Muere Marcos Alonso, el extremo de una gran saga, a los 63 años

Marcos Alonso Peña, padre del actual defensa del Barcelona, y exjugador del Racing de Santander, Atlético de Madrid y del club azulgrana falleció ayer a los 63 años como consecuencia de un cáncer. Hijo de Marquitos, mítico defensa del Real Madrid ganador de cinco Copas de Europa, fue un extremo veloz y con regate que llegó a ser 22 veces internacional. Su estampa a la carrera por la banda, con el flequillo por encima de los ojos, era una de las imágenes icónicas del fútbol español a principio de los años ochenta.

Nacido en Santander, pasó por la cantera del Real Madrid, donde no logró asentarse y firmó por el club de su tierra. Debutó con el Racing en Primera División a los 17 años y llamó la atención por su desparpajo y su capacidad de desequilibrio. En 1979 fichó por el Atlético de Madrid, en el que jugó hasta 1982. Con el club rojiblanco alcanzó la internacionalidad de la mano de José Emilio Santamaría en 1981 y estuvo en la prelista para el Mundial 82. Antes había participado en el Mundial juvenil de 1979 y en los Juegos Olímpicos de Moscú 80. Su estreno con la selección fue en un amistoso histórico al derrotar por primera vez España a Inglaterra en Wembley (1-2).

En su primera etapa como rojiblanco, el Pichón, como se le conocía por su jovialidad y su cara de niño, estuvo a punto de conquistar el campeonato de Liga de 1981 formando una delantera muy recordada junto a Rubio y Rubén Cano. En 1982 se produjo su traspaso al Barcelona de la mano de Josep Luis Núñez. El dirigente azulgrana lo fichó a la vez que a Diego Armando Maradona como parte de un ambicioso proyecto que ya contaba con Bernd Schuster y algunos de los mejores jugadores nacionales como Quini, Alexanco, Migueli, Carrasco, Urruti o Víctor Muñoz. A estos se sumaron ese mismo verano su compañero en el Atlético, el lateral izquierdo Julio Alberto, Morán, Urbano y Periko Alonso. Con Maradona le unió una gran amistad y fue uno de los pocos compañeros invitados por el astro argentino a su boda, junto al madridista José Antonio Camacho. Marcos siempre recordaba la primera vez que vio a Maradona en el vestuario haciendo malabares con las medias enrolladas como si fuera una pelota de tenis.

Con el Barcelona ganó una Liga (1984/85), una Copa del Rey (1983), una Supercopa de España (1983) y dos Copas de la Liga (1983 y 1986). Sus mejores momentos como jugador del Barça fueron el gol al Real Madrid que supuso el título copero y su participación decisiva en el citado torneo liguero conquistado en 1985, en el que fue una pieza fundamental para el técnico inglés Terry Venables. Un año después llegó su episodio más dolorosos como azulgrana como integrante del equipo que perdió la final de la Copa de Europa en la tanda de penaltis en Sevilla ante el Steaua de Bucarest. Él fue uno de los cuatro lanzadores del Barcelona que fallaron. Su etapa final en el club azulgrana estuvo marcada por sus suplencias.

En 1987 Jesús Gil y Gil lo reclutó como reclamo electoral junto a Paulo Futre y regresó al Atlético de Madrid. Una grave lesión de rodilla dificultó su segunda etapa como rojiblanco y en 1989 se marchó al Logroñés, donde jugó su última temporada en Primera. Un año después fichó por el Racing, al que volvió para ayudarlo a ascender de Segunda División B a Segunda A y después retirarse.

Finalizada su etapa como jugador, inició la carrera de entrenador como segundo de Jorge D’Alessandro en el Atlético de Madrid. Muy influenciado por las ideas de Cesar Luis Menotti, que le dirigió en el Barcelona, fue un técnico de marcado carácter ofensivo. Rayo Vallecano, Atlético de Madrid en el primer año del club rojiblanco en Segunda, Sevilla, Zaragoza, Málaga, Valladolid y Granada 74 fueron los clubes que dirigió.

Tras abandonar los banquillos trabajó para la marca deportiva Puma, como comentarista en diversos medios y se centró en el asesoramiento de la carrera de su hijo.

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