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“En Marruecos no querían a la mayoría de los jugadores de la selección”

El país sorpresa del Mundial, compuesto principalmente por futbolistas reclutados en Europa, ofrece dos mundos muy opuestos entre la Liga y el equipo nacional

Lorenzo Calonge
Croacia vs Marruecos
Azzedine Ounahi en una acción con Mateo Kovacic durante el partido entre Marruecos y Croacia durante el Mundial de Qatar, en diciembre.MB Media (Getty Images)

En el fútbol marroquí, avisa el entrenador Juan Pedro Benali, el Facebook manda mucho. “Si tienes la mala suerte de que tu presidente le hace caso, lo llevas mal”, sentencia este buen conocedor de cómo se cuecen las cosas al otro lado del Estrecho. Su vinculación con el país norteafricano viene desde la cuna. Nació en el Sáhara hace 53 años (su padre era militar español), se crio en Cartagena y en el último cuarto de siglo ha acumulado una decena de experiencias en esa liga. “Esto ha cambiado mucho, sobre todo, desde hace seis o siete años. Han puesto el VAR, todos los campos ya son de hierba natural, la federación está invirtiendo mucho en academias y han convertido todas las entidades en sociedades anónimas para intentar controlar el problema de las deudas”, valora Benali sobre un país que de un día para otro se convirtió en objeto de estudio para tratar de averiguar cómo, perteneciendo todavía a la segunda o tercera división, se había colado en las semifinales de un Mundial. Esta semana, el Mundial de Clubes que disputa el Madrid ha vuelto a situar en el mapa dos ciudades, Tánger y Rabat, donde en sus medinas, cada dos pasos, las camisetas de los En-Nesyri, Ziyech o Achraf compiten con las de Ronaldo, Messi y Mbappé.

Lo que no ha variado, según este técnico con bagaje también en Qatar, Emiratos Árabes, Túnez y Japón, es la enorme crítica interna. “Vas al estadio del Raja o Wydad, salvo la grada principal la gente no atiende al partido. Son fanáticos que saltan y cantan, y luego te machacan. Los entrenadores duran poco. Yo cogí dos veces al Ittihad Tánger, lo salvé y me dijeron que querían traer a otro más famoso. Ahora están últimos y desde julio ya han pasado otros tres”, indica Benali.

Una censura de la que no se libraron ni los héroes de Doha. “Hace cuatro años, hubo un debate muy grande porque a los jugadores que no habían nacido en Marruecos o se habían formado en Europa no se les consideraba marroquíes. Un sector importante quería solo a futbolistas de la Liga. Hervé Renard y Vahid Halilhodzic [los seleccionadores anteriores a Walid Regragui] tuvieron muchos problemas con esto. En cuanto perdían un partido, les reclamaban a los de casa. A algunos, incluso, los han seguido criticando mucho durante el Mundial. Pero es que la diferencia es abismal. También cargaron contra Walid tras la semifinal. Lo acusaron de cambiar el sistema contra Francia”, desvela con sorpresa Juan Pedro Benali.

Pese a la acidez de la afición con los suyos, los datos dejaron pocas dudas sobre las claves del éxito catarí: solo tres de los 26 convocados se desempeñaban en la competición doméstica y 14 habían nacido fuera de Marruecos. Una red de reclutadores distribuida en el viejo continente -especialmente en las grandes plazas de España, Francia, Países Bajos, Bélgica, Alemania o Italia- e impulsada por Nasser Larguet lleva años peinando cada rincón para tener fichado a cualquier joven con orígenes marroquíes susceptible de jugar en la selección.

Sergio Piernas (Barcelona, 46 años), entrenador de la sub-17 entre enero 2020 y abril 2021, hizo acopio de esos listados. “En mi base de datos había más de 200 futbolistas de esa edad que estaban en Europa, a los que llevamos a nuestras instalaciones para verlos en directo. También hablábamos con los clubes. Algunos ponían barreras porque hacían ver a los chavales que irse con Marruecos y no con la selección de ese país les podía perjudicar”, comenta el hoy técnico asistente en la selección olímpica de Arabia Saudí. “Y luego estaban los que ya habían debutado con otras selecciones. Eran 21. Los llamé uno por uno y a la mitad los visité personalmente para contarles el proyecto porque la idea era que subieran a la absoluta. De hecho, uno de ellos, Bilal El Khannous [del Genk belga], fue al Mundial y jugó el tercer y cuarto puesto”, amplía Piernas, que asegura que llegó a encontrarse jugadores con hasta cuatro nacionalidades.

La red de reclutadores

El semillero europeo les ha dado el gran salto gracias a esa tela de araña de scouting, pero en sus fronteras el impulso de las academias de fútbol base también ha representado un avance. En la más importante, la Mohamed VI, controlada directamente por el rey, se cocinaron los mundialistas En-Nesyri, Aguerd, Ounahi y Tagnaouti. Los tres primeros, claves en los planes de Regragui. Allí trabajó Xavi Bernal (Wuppertal, Alemania; 55 años) como responsable de la formación y post formación de este centro que acuna a casi 100 jóvenes.

“El centro recluta a los mejores del país y otros clubes fuertes han debido espabilar para ser competitivos ante la academia. De todas formas, los que salen todavía necesitan dos o tres años más para continuar su evolución porque el contexto de Marruecos no les da para el alto nivel. El fútbol es muy rápido en Europa y ellos no tienen esa velocidad”, argumenta Bernal, que pone como ejemplo a Ounahi, del que Luis Enrique mostró públicamente su sorpresa. “Cuando acabó en la academia, lo metimos en el Estrasburgo y a los dos años lo descartaron porque no les gustaba. Así que regresó y no sabíamos qué hacer con él hasta que le conseguimos un equipo de la Nacional de Francia [tercera categoría], el Avranches. Ahí jugó bien y el Angers [de la Ligue 1] se fijó en él”, detalla el técnico, hoy en Senegal. “Europa tiene más culpa de lo que hizo Marruecos en el Mundial que Marruecos”, sentencia Bernal.

Un fútbol con dos mundos muy marcados: una Liga con signos de mejora pero que atrae más a jugadores africanos que europeos y donde los mayores presupuestos solo rondan los 10-12 millones de euros; frente a una selección que dio el gran golpe en el Mundial. “La gente hacía el viaje de ida y vuelta en el día solo para el partido. El billete costaba 500 euros y la federación regaló muchas entradas. Se montaron unos follones en el aeropuerto tremendos”, cierra Juan Pedro Benali. De regreso a casa, en su torneo doméstico, la historia es otra.

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