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Caeleb Dressel gana el oro en la final de 100 libre más rápida de la historia

El líder de la natación de Estados Unidos salva unos 15 metros finales agónicos para imponerse con 47,02s a Chalmers (47,08s) y Kolesnikov (47,44s) con la cuarta mejor marca de siempre

Dressel ataca la última pared de los 100 libres.
Dressel ataca la última pared de los 100 libres.JONATHAN NACKSTRAND (AFP)
Diego Torres

Caeleb Dressel echó mano de un truco del campeón para salir del atolladero de los últimos 15 metros y ganar la final de 100 libre más rápida de la historia. Sin respirar, apretando los dientes y empujándose con una sucesión de brazadas de emergencia que le mantuvieron a salvo de Chalmers y Kolesnikov, el líder de la natación estadounidense tocó la placa en 47,02s, cuarta mejor marca de siempre, y se aferró al oro en la prueba que conecta a los nadadores con la leyenda más profunda del olimpismo. Las cuentas de Popov, Spitz, Schollander, Weissmuller y Kahanamoku se unieron a la de Dressel en el hilo del collar del campeón del 100. Fue el primer oro del estadounidense en prueba individual en los Juegos de Tokio y debió saberle a liberación.

La expresión de desconcierto, el mareo, el miedo, el alivio, prevalecieron sobre la felicidad en el instante en que se volvió para mirar el marcador y se aferró a la corchea como un náufrago al madero. Doble campeón mundial de la distancia, Dressel cargaba sobre sus hombros la inmensa responsabilidad de salvar su reputación y recuperar al equipo de Estados Unidos de una fase de incertidumbre. Lo consiguió en una prueba saturada de amenazas. Que su primer largo no fuera tan rápido como de costumbre pudo conducirle a la ruina o a la salvación, según cómo administrase la energía y cómo templase los nervios.

Saltó antes que nadie. Más lejos que nadie. Y tocó la pared del 50 antes que nadie. Eso no cambió. Lo que debió resultarle novedoso fue descubrir que al emerger del nado subacuático en la línea de 15 metros llevaba enganchado un extraño en el hombro derecho. Kliment Kolesnikov había salido casi tan rápido como él. Considerando que el ruso acaba mejor que empieza, Dressel debió calcular que le aguardaba un desenlace apretado. El australiano Kyle Chalmers, campeón en Río, poseía el mejor remate del mundo.

Nadie, en los registros de Juegos y Mundiales, ha nadado el segundo 50 de las carreras de 100 como Chalmers. Ganó el oro en Río con un tiempo de 47,58s y una vuelta en 24,44 segundos, y en Tokio pasó en tercer lugar por el viraje, cobró impulso en el retorno y estuvo a punto de dar el zarpazo por la misma vía. Llegó a los últimos 15 metros lanzado y completó el segundo largo en 24,37s. Durante unos instantes, la balanza de la final osciló sin dueño. El margen de medio metro conquistado por Dressel en el primer 50 se acortó hasta quedarse en unos centímetros, o tal vez en nada.

El tiempo repica en la mente de cada nadador. La obsesión por el cálculo, por la cuenta de cada centésima, los atrapa a todos por igual. El estrés al que se someten para preparar unos Juegos en ciclos de cuatro años acaba por agotar su energía. Kolesnikov, con 21 años, puede soñar con llegar a París 2024 en plenitud. Chalmers, con 23, goza de la serenidad que le confiere el prestigio de poseer el título de campeón. Toda la presión de la final fue para Dressel, que a sus 24 años sentía que había llegado el momento irrevocable. Ahora o nunca.

14 brazadas

Durante el regreso, Dressel respiró girando su cabeza hacia la izquierda, como si controlase a Kolesnikov, que luchaba por mantener la velocidad. Tal vez viera la marca roja que señala los 15 metros finales. Fue exactamente en ese punto cuando volvió su frente hacia el fondo de la piscina y comenzó a clavar brazadas como un poseso. Hasta siete ciclos completos, 14 brazadas, hizo a toda potencia. Con las turbinas al rojo. Sin patinar, cosa que sucede cuando los nadadores acaban exhaustos y pierden el equilibrio. Agarró el agua como si fuera un enemigo mortal, avanzó hasta tocar la pared y lo hizo todo sin respirar. Cuando sacó la cabeza a la superficie dobló el cuello en un gesto espasmódico de mamífero en busca de oxígeno. Primero la supervivencia, después la gloria.

Dressel no batió el récord mundial. Tampoco hizo su mejor marca. Sumados todos los tiempos, sin embargo, reflejaron la carrera más rápida de la historia. Seis de los ocho finalistas bajaron de 48 segundos. Algo inédito. Los ocupantes del podio, Dressel (47,02s), Chalmers (47,08s) y Kolesnivov (47,44s), bajaron de 47,50s. Un salto sideral, comparado con los últimos Juegos. Tanto que el tiempo del bronce de Tokio habría valido el oro en 2016, cuando las medallas se repartieron entre Chalmers (47,58s), Timmers (47,80s) y Adrian (47,85s).

Entonces Caeleb Dressel se estancó en 48,02s. Fue sexto. La mayor decepción de su carrera. Un trauma que se afanó en superar con obstinación durante los cinco largos años que siguieron. Cambió el mundo. Cambió la natación. Pero el título olímpico no se le escapó.

“Michael Phelps es mejor nadador que yo”

Caeleb Dressel acababa de ganar su primera medalla olímpica en una prueba individual cuando el reportero de la NBC le comparó con Michael Phelps, que nunca pudo ganar los 100 libre. “No creo que sea justo para Michael”, dijo el velocista de Florida, que se refirió a su paisano como si no se hubiera retirado hace cinco años. “Él es un nadador completamente distinto. Él es mejor nadador que yo. Estoy completamente a gusto diciendo esto. Ganar más medallas que Michael Phelps no es mi meta en el deporte. Él estaba a un nivel totalmente distinto”.

Una cosa es cierta. Phelps, que se colgó 23 oros olímpicos, 13 de ellos individuales, habitaba un plano mental distinto. Phelps no soportaba vivir sin la presión de la máxima exigencia mientras que Dressel parece más feliz lejos de los focos que dentro. El hombre es más sensible al estrépito ambiental que producen las grandes competiciones.

Cumplirá 25 años el próximo 16 de agosto. Por condiciones físicas, es un portento desde edad adolescente. Sin embargo, su carácter tardó en templarse. Quizás por su origen campesino, no consiguió habituarse a la presión de las grandes citas hasta que cumplió 21 años y participó en los Mundiales de Budapest, en 2017. Su experiencia olímpica en Rio 2016, en donde solo ganó un oro en los relevos de 4x100, se le hizo traumática.

“Esta medalla significa mucho para mí”, dijo, tras imponerse en los 100 libre. “Sabía que el peso estaba sobre mis hombros. Había ganado medallas olímpicas de relevos, pero nunca individuales, así es que ha sido muy especial. Es diferente. No quería admitirlo, pero ahora que lo he conseguido me lo puedo permitir. Esto es muy diferente. En una prueba individual no puedes apoyarte en nadie más. Eres solo tú y el agua. No hay nadie ahí para salvarte. Es duro”.

Por la tarde del jueves Dressel nadó la serie de clasificación de los 100 mariposa y se clasificó con un tiempo de 50,39 segundos igualando el récord olímpico de Joseph Schooling en 2016.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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