hay que tener cuidado con él. Vamos a ver, pero yo sigo pensando que siempre estará en la lista de los top”.

Entretanto, el serbio, 37 años recién cumplidos, describe exactamente cómo llega a París, después de un último resbalón ante el checo Thomas Machac en el preparatorio de Ginebra, cita a la que se apuntó a última hora en un intento por captar a la carrera las sensaciones que se le han negado hasta ahora: “Con bajas expectativas y grandes esperanzas”. Confía el número uno en que su tenis repunte a la hora de la verdad, ahora que tiene delante el delicioso manjar de otro major, teniendo en cuenta que para él, el resto de compromisos han empezado a convertirse en un tedio carente de estímulos: grandeza o nada.

Hoy por hoy, hasta los Masters 1000 se han convertido en un trámite para Nole, quien compite exclusivamente por las metas más altas, o sea, los Grand Slams y ese oro olímpico que se le resiste y que se dirimirá en este mismo escenario dentro de un par de meses. “Casi me da un poco de vergüenza decir cuáles son mis expectativas. Cualquier cosa que no sea un título para mí no es satisfactorio. Puede sonar arrogante para mucha gente, pero creo que tengo una carrera que lo respalda”, expone el todavía rey del circuito, cuyo mandato corre peligro en este Roland Garros, donde el italiano Jannik Sinner puede arrebatárselo. Sin embargo, él confía: “Sé de lo que soy capaz, y particularmente en este tipo de torneos normalmente juego mi mejor tenis; fui capaz de hacer eso muchas veces”.

Descompresión y escepticismo

Dice que los grandes son otra historia y que sabe qué debe hacer exactamente para recuperar la brújula. Sin embargo, la imagen de los cinco últimos meses es inquietante, y no tanto por no haber ganado nada a estas alturas —circunstancia que solo se produjo en 2018— como por el déficit de juego. Parece no estar Djokovic, pero él advierte —“sé qué debo hacer, quiero alcanzar mi punto máximo aquí, al igual que el año pasado”— y los demás recelan en coro. Al fin y al cabo, no hace falta retroceder demasiado. El curso pasado se coronó por tercera vez en París tras un discreto proceso en el que cayó en la segunda ronda de Montecarlo, la segunda de Banja Luka y los cuartos de Roma; pero a continuación, emergió por todo lo alto.

“Son varias cosas que estaban sucediendo en los últimos meses, pero no quiero entrar en eso. Espero que lo entiendan. Es solo que no quiero abrir la caja de Pandora y hablar de eso”, señala, consciente de que la descompresión de este año invita al escepticismo y alimenta a las voces que sugieren que tal vez se deba a la falta de motivación, toda vez que ha logrado imponerse en la carrera por ser el más laureado de la historia y que también ha demostrado ser capaz de castigar al nuevo gobierno del tenis. Ahora, dice, lo prioritario es la familia. “Al ser de día, tengo más obligaciones, pero lo intentaré. Todo el mundo querrá ver lo que va a pasar”, contesta cuando le plantean si seguirá el duelo entre Rafael Nadal y el alemán Alexander Zverev.

Los focos apuntan al mallorquín, pero el serbio recuerda que conoce el camino de vuelta como pocos. Se hundió un par de veces en las profundidades, pero siempre emergió más fuerte y terminó recuperando esa llama que le ha impulsado hacia casi todos los récords habidos y por haber. En todo caso, el presente genera una razonable duda, mientras desde el exterior se especula y el grueso de los adversarios aguardan a otro hipotético levantamiento. “Tuve que encontrar un nuevo comienzo, por así decirlo, y lo logré; en algunos casos antes y en otros un poco después, pero me las arreglé para encontrar el juego correcto, la mentalidad correcta”, dice, mientras todo el mundo se pregunta: este Nole de hoy, ¿realidad o farol?

NISHIKORI, TRES AÑOS DESPUÉS

A. C. | París

La jornada inaugural deparó el segundo partido más veterano del siglo en Roland Garros. El duelo entre Stanislas Wawrinka (39 años) y Andy Murray (37), decantado a favor del primero por 6-4, 6-4, 6-2, solamente es superado por el protagonizado en la primera de ronda de la edición de 2019 entre el croata Ivo Karlovic (40) y el español Feliciano López (37).

Se sumó a este elogio a la veteranía el local Richard Gasquet, quien se impuso por 7-6, 7-6 y 6-4 (en 3h23) al croata Borna Coric, diez años menor. Y para redondear la fiesta de los viejos rockeros de este domingo, el japonés Kei Nishikori (34 años) venció por 7-5, 7-6(3), 3-6, 1-6 y 7-5 a Gabriel Diallo, tras 4h 26m.

De este modo, en nipón, que en su día llegó a figurar entre los más fuertes y fue torpedeado por las lesiones, firmó su primera victoria en un grande tres años después.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.
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