Messi contra Kimmich, el duelo que cambiará el fútbol europeo
El club que salga ganador del partido que hoy enfrenta a Bayern y PSG definirá el modelo alternativo a la hegemonía de la Premier
“Es importante evitar que le lleguen pases a Messi”, dijo Julian Nagelsmann. Sonriente. El pelo revuelto. La estampa intacta de adolescente recién llegado del parque. Inmutable en su jovialidad ante el remolino que le espera a él y a su equipo: Bayern-PSG (21:00 horas, Movistar) en la vuelta de los octavos de final de la Champions, después de un 0-1 en la ida que deja todo abierto a todas las posibilidades. Muy pocos partidos moverán más placas tectónicas en la industria del fútbol de aquí a los próximos años. Lo dicen entre bastidores los directores deportivos y los propietarios de los clubes de la Premier, atentos a lo que hagan el Bayern y el PSG, considerados —difunta la Superliga de la que forman parte Madrid y Barça— los dos proyectos más peligrosos que ha producido el continente frente a la hegemonía inglesa. El negocio será una cosa si gana el Bayern y otra si gana el PSG. Pero a Nagelsmann, que este martes solo imaginaba lo que ocurriría sobre la hierba, lo único que parecía preocuparle era que Messi no recibiera la pelota. El nudo de la eliminatoria.
Es el partido más trascendental del juego más secreto que existe. Pero los dos entrenadores y todos los jugadores implicados saben que la clave estará en el cruce de caminos entre Messi y los dos pivotes alemanes, Kimmich y Goretzka. Lo reconocían esta semana las fuentes consultadas en ambos clubes: el Paris Saint-Germain llevaba días entrenándose para presionar a Kimmich y Goretzka, el punto más débil del acorazado del Bayern; mientras que Nagelsmann trabaja desde el verano en procura de que sus pivotes no cortocircuiten la circulación, porque de otro modo su equipo se resquebrajará en la zona más delicada. La zona que frecuentará Messi.
El pasado verano el Bayern hizo una de las renovaciones más ambiciosas que se recuerdan en su plantilla. La tensión con que la directiva de Oliver Kahn ha conducido los días previos ha sido máxima, por más que el equipo cuente con un gol de ventaja. O precisamente por eso. “Un gol es una ventaja que puede cambiar en un instante”, señala Müller. El debate en el club bávaro se ha centrado en si debían especular con el resultado y esperar al PSG para contragolpearlo, o debían ser fieles a su modelo y sacar provecho de la organización, la presión constante y la solidaridad como fuerza agresiva. El único que no dudó fue Nagelsmann. “Queremos defender ofensivamente”, dijo ayer. “Queremos crear ocasiones. Esa es nuestra defensa”.
Nagelsmann se juega el puesto. Los dirigentes del Bayern han activado un plan de contingencias, en caso de eliminación. Han contactado con los representantes de Tuchel y Klopp para advertirles de que el banquillo más codiciado de Europa central podría estar a su disposición en breve. Pero el joven prodigio de los técnicos germanos hace honor a su carácter subversivo. Lejos de dejarse intimidar, Nagelsmann parece decidido a arriesgar. Pero darle velocidad al juego, tanto en campo rival como en la salida del balón en el terreno propio, implica exponer a sus pivotes a las imprecisiones en un momento en el que no se les ve seguros. Kimmich y Goretzka, lo apuntan todos los analistas, son guapos cuando tienen espacios para girarse, pero se encogen si los aprietan. Ninguno dio la impresión de querer mucho la pelota cuando el Stuttgart los presionó en el último partido de la Bundesliga. Lo observa Christophe Galtier, el técnico del PSG, que lleva semanas ensayando las emboscadas.
Galtier observa que el camino más recto hacia la clasificación pasa por provocar el error en los pivotes contrarios, situación que habilitaría a Messi con facilidad y que, automáticamente, habilitaría también a Mbappé. “Cuanto más arriba robemos la pelota, mejor”, proclamó en la conferencia de este martes. El problema, según indican en el club de París, es que los ejercicios de presión que han ensayado en los entrenamientos no han resultado satisfactorios. Esto es peligroso. Si la maquinaria falla con la defensa adelantada y dejan filtrar los primeros pases, el Bayern es letal. Galtier debe decidir. Antes de hacerlo dice que consultará con Marquinhos, capitán y jefe de la defensa. Es poco probable que Marquinhos acceda de buen grado a llevar su línea a campo contrario. El brasileño parece físicamente descuidado.
Neymar, roto y vendado
La sensación de irrevocabilidad contagia a todos los estamentos del PSG. Los empleados del club temen que los dueños cataríes resuelvan desinvertir en caso de eliminación. Es público que estudian comprar el Manchester United y trasladarse a la Premier. El estado de pánico se explica en el decalaje entre la lesión de Neymar, el pasado 19 de febrero, y el reconocimiento de que debían operarlo y que estaría al menos cuatro meses de baja por una rotura de los ligamentos del tobillo derecho, noticia hecha pública por el club este lunes.
Nunca una lesión tan grave de un jugador de primer nivel tardó más tiempo en reconocerse. Las razones que ofrece la prensa francesa, confirmadas por personas próximas al club, son igualmente desaforadas: los jeques de Qatar y Galtier entretuvieron la posibilidad de aplicar a Neymar un vendaje compresivo para que jugara roto contra el Bayern. “Es falso que la baja de Neymar nos haga mejores”, lamentó el técnico. “Solo nos permite ser más equilibrados en el mediocampo”.
El vértigo precede a este Bayern-PSG. Todos los caminos conducen a Kimmich y a Messi, y luego a una crisis devastadora. En Múnich o en París. La Premier observa con atención el choque de sus grandes rivales estratégicos.
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