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El canterano Mainoo soprende al City y entrega la Copa de Inglaterra al Manchester United

El joven internacional inglés, de 19 años, mete el gol decisivo que da el triunfo en la FA Cup a los diablos rojos, que se clasifican para la Europa League, e impide al equipo de Guardiola ganar el doblete en la final de Wembley (2-1)

Bruno Fernandes levanta la Copa de Inglaterra rodeado de sus compañeros del United.
Bruno Fernandes levanta la Copa de Inglaterra rodeado de sus compañeros del United.Andrew Couldridge (Action Images via Reuters)
Diego Torres

Jim Ratcliffe, caballero del Rey, promotor del Brexit, empresario petroquímico, el magnate providencial, el favorito de Downing Street para entrar en la dirección del Manchester United e imprimir un sello vernáculo en el club británico más internacional, asistió circunspecto desde el palco de Wembley al primer título de su era como copropietario. Ganar la Copa, y hacerlo contra el City, la potencia emergente de la ciudad, fue una doble obsesión para Ratcliffe. Su deseo se cumplió este sábado. Lo propició la intervención de Kobbie Mainoo, un chico de 19 años que ha roto con la inercia espesa y el pesimismo que envuelve al club y al equipo. El United juega a fogonazos cuando no se encierra a sobrevivir en su área. Le bastó con apenas dos o tres de esos chispazos en forma de contragolpe para llevarse la final ante un City que no superó la resaca tras conquistar la que pudo ser la Premier más reñida de la historia.

La empresa presentaba dificultades nunca superadas. Nadie había ganado dos dobletes consecutivos en la historia del fútbol inglés. Campeón de Premier y Copa en 2023 y campeón de Premier la semana pasada, el Manchester City intentó atravesar ese desierto. No llegó nunca a su destino. Desapareció en el oeste de Londres, bajo el arco de Wembley. La cadena del doble doblete se rompió por sus eslabones más frágiles: el indolente Gvardiol, el parsimonioso Kovacic, y el tierno Aké. Si todo equipo es el resultado de tensiones y energías a veces contrapuestas, la combinación de estos tres jugadores en la mezcla acabó por arrastrar al City a la perdición sin que aquellos que deben proporcionar consistencia pudieran contrarrestarlo.

No fue suficiente la bravura de Walker en el lateral derecho, ni la presencia de Bernardo Silva, demasiado alejado de zonas relevantes en el extremo, ni las virtudes de De Bruyne, fatigado a ojos vista, ni el omnipresente Rodri, demasiado solo demasiadas veces en el medio de la rueda. Ruben Dias, el pilar de la zaga, permaneció en el banquillo de manera enigmática. Solo Guardiola conoce la respuesta al misterio de sus continuadas suplencias. Sin el portugués, el City vive en el alambre, expuesto a futbolistas cuya agresividad y sentido territorial es apenas el reflejo condicionado del adiestramiento. En instinto defensivo verdadero nunca puede ser producto del trabajo. Lo demostró Gvardiol en el 1-0. Tan dotado como está de condiciones físicas y técnicas, el croata no acabó de percibir el peligro en una situación que podría haber resuelto con sencillez y que acabó por convertir en una asistencia clamorosa a Garnacho.

El atacante argentino del United tuvo el mérito de romper el fuera de juego de Aké antes de explotar el dislate de Gvardiol. La señal fue desalentadora para los jugadores del City, que tanteaban el terreno en busca de sí mismos. Con un cambio de orientación de 50 metros de Dalot como única respuesta en media hora de partido, el United les había puesto por detrás en el marcador. Obligados, como contra el Madrid en Champions, a remontar frente a una triple línea metida en bloque bajo. Pero esta vez sin Dias y sin la ilusión de los días de abril.

Doku monopoliza el ataque

Imaginar la escalada que tenían por delante debió disuadir a los campeones de la Premier, a juzgar por la reacción al 1-0. Una lentitud invencible se apoderó de sus intelectos, de sus piernas, de sus movimientos. La pelota circulaba de manera predecible, con demasiada frecuencia a las bandas, en donde todo acababa en un rincón oscuro. Rara vez se asociaron Haaland, Foden, Bernardo y De Bruyne en el carril central, en donde Varane y Amrabat se encontraron progresivamente seguros en la gestión del fortín. Cuando Mainoo recogió esa pelota y arrancó la jugada en el medio campo, a cinco minutos del descanso, nada hacía esperar en una revuelta del City. Alrededor de Rodri no se activaron las alarmas. La presión fue indecisa. Rashford volvió a cambiar de orientación con otro pelotazo de 50 metros y la maniobra al espacio de Garnacho acabó en la red de Ortega después de que Mainoo rematara el pase de Bruno Fernandes. El 2-0 acompañó al City al descanso como un saco de piedras. Guardiola no tuvo más remedio que sacudir a su equipo con una batería de cambios entre el minuto 46 y el 55. Akanji por Aké, Doku por Kovacic, y Álvarez por De Bruyne.

Fue como una descarga de adrenalina. Doku fue multitudes. El extremo belga se ganó el derecho a empezar la pretemporada que viene como primer extremo izquierda del equipo en 45 minutos vertiginosos. Estaba encendido. Sus compañeros lo buscaban. Él las pedía todas. Con más lucidez que nunca, prácticamente solo generó hasta cuatro ocasiones de gol. Una se estrelló en el palo, tras tiro de Haaland. Otra la metió él mismo en los últimos instantes del partido con un tiro desde fuera del área, para culminar una oleada que empujó al United a las catacumbas. Onana sacó dos manos prodigiosas a tiros de Foden y Walker, y Álvarez definió mal. El United resistió. El City de la sinfonía se redujo al trío Doku-Rodri-Álvarez. La Copa fue para el vecino rojo. El reformador Ratcliffe puede presumir de título. Octavo en la Premier, su equipo logró con la victoria en esta FA Cup su pase a la Europa League para la próxima temporada

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.
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