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Un yudoca argelino abandona los Juegos Olímpicos para no enfrentarse a un rival de Israel

Fethi Nourine ya se había negado a competir contra un israelí en el Campeonato Mundial de 2019

Fethi Nourine judo
El judoca Fethi Nourine durante un combate, en una imagen de archivo.

El yudoca argelino Fethi Nourine, que compite en la categoría de peso inferior a 73 kilos, ha renunciado a participar en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 para no tener que enfrentarse al israelí Tohar Butbul, según declaró a un canal de su país el jueves por la noche. Nourine, que ya había actuado de igual manera en el Campeonato Mundial de Yudo de 2019, declaró esta vez en televisión: “No vamos a hacer que se alce la bandera de Israel y no nos vamos a ensuciar las manos enfrentándonos a un israelí”.

En 2019, la Federación Argelina de Yudo no ofreció una explicación de forma inmediata. Esta vez las explicaciones han llegado antes. El entrenador nacional argelino, Amar Ben Yekhlef, declaró el jueves al canal Ennahar: “No hemos tenido suerte en el sorteo. Hemos trabajado duro para clasificarnos para los Juegos, pero la causa palestina es más grande que todo esto. Nosotros rechazamos la normalización de las relaciones con Israel”.

Lounès Guemache, director del sitio digital TSA, ha asegurado desde Argel que Nourine no está considerado como una “estrella deportiva” ni figura entre los deportistas olímpicos argelinos más conocidos. “Sin embargo”, añade este periodista, “casi todos los argelinos están de acuerdo con el rechazo a la normalización de relaciones con Israel, incluso a la normalización simbólica, como puede ser la de competir en los Juegos”. “Argelia”, explica Guemache, “tiene una tradición revolucionaria de oposición al colonialismo. Y no hay que olvidar que en Argelia fue donde se proclamó el Estado Palestino, en 1988”.

Entre la primera renuncia del yudoca Nourine —en 2019— y la registrada ahora ha ocurrido un hecho clave. Marruecos, el país vecino de Argelia con el que mantiene una disputa desde hace décadas a causa del Sáhara Occidental, emprendió la normalización de relaciones con Israel el pasado 10 de diciembre. Ese día, el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reconoció la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental. Marruecos, a cambio, estableció relaciones diplomáticas con el Estado sionista. El paso inmediato será la visita a Rabat del ministro israelí de Exteriores, Yair Lapid, anunciada para las próximas semanas.

La visita se va a producir después de que el consorcio de medios internacionales Forbidden Stories haya revelado que Marruecos posee un listado de 10.000 números como posibles objetivos de escucha y control por parte del programa informático de espionaje Pegasus, vendido por la empresa israelí NSO. De esos 10.000 números, más de 6.000 pertenecen a argelinos, entre los que figuran miembros de la cúpula política y militar del país, según el consorcio.

Atletas de otros países, incluidos Irán y Egipto, se han negado anteriormente a competir contra israelíes, en el marco de las complejas relaciones entre el mundo islámico e Israel. Hasta el año pasado, cuando amplió los lazos diplomáticos a Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Sudán y Marruecos, el Estado sionista solo mantenía relaciones formales con Jordania y Egipto, que en ocasiones han sido tensas hasta en el campo deportivo.

Rechazo de Egipto e Irán

En los Juegos de Río de Janeiro de 2016, el yudoca egipcio Islam el Shehaby abandonó la competición pocas horas después de haberse negado a estrechar la mano de un rival israelí, Or Sasson, quien le había vencido en la primera ronda masculina en la categoría de más de 100 kilos. El egipcio, que había sido medallista en el Campeonato Mundial de 2010, se vio sometido a la presión de grupos islamistas de su país en las redes sociales para que se retirara y no se enfrentara a Sasson, según informa el portal informativo Times of Israel. Posteriormente, fue objeto de duras críticas por haber sido derrotado.

La Federación Internacional de Yudo emitió el pasado mes de abril una orden de prohibición de participación en pruebas internacionales, de cuatro años de duración, contra la Federación de Yudo de Irán, después de que las autoridades deportivas de Teherán exigieran que sus atletas no se enfrentaran nunca a oponentes israelíes. La entrada en vigor de la orden fue aplazada hasta septiembre de ese año, cuando el yudoca Saeid Mollaei abandonó el equipo iraní durante el Campeonato Mundial en Tokio. Desde el exilio, Mollaei reveló que había recibido instrucciones de responsables deportivos de Irán para dejarse vencer con el fin de poder retirarse de las competiciones si la victoria implicaba un enfrentamiento con un israelí.

El Comité Olímpico Internacional autorizó a comienzos de 2020 la inclusión de Mollaei en el equipo nacional de Mongolia en calidad de refugiado. Poco después, el yudoca iraní viajó a Israel para participar en una prueba en Tel Aviv. “Estoy compitiendo solo por Mongolia, ya no lo hago por Irán. Siempre he sido un deportista y nunca me he metido en política”, declaró entonces al canal Kan, la televisión estatal israelí.

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