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DE ÁREA A ÁREA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El tiqui-taca con pitones

El estilo de la selección fue aceptado por las gloriosas victorias que obtuvo, pero no del todo comprendido

Luis de la Fuente charla con Lamine Yamal durante un entrenamiento de la selección española.
Luis de la Fuente charla con Lamine Yamal durante un entrenamiento de la selección española.Pablo García/RFEF (EFE/RFEF)

La mañana siguiente al partido de Italia recibí muchos mensajes y llamadas encomiando el juego de la selección. Lo que más me gustó fue el whatsapp de Álex Grijelmo, que hacía honor a su condición de afinado lingüista: “En el debate sobre el nuevo estilo de España, aporto mi definición: es el tiqui-taca con pitones”.

Le telefoneé de inmediato y le pedí prestada la expresión, que me regaló con generosidad. “No hace falte que me cites”. Pero cómo no hacerlo.

El tiqui-taca nos dio tres enormes títulos (Euro-Mundial-Euro) encadenados entre 2008 y 2012. Fue un hallazgo de Luis Aragonés, seleccionador en un tiempo en el que abundaban centrocampistas sensacionales. Empezó contando con extremos, pero Vicente se lesionó y Joaquín y Reyes tenían una actitud demasiado relajada respecto al fútbol, así que decidió prescindir de ellos y hacer un equipo de control y precisión. Fue una obra nueva y perfecta, que pudo trasladar Guardiola al Barça porque el eje de todo era la pareja Xavi-Iniesta.

Aquel fútbol adormecía a los rivales, que perseguían el balón como a una sombra, y producía continuas victorias, pero se le reprochaba falta de dinamismo y escasez de remate. En especial entre las filas madridistas, porque el núcleo de la fórmula era barcelonista y el propio Barça fue tan feliz beneficiario de ella como La Roja, en la que para más inri la novedad coincidió con la jubilación forzosa de Raúl como internacional. Y en todo caso, el madridista ha sido siempre más partidario del fútbol enérgico y veloz que del reposado. En el Bernabéu siempre se pitó cada pase atrás. En Barcelona ya lo impuso Cruyff en los noventa, con Bakero, y entró mejor. Pero no sólo fue el madridismo; digamos que el tiqui-taca de la selección fue aceptado por las gloriosas victorias que obtuvo, pero no del todo comprendido. Normal. Divierte más el cine del Oeste que el de arte y ensayo. Aquello pasó (yo fui un devoto) y nos dejó una nostalgia. Por fin hemos encontrado un estilo, no lo perdamos, decíamos. Pero habíamos perdido a Xavi e Iniesta. Y Silva, y a Busquets… La selección y el Barça se embarcaron en buscar tipos que ‘hicieran de…’, pero cada jugador de lo que de verdad hace es de sí mismo.

De la Fuente se ha encontrado con dos extremos. No hace poco en su equipo cubrían las alas Asensio y Olmo, pero sus lesiones y la irrupción de Lamine Yamal y Nico Williams dieron un vuelco. Han alterado el sistema, aunque guarda elementos del anterior.

Se siguen escogiendo jugadores de buen pie, válidos para la presión adelantada y para manejarse bien en el campo contrario, pero con un juego menos manierista, con más intención de romper, y también más tiro desde fuera. La idea del tiqui-taca era que la jugada no había que precipitarla, aparece sola cuando se mueve el balón de un lado a otro, y tras él la atención de los defensas, que en su ir y venir podían dejar una rendija por la que colarle el balón a Villa o a Torres. La ida ahora es no esperar tanto a que la jugada aparezca, sino forzarla con frecuencia por los costados, con esos dos extremos encaradores, hábiles, rápidos y sabios que se han convertido tras dos partidos en el tema de conversación de la Eurocopa.

Estos dos partidos, sobre todo el de Italia, han vencido la nostalgia del tiqui-taca. Para no enterrar del todo aquello, que tan felices nos hizo y de lo que se conservan rasgos, Grijelmo propone este tiqui-taca con pitones que abrazo entusiasmado. No sabemos en qué terminará la Eurocopa, es de temer que Alemania se cruce en cuartos, pero ahora mismo se respira una satisfacción y un orgullo similares a los de aquellos días de Viena, El Cabo y Kiev.

El fútbol es de los futbolistas. Los buenos entrenadores son los que hacen su diseño a partir de los mejores jugadores a su alcance, no los que caen en lo contrario. Dos luises, Aragonés y De la Fuente, dos fórmulas, pero un mismo principio: el jugador.

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