El otro partido en la Ryder Cup: cobrar o no cobrar por jugar el torneo más prestigioso del golf mundial
Por primera vez en la historia, los golfistas estadounidenses reciben dinero por competir en un campeonato que pierde así romanticismo


Antes de que este viernes comience en Nueva York la madre de todas las batallas, otra Ryder se juega fuera de las cuerdas. ¿Cobrar o no cobrar por jugar el torneo más prestigioso del golf mundial? El debate ha encendido las horas previas del enfrentamiento entre Europa y Estados Unidos y los dos equipos libran este duelo psicológico que atañe al relato más que al juego. Cada victoria cuenta por pequeña que sea. Y antes que los golpes en el campo resuenan las palabras.
Por primera en la historia de una competición que en 2027 cumplirá 100 años de vida, los golfistas estadounidenses percibirán dinero por defender a su país: 300.000 euros que deben destinar a fines benéficos y otros 200.000 para uso personal. La decisión de la PGA de América después de mucho tiempo de debate en el vestuario americano ha servido al bando europeo para apelar al honor y a la gloria como valores más enraizados en el conjunto continental. Así ha sido históricamente desde que en 1979 el resto de golfistas europeos se unieran a los británicos en el desafío al imperio. La figura de Seve Ballesteros sirvió además para elevar ese sentimiento de pertenencia a un equipo, más allá de una colección de estrellas, y para potenciar la rebeldía frente a Estados Unidos. La Ryder se jugaba por orgullo, no por dinero. Nadie cobraba un euro o un dólar. Hasta ahora.
Only 37 players have won away from home. Time we added to that?
— Ryder Cup Europe (@RyderCupEurope) September 23, 2025
Our Time. Our Place. pic.twitter.com/7Lsp0nTY5a
El dinero ha revolucionado el golf tras la entrada del capital saudí y la creación del circuito LIV en oposición al circuito americano y al europeo. Unos contratos muy jugosos han provocado la escisión entre golfistas que se alistan a uno u otro lado. Por mucha buena intención que se publicite, el acuerdo de paz y una fusión parecen metas cada vez más lejanas. Y ahora ese dinero sacude la última isla de romanticismo que permanecía a flote, la mítica Ryder Cup. El bando estadounidense defiende que una competición que es una mina de oro por los millones que genera (la entrada más barata para una sola jornada en Nueva York cuesta 750 dólares) y por su audiencia planetaria (solo por detrás de los Juegos Olímpicos y un Mundial de fútbol) debe reportar una mínima ganancia a sus jugadores. Europa considera que el negocio debe quedar aparte.
“Los europeos no jugamos por dinero, no como Estados Unidos. Jugamos por representar a nuestro país y a nuestro continente, y por otros valores. Espero que esa manera de sentir la Ryder no cambie nunca”, explica a este periódico José María Olazabal, vicecapitán y leyenda europea. Otra institución, Sergio García, máximo anotador histórico del torneo (28,5 puntos), aunque ausente en esta cita, va en la misma dirección: “Cobrar por la Ryder no es lo más bonito, que vayan pidiendo dinero no me parece bien. Le quita esa esencia. Y es curioso que cuando algunos jugadores nos pasamos a LIV en el circuito americano decían que nos íbamos por el dinero, y ahora ellos hacen lo mismo”.
“Go out there and play like you have the country on your back– because you do.” #GoUSA pic.twitter.com/Tg4PxlDuLK
— Ryder Cup USA (@RyderCupUSA) September 22, 2025
Los capitanes de los dos equipos levantan cada uno su bandera. “Hemos modernizado la Ryder. No me preocupa lo que piense Europa, sino lo que hagan mis jugadores. De esto saldrá mucho bien. Me parece genial”, asegura el estadounidense Keegan Bradley. Su colega europeo, Luke Donald, le responde: “No es una semana para cobrar. Vivir esto vale más que un par de cientos de miles de dólares en el bolsillo. Yo hablé con los chicos y todos dijeron: ‘Ni siquiera hemos considerado jugar por dinero”.
El norteamericano Patrick Cantlay salió a jugar durante una jornada de la edición de Roma 2023 sin gorra, un gesto que se entendió como una protesta por no recibir un sueldo por competir, más allá del dinero que ya recibían desde 1999 para colaborar con causas solidarias.
La historia ha cambiado. Hoy Estados Unidos cobra por jugar la Ryder y Europa no. La bola no ha empezado a rodar en Nueva York pero el juego ya está en marcha.
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