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EL JUEGO INFINITO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El mediocentro es medio equipo

El Madrid llevaba muchos años sabiendo que Kroos no jugaba en el lugar que debe ocupar el mediocentro, sino que el medio centro era el lugar en el que estaba Kroos

Carlo Ancelotti abraza a Toni Kroos tras ser sustituido en el estadio de Wembley, el 1 de junio de 2024.
Carlo Ancelotti abraza a Toni Kroos tras ser sustituido en el estadio de Wembley, el 1 de junio de 2024. Joe Prior (Visionhaus via Getty Images)
Jorge Valdano

Si el fútbol es una cuestión metodológica, el mediocentro es un asunto estratégico. Hay una anécdota que aún corre por los pasillos del Madrid. Al parecer, Santiago Bernabéu acudió a un partido y cuando fue a sentarse encontró su butaca ocupada por un ministro y buscó acomodo en otro lugar. Un empleado se acercó preocupado por la situación y Bernabéu lo tranquilizó con la lógica de un gigante: “el presidente del Madrid está donde se sienta, no donde está su asiento”.

Qué tendrá que ver esto con los medios centros, se preguntará usted. Bastante cuando el mediocentro es un crack. Porque también en el campo de juego hay lugares específicos reservados para los especialistas. Posiciones muy bien definidas, como la del mediocentro, que en su solo enunciado expresa con precisión el sitio que debe ocupar. Hasta tiene un dibujo que lo contiene y es, salvo excepciones, su dirección postal: el círculo central.

Pero el Madrid llevaba muchos años sabiendo que Kroos no jugaba en el lugar que debe ocupar el mediocentro, sino que el medio centro era el lugar en el que estaba Kroos. Podía ser, sin ir más lejos, en la posición de lateral izquierdo, lugar que se convertía en su centro de operaciones para mover al equipo. De manera que su marcha no dejó un lugar vacío, sino un concepto, una función, un modo de ser colectivo. Hoy todo parece vacío. El tiempo y Carlo Ancelotti solucionarán el problema, pero mientras tanto ni el imponente Mbappé atenúa la preocupación. Se acusa al mediocentro de no ser un jugador decisivo. Sospecha por la que, supongo, el fútbol no supo distinguir en su justa medida la inteligencia estratégica de Busquets, un genio que simplificó lo difícil durante una larga década ante la ignorancia de los entregadores de premios. Nunca estuvo entre los 30 mejores de Europa en las votaciones del Balón de oro.

Esta semana la desgracia quiso que el Barça perdiera por un largo tiempo a un pichón de Busquets: Marc Bernal. Le queda una vida por delante y le sobra talento, de modo que esperemos que el futuro le reserve un mayor reconocimiento del que tuvo su maestro. Ahora se intenta devaluar a Rodri porque su papel de distribuidor se considera burocrático y no lo acerca al gol. Es verdad, pero lo que hace es nada menos que adueñarse del juego y, desde más atrás, poner las condiciones para que los delanteros se encarguen del peligro con más ventaja.

A los jugadores hay que evaluarlos por lo que hacen cuando están y por las consecuencias que dejan cuando no están. Solo así haremos una evaluación correcta. La nostalgia de Kroos sirve de testigo de esta idea, pero no hay mejor ejemplo que el de Rodri, que estuvo 73 partidos sin perder (65 con su club y ocho con la Selección). Si consideramos solo los partidos que jugó con el City son 74 partidos sin perder en un total de 475 días invicto. Pero la prueba del algodón es que la temporada pasada el City perdió solo cinco partidos y en cuatro de ellos no estaba Rodri. Cómo me hacen reír los que dicen que su función es administrativa.

Es el momento de preguntarse qué es más importante: ¿marcar goles o ganar partidos? La velocidad y la fuerza se están apoderando del fútbol, pero hay funciones en las que importan, con y sin el balón, la inteligencia, el criterio, pensar bien y pensar rápido… Todo eso está en la cabeza, luego baja a los pies, que conviene que sean precisos. Entonces sí, todo empieza a funcionar y hasta a parecer fácil.

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