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Las lágrimas de Orlando Ortega, “ni máquina ni robot”, en los Europeos de atletismo de Roma

El vallista español que regresa tras tres años lesionado, se rompe emocionalmente tras clasificarse para semifinales de los 110m en una buena mañana para el atletismo español

Orlando Ortega Campeonato Europeo de Atletismo
Orlando Ortega, tras su plata en Río 2016.DIEGO AZUBEL (efe)
Carlos Arribas

“No soy un robot, no soy una máquina, no puedo pedir más de lo que he trabajado”, dice Orlando Ortega para justificar una actuación (13,79s, séptimo en la eliminatoria previa de los 110m vallas) muy lejana de sus expectativas. “He venido con unas cartas, he apostado a lo que tenía y he salido a dar lo mejor con lo que tenía. Y este es el resultado, esto es lo que tenía”. Pensaba entonces el vallista de Artemisa, de 31 años, que ese resultado le eliminaba a la primera en su regreso a la selección española, y compensaba emocionalmente el dolor que le causaba con la alegría de volver. “Una puta locura, perdón por la palabra”, dice, exaltado, el subcampeón olímpico de Río 16 tras tres años de lesiones. “Jolines, si dos meses atrás me hubieses dicho que iba a correr aquí, no lo hubiese creído, pero ni de coña. Hemos hecho un trabajo guapísimo. Soy un ser humano y las lesiones que he tenido mentalmente duelen y pesan”. Y mientras habla se disputan las otras series.

Cuatro minutos después, tras los elogios a su psicóloga, Toñi Martos, y tras prometer que luchará a muerte en los campeonatos de España y en donde fuera necesario para conseguir una plaza para los Juegos de París, y mientras sigue buscando razones para superar el duelo, llega corriendo a su lado Kevin Sánchez, el segundo vallista español que competía en una mañana ya de esas en las que el sol cuece las viejas piedras de Roma, viejísimas, y la humedad del Tíber empapa las espaldas de los turistas, y le dice que no siga hablando como un derrotado, porque pese a todo ha pasado, disputará las semifinales (sábado, 20.38) junto a Quique Llopis y Asier Martínez, los dos otros españoles, ya clasificados de oficio. Es entonces cuando el “no soy una máquina, no soy un robot” cobra todo su sentido, la demostración práctica de la humanidad del atleta. Ortega se derrumba, larga sentadilla, tras la valla de la zona mixta y en cuclillas solloza en silencio unos minutos, y el espacio de tránsito emocional y físico de todos los atletas, de la pista a la soledad del vestuario, los ganadores, los hundidos, cobra un cierto sentido místico.

Ortega se repone, se levanta, se seca los ojos y habla. “Esta es la muestra de lo duro que está siendo, tío”, les dice a los periodistas ávidos de descargas emocionales. “No ha sido fácil, no ha sido fácil llegar aquí. Solo mi mujer, mi familia, mi psicóloga, solo ellos saben todo lo que he luchado para llegar aquí, y, joder, mi niña de seis meses, tío, que he tenido que apartarme de ella un poco por intentar luchar, por estar aquí, por cumplir un sueño. Y ustedes saben que yo nunca me he dado por vencido. Yo siempre he estado intentando dar lo mejor de mí en cada carrera. Y, joder, enterarme de esto ahora... Es un triunfo. He jugado con las cartas que tenía. Y mira dónde estamos, hemos pasado. ¿Qué más puedo decir?”

La primera mañana de los Europeos, tan densa de españoles como calurosa de tiempo, también le fue bien a Belén Toimil, clasificada para la final de lanzamiento de peso (17,76m); Ana Peleteiro, la gran favorita del triple, que solo necesitó un salto, y good luck (14,21m), para pasar a la final (domingo, 21.04); Esther Guerrero y Marta Pérez, finalistas ya de 1.500m (domingo, 22.40); los tres del 800m, Álvaro de Arriba, el veterano que regresa, Adrián Ben, el finalista de Tokio y Budapest, y hasta el jovencito Moha Attaoui —la frase del día la pronunció el cántabro de Sankt Moritz: “estoy como un toro y corrí con el culo”—, que pasaron a semifinales (sábado, 19.50); a Eusebio Cáceres le valió un salto de 7,98m para llegar a la final de longitud (sábado 20,06), y también son ya finalistas (domingo, 22.04) las tres del 3.000m obstáculos, Carolina Robles, Irene Sánchez Escribano y Blanca Fernández de la Granja.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.
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