Cheptegei elige Valencia para debutar en maratón
El plusmarquista mundial de 5.000m y 10.000m se prepara en Uganda, donde trabaja para dejar un legado a las nuevas generaciones, para adaptarse a la larga distancia
Joshua Cheptegei se muestra relajado y feliz en el hotel de Valencia, al lado de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, donde acaba de anunciar que el 3 de diciembre debutará en maratón en esta ciudad. Desde la mesa donde habla puede ver, al fondo, tras el ventanal, un panel en medio de una rotonda que anuncia el récord del mundo de 10.000m (26m 11,00s) que logró en Valencia, en el Estadio del Turia, un 7 de octubre de 2020. Aquel era el año elegido para disputar los Juegos de Tokio, pero la pandemia lo trastocó todo y el ugandés, en vista de que no iba a haber medallas en liza, aprovechó el otoño para apropiarse de las plusmarcas mundiales de 5.000m y 10.000m.
El campeón olímpico y mundial llegó el sábado directo desde Lausana. Dejó los trastos y bajó a cenar a un restaurante con la gente de su equipo, el NN Running Team, y la organización. Cheptegei pidió un plato de arroz con pollo, pero la ciudad arrocera le defraudó y se lo dejó a medias. La víspera, en Suiza, había librado una batalla salvaje contra Berihu Aregawi. El etíope se llevó el pulso. Este lunes, Cheptegei volará a Ámsterdam a las seis de la mañana en el inicio de un viaje, también maratoniano, de regreso a casa, a Kapchorwa, en las faldas del Monte Elgon, en la frontera entre Uganda y Kenia, que no acabará hasta el martes por la tarde. Así es cada vez que tiene que competir en Europa o en otro continente. “Y eso que ahora, desde el aeropuerto hasta Kapchorwa, solo hay siete horas de viaje en coche. Cuando yo fui por primera vez, el trayecto de 240 kilómetros duraba once horas”, rememora Jurrie van der Valden, su representante, el hombre que ha programado al detalle la carrera del atleta junto a Addy Ruiter, su entrenador, un antiguo triatleta que hasta entonces trabajaba por libre para Ikea.
Cuando un entrenador ugandés le pidió ayuda a Van der Valden en la primavera de 2014, Cheptegei acababa de correr un campeonato de cross y había terminado séptimo. Poco después, en mayo, se fue a la India, a Bangalore, y corrió un 10K en el que solo pudo derrotarle Geoffrey Kamworor. “Estaba claro que Joshua era alguien especial, con mucho talento”, explica el agente mientras el atleta, vestido con un chandal rojo de su equipo, atiende a un pequeño grupo de periodistas. “Pero él entrenaba sin sistema. En 2015 se fueron su compatriota Kiprotich y él a Kaptagat, en Kenia, a entrenar durante cuatro o cinco meses en el grupo de Patrick Sang, con Eliud Kipchoge y Geoffrey Kamworor”.
Cuando regresó a Uganda, Cheptegei le dijo a su manager que había estado muy bien, pero que así no iba a poder inspirar a las siguientes generaciones de atletas ugandeses. “Para mí es muy importante dejar un legado para los jóvenes que vienen por detrás. Moses Kipsiro fue el primero, luego vino Stephen Kiprotich, pero ambos tuvieron que irse a entrenar a Kaptagat, y ahora estoy yo, que me estoy encargando de crear el mejor ambiente posible —mandó construir una pista de atletismo y un gimnasio en Kapchorwa— para los chicos que quieran practicar atletismo”, cuenta Cheptegei.
Su estreno en el Maratón de Valencia Trinidad Alfonso se producirá a mitad camino entre el Mundial de Budapest, cuatro meses antes, y los Juegos Olímpicos de París, ocho después. En las dos ciudades, Cheptegei disputará tanto los 10.000m, la prueba en la que parece favorito, como los 5.000m, mucho más abiertos y con una competencia feroz con Aregawi, Kejelcha, Kiplimo, Katir y, por encima de todos, el noruego Jakob Ingebrigtsen.
Paco Borao, el veterano presidente de la SD Correcaminos, el club organizador del maratón, escucha las declaraciones de Cheptegei y sonríe cuando llega el guiño del atleta. “Valencia es un lugar especial para mí”, suelta el ugandés. Una afirmación que viene de su récord mundial de los 10.000m en 2020, pero también de la plusmarca de 10 kilómetros (26m 38s) que logró un año antes, en diciembre de 2019. El privilegio le duró unas pocas semanas, las que transcurrieron hasta que, en enero, otra vez en Valencia, su récord pasó a manos del keniano Rhonex Kipruto, hoy sancionado por dopaje. Cheptegei deja claro que no quiere polémicas. “Yo solo me preocupo de correr sano y limpio. Soy un gran defensor de la integridad en el atletismo, porque esto no es sólo lo que haces sino también cómo lo haces”.
El salto al maratón, de momento ocasional, implica una serie de cambios. Uno de los que preocupan en su entorno es el de la pisada. Las fotografías de las carreras en las que batió el récord del mundo de 10.000, en Valencia, y 5.000, en Mónaco, dos meses antes, mostraban un pie dolorosamente torcido, en una pronación —la inclinación del pie hacia dentro— exagerada que obligó a su equipo a reunirse con Nike, la marca que le calza, para solucionar este problema que solo podía degenerar en lesiones. “He estado trabajando con la gente de Nike para que los clavos tengan un mejor agarre en la zona del talón, para correr más rápido pero sobre todo sin hacerme daño”. El viernes, en Lausana, su pisada era mucho más neutra, un paso imprescindible cuando llegue el otoño y pase a correr por encima de los 200 kilómetros semanales para afrontar una prueba con algo más de dos horas de carrera.
Pero antes de esto, ya en la verde Kapchorwa, rodeado de bananos, cafetales y cascadas de postal, Cheptegei, de 26 años —27 el día que debute en Valencia—, al que le gusta meter las piernas después de los entrenamientos en las aguas heladas del río, se centrará en la preparación para lograr su tercer oro mundial consecutivo en los 10.000m e intentar el primero en los 5000m, distancia en la que sí ha sido campeón olímpico. En Uganda ya lleva tiempo instalado Addy Ruiter, el hombre que montó un campo de entrenamiento en 2016. Un año después, en 2017, Ruiter y su representante ya empezaron a hablar de que había que ir formando un grupo de maratonianos para el día, entonces preveían que después de Paris 2024, que Cheptegei se pasara al maratón. Ese día se ha adelantado: será el 3 de diciembre en Valencia.
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