El chivatazo del Balón de Oro a Vinicius, la sorpresa de Rodri en París y su llamada a Carvajal antes de la gala
Radiografía del triunfo del mediocentro español en París después de conocerse que el Real Madrid se ausentaría de la ceremonia al saber que no ganaría el brasileño
Rodrigo Hernández voló este lunes por la mañana de Mánchester a París, y lo que sabía era que lo hacía para sentarse en la primera fila del patio de butacas del Teatro del Châtelet, junto a Vinicius y Jude Bellingham, el podio del Balón de Oro, que es hasta donde los organizadores habían revelado del resultado. Bajó del avión convencido de que vería el final de la gala desde su butaca, aplaudiendo a Vinicius sobre el escenario. Pero poco después a su entorno le llegó un rumor extraño: el brasileño había decidido no volar a París. A la gente de Rodri le costó creerlo, según fuentes conocedoras de las conversaciones. Tampoco iría nadie del Real Madrid, lo que apuntaba al mediocentro del Manchester City como ganador. Pero desconfiaban. Ya acabada la gala, de nuevo sobre el escenario en una comparecencia de prensa, el futbolista sostuvo que se había enterado allí mismo: “Cuando han dicho mi nombre, evidentemente. No he tenido información. Honestamente, no me han dicho nada”.
Cuando el rumor les llegó en París el lunes por la mañana, Vinicius ya llevaba horas rumiando su descontento. El domingo por la tarde recibieron una filtración que consideraron “100% confiable” de que no ganaría, algo que habían dado por seguro pese a que los organizadores mantuvieron su intención de alargar el suspense hasta la gala y no les habían trasladado esa información. Ahí empezó a cocinarse el plantón, que terminó siendo de todo el Madrid. No fue inmediato. La información tardó en alcanzar incluso al grupo de amigos del brasileño que le iba a acompañar a la entrega. Se enteraron cuando ya se encontraban en el aeropuerto con sus esmóquines listos para asistir al viejo teatro de ópera. A la hora que se dieron la vuelta, las apuestas seguían viendo como favorito a Vinicius de manera muy clara: solo pagaban 1,12 por cada euro; mientras que las de Rodri daban más de 5 por euro apostado.
En paralelo, había ido creciendo también el plantón del Madrid, indignado con lo que consideraba una falta de respeto al club. Hasta que poco antes de las tres de la tarde varios medios difundieron que habían decidido que su delegación se quedara en tierra, aunque aún consideraban la posibilidad de enviar a Emilio Butragueño, director de relaciones institucionales. Argumentaban que si el premio era para Rodri porque la Eurocopa pesaba más que la Champions de Vinicius, entonces debería llevárselo Carvajal, que había ganado ambas. La organización se puso en contacto con varias agencias de noticias y replicó que la postura del club le resultaba “incomprensible”. Sostenían que el movimiento era infundado porque era imposible que nadie conociera el resultado.
Sin embargo, la confirmación de que el Madrid no viajaba provocó la agitación del móvil de Rodri, que empezó a recibir mensajes de amigos que le felicitaban por el Balón de Oro: “Hoy muchos me han escrito diciendo que el fútbol ha ganado”, contó sobre el escenario nada más recibir el premio. Con la bola que apuntaba a su victoria creciendo a lo largo de la tarde, el jugador cogió ese teléfono en ebullición y llamó a Dani Carvajal, compañero cercano en la selección, que había sufrido una grave lesión en la misma rodilla solo dos semanas más tarde que él.
Después, cuando George Weah pronunció su nombre y le entregó el galardón, lo incluyó entre los nombres que mencionó en su primer discurso: “Me quería acordar de uno en especial, de Carvajal, que ha sufrido la misma lesión que he sufrido yo”. Y luego, ante la prensa, amplió: “Me hubiese encantado que lo ganara Carva”. El madridista terminó cuarto, por detrás de él, Vinicius y Bellingham.
Rodri, que al principio de esa mañana no sabía que iba a recibir el premio de mejor jugador del mundo, recordó que una década antes lo imaginaba aún menos: “Mi sueño era jugar en Primera División, en el fútbol profesional”, contó. “Crecí viendo a Messi y Cristiano. Mi sueño era jugar con ellos; no estar aquí”. En el momento de hacer cumbre, quiso recordar el punto en el que se había visto más lejos de lograrlo, cuando estaba con 17 años en la cantera del Villarreal, adonde se había mudado orillado por Atlético de Madrid: “No me iba bien. Ni siquiera jugaba en Segunda o en Tercera, y pensé que había llegado el final”, dijo. “Un día dije ‘basta’ y llamé a mi padre llorando, con la sensación de que todo había acabado, de que había invertido toda mi vida en algo y que el sueño se desvanecía. Él me dijo: ‘Si hemos llegado hasta aquí, vamos a ir hasta el final’. Y desde ese día cambió mi vida”.
Desde la cima del planeta fútbol se dirigió también a otra persona, Laura Iglesias, con la que se cruzó en aquella otra vida tan lejana del Teatro del Châtelet, en la residencia de estudiantes donde vivía cuando jugaba en el Villarreal: “Quería dar las gracias a mi novia, que justo hoy hacemos ocho años juntos. Es nuestro aniversario. Y a mi familia, por supuesto, por todos los valores que me ha dado, por lo que me ha ayudado para ser lo que soy, un hombre, una persona que juega al fútbol por amor”.
Mientras, en Madrid, Vinicius rumiaba su descontento: “Lo haré diez veces más. No están preparados”, escribió en X.
Eu farei 10x se for preciso. Eles não estão preparados.
— Vini Jr. (@vinijr) October 28, 2024
Alguien de su entorno dio después a Reuters la siguiente interpretación sobre el mensaje: “El mundo del fútbol no está preparado para aceptar a un jugador que lucha contra el sistema”, en referencia a su batalla contra el racismo. Este martes, una fuente cercana al brasileño prefería fijarse en las dudas que les provocaban los 100 periodistas de 100 países que votaron el premio y provocaron el desencanto de Vinicius y la sorpresa feliz de Rodri.
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