El meteorito contra Guardiola
La percepción de la probabilidad resulta más o menos inquietante en función del lado en el que uno se encuentre, especialmente si están en juego la propia existencia, como en el fútbol o en la fatal trayectoria de un asteroide
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A nadie parece importarle demasiado, y es normal con la que está cayendo, pero desde hace algunas semanas pende sobre la humanidad la amenaza de un meteorito que impactaría en la Tierra en 2032. Los datos ya parecían graves hace unos días. Pero la NASA elevó el martes la probabilidad hasta el 3,1%, aunque ayer la rebajó al 1,5%. La proyección está en línea con los cálculos de su homóloga europea, la ESA, que también aumentó el riesgo de colisión, en este caso hasta el 2,8%. Y uno piensa, ¿eso es mucho o es poco? ¿Estamos cerca de ser aniquilados? A Guardiola, vistas las posibilidades que se atribuía de ganar al Real Madrid en la vuelta del partido Champions (un 1%), le resultaría poco antes del partido. A mí me parece una barbaridad.
El meteorito, volviendo a lo relevante, tiene entre 50 y 90 metros de diámetro. El dato de la NASA hablaba también de la probabilidad más alta de impacto de una roca estelar de ese tipo jamás registrada por las agencias espaciales. Hasta ahora se mantiene en el 3 (sobre 10) en la llamada escala de Turín, que mide el riesgo de impacto de un meteorito. Según esta escala, y según lo que contaba con inquietante precisión Nuño Domínguez en este periódico, si el 2024 YR4 sigue en trayectoria de impacto, saltará de golpe al nivel ocho, lo que supone un problema sustancialmente mayor, claro. Se ve que por sus dimensiones, el asteroide no representa una amenaza existencial para la humanidad (mucho peor es Putin en estos momentos). Pero podría destruir una ciudad si llegase a caer sobre una zona poblada. ¿Cuál? Eso depende también del azar.
A Guardiola también le ocurrió algo parecido con la variación del porcentaje a medida que se acercaba el partido. El martes, en la sala de prensa del Bernabéu —la misma a donde cayó desde la estratosfera en 2011 y destrozó a Mourinho, preguntó por su cámara y certificó el nacimiento de la Central Lechera— aumentó esas probabilidades de victoria. Ya no era un 1%. “Os he engañado”, reveló socarrón. Pero seguía siendo poco. O, al menos, visto desde la perspectiva que otorga la historia. Si yo hubiera sido madridista, ese 1% me hubiera podido llegar a parecer mucho. Todo depende en esto de los porcentajes. Pero resultó, en realidad, que el meteorito no se dirigía contra el Bernabéu, sino contra el propio Guardiola. Y que incluso con el 1% se había quedado corto, o largo.
El destino y la estadística comparten esa especie de profecía bíblica. Pero también invitan a rebelarse contra esa condena científica. O incluso a despreciarla, como solo puede hacer en el fútbol el Real Madrid, como si el meteorito fuera el propio equipo. O Mbappé, en este caso. El superordenador de la UEFA —así lo llaman— estará esta semana echando humo y recalculando los porcentajes que otorgaba a cada equipo para ganar la Champions. Según los pronósticos del aparato el pasado 11 de febrero, la competición se la llevará el Liverpool, con un 24% de posibilidades, Arsenal (16%), Inter (15%) y Barça (10%). El Real Madrid, en cambio, solo tenía hace 10 días un 4% de posibilidades de levantar la 16ª, prácticamente las mismas previsiones que había de que el meteorito impacte en la Tierra. Conviene, en el caso del asteroide, que la realidad no aplaste de forma tan violenta la estadística.
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