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Estados Unidos y el Mundial: una misión para 12 novatos

La selección norteamericana acude con pleno de debutantes en una gran cita, bajo la idea de juego colectivo de Steve Kerr y con el reto de redimirse del séptimo puesto de 2019

FIBA World Cup
Anthony Edwards (right) in action during the USA's victory over Spain in Málaga.ALBERTO NEVADO FEB
Juan Morenilla

Son 12 novatos y son los favoritos. Estados Unidos se presenta en el Mundial de baloncesto que comienza este viernes en Indonesia, Japón y Filipinas con otro equipo completamente nuevo. Ninguno entre la docena de jugadores que entrena Steve Kerr ha disputado nunca una gran cita con la selección absoluta, y varios de ellos ni siquiera han pisado antes las categorías inferiores. Jamás hasta la gira de preparación habían puesto a prueba su química sobre la pista ni su convivencia en el vestuario. Es un grupo joven (los más veteranos son Bobby Portis y Josh Hart con 28 años) y sin experiencia en las competiciones FIBA. En sus filas no luce ninguno de los mayores astros de la NBA. Y sin embargo son los más temidos, los primeros en cualquier quiniela para colgarse el oro.

“Es el rival más fuerte que existe en el mundo, un súper equipo hecho de 12 grandísimos jugadores. Están por encima del resto”, analiza Sergio Scariolo, seleccionador de España. “Por cantidad de talento, Estados Unidos puede hacer cinco conjuntos perfectamente capaces de ganar el oro. Este es un equipo lleno de baloncestistas de primerísimo nivel que no han tenido en el público menos entendido el estatus y reconocimiento de súper estrellas, porque no todo el mundo sigue la NBA como los que lo hacemos profesionalmente. Pero también es verdad que aunque cada vez han tenido un equipo que puede ganar todos los partidos por 30 puntos, no siempre lo han conseguido. A veces se encuentra margen para competir”.

Por esa grieta que ha abierto un estilo en ocasiones demasiado individualista han caído varias generaciones que apuntaban a la cima. Sin ir más lejos en el pasado Mundial, cuando el Team USA descendió a su peor clasificación histórica, un séptimo puesto después de los dos triunfos consecutivos en las citas de 2010 y 2014. Y ese es precisamente el gran reto de Steve Kerr, amasar una conciencia de juego colectivo que multiplique las prestaciones de cada pieza, aplacar los egos para que sumen a un objetivo gremial.

Más que en el parquet, en Estados Unidos la estrella está en el banquillo. Kerr, de 57 años, es un mito que colecciona nueve anillos de campeón de la NBA: cinco de corto entre los Bulls y San Antonio, y cuatro como entrenador de los Warriors. En diciembre de 2021 fue nombrado seleccionador estadounidense hasta 2024 tomando el relevo de otra leyenda, Gregg Popovich, de quien era su ayudante en el combinado nacional. “Estoy seguro de que este grupo representará bien a nuestro país con esfuerzo, talento y el compromiso de ganar juntos. Todos van a jugar muchos años en la NBA, pero ahora se trata de hacer vínculos con los compañeros y sentir esos momentos en el vestuario”, explicó como receta antes de una puesta a punto que incluyó una victoria ante España en Málaga por 88-98.

En esa cita brilló con 23 puntos el base Jalen Brunson (26 años y 1,88m), una de las figuras sobre las que Kerr quiere construir esa idea de solidaridad. No se trata solo de ser muy bueno, y Brunson lo es, sino de hacer mejores a los demás. El base ya ha dejado actuaciones estelares, como los 48 puntos que firmó con los Knicks el pasado abril en Cleveland, y en su anterior etapa de cuatro cursos en Dallas Mavericks acaparó los elogios de Luka Doncic. Pero ahora lleva el timón de Estados Unidos con el reto de que el mecano funcione. Él asume esa función de pegamento: “Mi personalidad es muy diferente si la comparas con otros jugadores de perfil destacado. Intento ser uno más, vivir una vida normal y alejarme de los egos. No puedo recorrer la pista en dos segundos ni tengo unas condiciones físicas espectaculares. Tengo que ser astuto”. “Es magnífico, se merece todo el dinero que pida”, afirmó Doncic cuando los Knicks captaron a Brunson con un contrato de 100 millones de dólares por cuatro años.

A su lado brinca Anthony Edwards, escolta de 22 años y 1,93m de Minnesota, señalado por Kerr como “el referente”. “Él lo sabe y el equipo lo sabe. Se cree el mejor en la pista cada noche. Nosotros lo vemos cada día en los entrenamientos. Está dando el salto”, comenta el entrenador sobre el número 10 de Estados Unidos, all star este curso por primera vez, máximo anotador en la gira previa al Mundial (19,2 puntos de media) y otro joven bañado en oro por su franquicia: 260 millones por cinco temporadas.

También reclamarán los focos el escolta Austin Reaves, revelación en los Lakers las dos últimas temporadas y bendecido por LeBron James, y el ala-pívot Paolo Banchero, nombrado novato del año en la NBA con Orlando Magic y que ha elegido jugar con el conjunto norteamericano tras ser preseleccionado con Italia para el pasado Eurobasket.

Estados Unidos comparte grupo con Grecia, Nueva Zelanda y Jordania. Cinco veces campeones del mundo, como Yugoslavia, les mueve el orgullo de alcanzar en solitario el registro histórico de una sexta estrella y de reparar la decepción de China 2019. El español Jordi Fernández, seleccionador de Canadá y primer asistente en Sacramento Kings, avisa: “Son un referente. Cada vez que compiten son un conjunto nuevo. Ahora tienen otra vez un gran reto. Si llegan a un buen momento como equipo, será muy difícil que alguien les gane”.

Los 12 de EE UU

Bases y escoltas: Jalen Brunson (NY Knicks), Anthony Edwards (Minnesota), Tyrese Haliburton (Indiana) y Austin Reaves (Lakers).

Aleros: Mikal Bridges (Brooklyn), Brandon Ingram (Pelicans), Josh Hart (NY Knicks) y Cam Johnson (Brooklyn).

Ala-pívots y pívots: Jaren Jackson Jr. (Memphis), Paolo Banchero (Orlando), Walker Kessler (Utah) y Bobby Portis (Milwaukee).


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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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