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Mas también juega

El ciclista de Movistar, que atacó en Sierra Nevada para atornillarse en el podio, aspira a superar a un Roglic que volvió a descontar segundos con el líder Evenepoel

Enric Mas durante la 15ª etapa de la Vuelta a España este domingo.
Enric Mas durante la 15ª etapa de la Vuelta a España este domingo.Tim de Waele (Getty Images)
Jordi Quixano
Sierra Nevada -

Las pasó canutas en el Tour, descabalgado por la covid y lejos de ser una amenaza en la general, bloqueado en los descensos y tildado de inmaduro, deportivamente hablando, por su jefe de equipo. Pero en la Vuelta es otro Enric Mas, reconciliado con la bicicleta, capaz de luchar con los mejores, escalador puro en Sierra Nevada que hizo tiritar a Roglic y Evenepoel, los gallos del pelotón.

Resulta que Sierra Nevada es el diapasón de la Vuelta, la montaña de sol y nieve que acentúa la historia del ciclismo en España y decide campeones. Es la ascensión en la que Álvaro Pino vio escapar por unos kilómetros su maillot de líder en 1986 pero que, esforzado y orgulloso él, pudo recuperar las fuerzas y la gloria. Es la larga pendiente en la que Jalabert, generoso, le dejó ganar a Bert Dietz en 1995 para reconocerle su homérica fuga. Es, también, esa carretera cuesta arriba en la que Valverde perdió (2006) ante Vinokourov y ganó frente a Evans una Vuelta (2009).

Y es, desde ahora, la subida en la que Arensman, el ciclista imberbe de DSM (22 años) que el año que viene correrá para Ineos, logró un triunfo de gran prestigio; en la que Enric Mas aclaró que no se conforma con completar el podio; y en la que Roglic, siempre batallador, volvió a atacar a un Evenepoel que apretó los dientes para cerrar la etapa con un susto y algo más, todavía líder pero consciente de lo que era suyo —el laurel final— ya no lo es tanto. “¿Cuál es el problema?”, resolvió Remco en la cima; “15 segundos es poco, para mí es una gran victoria porque es el primer final que hago a tanta altura y sigo de rojo”.

Fue una jornada tan bélica como táctica, de inicio a fin, desde la salida hasta el Alto Hoya de la Mora, 2.512 metros de altitud y los últimos estertores sobre la bicicleta de unos corredores que hicieron un monumento al ciclismo. Eran muchos los que querían el caramelo de meterse en la fuga y tener la opción de ganar la etapa, caso de Vine, Carapaz y Meintjes; y eran otros tantos, etapa de pinganillo, los que debían insertarse en la escapada para echar un cable a su líder en la última subida. Lo hizo Jumbo —Oomen y Dennis para tratar de catapultar a Roglic—, lo logró Quick-Step —Masnada y Vervaeke para espolear a Evenepoel— y también Movistar, Ineos y UAE para ayudar a Mas, Carlos Rodríguez y Ayuso. Pero Sierra Nevada tiene otras leyes que se reducen a la fuerza de las piernas y el corazón.

Así lo reivindicó Mas, que pasó de sobresaliente porque aguantaba las embestidas de los demás a genio por sentar a sus compañeros de podio. Quedaban 10 kilómetros para la meta y se quedó atrás del grupo, como si le flaquearan las fuerzas. Entonces, atacó Supermán López y ni Roglic ni Evenepoel le siguieron. Esta es la mía, se debió de decir Mas, que resulta que jugaba al gato y al ratón porque le dio al botón del hiperespacio, capaz de romper la cuerda y de abrir un hueco que ya nunca perdió. Mandíbula apretada, cadencia explosiva de pedaladas y, de regalo, un último esprint para acabar segundo y conseguir seis segundos de bonificación que no solo le atornillan como tercero sino que amenaza la felicidad de los dos primeros, ya con el Monasterio de Tentudía (etapa 17), el Alto del Piornal (18) y el Puerto de Navacerrada (20) en el entrecejo.

Por atrás, Roglic probó a Evenepoel en la falda de Alto Hoya de la Mora, deseoso de que la pájara del belga en la jornada anterior no fuera algo pasajero. Se quedó con las ganas porque Remco estaba entero, capaz de seguir de inicio el ritmo y después de imponerlo muchos kilómetros, preocupado por no perder demasiado con Mas, también ansioso por tumbar al esloveno de una vez por todas. Pero Roglic no se rinde ni abdica como bien explicó a falta de dos kilómetros para hollar, pues entró en combustión, fuego en las piernas, mirada al frente y baile de la cadena en el cuello como de su cuerpo sobre la bicicleta. Evenepoel no le pudo seguir, pero tampoco gripó para conceder pocos segundos. “De los tres, he ido el que más fuerte. Hasta Madrid, tenemos que soñar”, señaló Mas.

También mostró su fuerza Ayuso, siempre de menos a más, ya maillot blanco —de prestado porque es de Evenepoel— al superar a Carlos Rodríguez, que por momentos se quedó sin gasolina. Es la ley Sierra Nevada, la que Arensman doblegó, Mas resquebrajó y Evenepoel controló.

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