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Pelotas para hombres, pelotas para mujeres: la polémica distinción del US Open

El grande neoyorquino es el único que diferencia las bolas y las jugadoras protestan porque son más ligeras y difíciles de controlar. “Son horribles”, denuncia Swiatek

US Open
Nadal y Swiatek, durante una exhibición reciente en la central de Nueva York.JAMIE SQUIRE (AFP)
Alejandro Ciriza

Se pronunció primero la número uno del mundo, la polaca Iga Swiatek: “No sé por qué utilizamos pelotas diferentes a las de los hombres. Son horribles”. E incidió públicamente la cuatro, Paula Badosa, igual de rotunda unos días después: “Muy de acuerdo. Luego nos quejamos de que hay muchos errores y de que se ha perdido la táctica y la inteligencia en los puntos. Pistas más rápidas y bolas imposibles de controlar. Condiciones muy desfavorables para las jugadoras y el espectáculo”.

A falta de cuatro días para el pistoletazo de salida del US Open, del 27 de agosto al 11 de septiembre en el complejo de Flushing Meadows, vuelve a escena el recurrente debate de las pelotas, pero lo hace esta vez con un matiz diferencial: en Nueva York, precisamente el primer gran torneo que igualó (en 1973) los premios para hombres y mujeres, ellos y ellas juega con bolas diferentes; más pesadas en el caso de los chicos, más ligeras en el de las chicas.

Hubo un tiempo, o así lo consideraba la WTA, rectora del circuito femenino, en que la diferencia convenía con el objetivo de que se acelerase el juego de las jugadoras –salvo el golpeo poderoso de Serena Williams y alguna que otra excepción– y los partidos ganasen en ritmo y espectáculo, así como para proteger a las tenistas de posibles lesiones en las articulaciones del brazo (hombros, codos, muñecas) por la exigencia a la hora de mover la bola durante los intercambios. De ahí que en 2004, el organismo aplicase el cambio en la mayoría de los torneos disputados sobre superficie dura, como Indian Wells, Miami, Montreal o Cincinnati, entre otros. No así en el Open de Australia.

La diferencia hoy día chirría y el grande neoyorquino es el único de los cuatro majors que la impone. “Estas pelotas son horribles, especialmente después de cuatro juegos. Al final, ni siquiera puedes sacar a 170 km/h”, denunció Swiatek, de 21 años. “Quizá hace 15 años las mujeres teníamos más problemas en el codo porque las bolas eran más pesadas y por eso decidieron cambiarlas, pero ahora estamos muy bien preparadas físicamente y no creo que sea necesario”, agregó la de Varsovia, que esta temporada ha ganado seis trofeos y posee en total nueve individuales, cuatro de ellos en cemento.

“Vuelan de forma absurda”

Swiatek lamenta, además, que las bolas utilizadas en el US Open por las mujeres son muy difíciles de conseguir en Europa y que apenas pueden entrenar con ellas antes del desembarco en la gira norteamericana de verano. “Cometemos más errores, seguro, y no creo que sea agradable de cara al espectador. Siento que es realmente difícil controlarlas, vuelan de forma absurda”, continuó la actual mandamás del circuito, en un discurso al que se adhirió Badosa, de 24 años.

“Estamos jugando en pista rápida: lo que juegan las mujeres en estos torneos [Regular Duty], lo que juegan los hombres [Extra Duty]”, ilustró la catalana a través de una fotografía en la que mostraba dos botes y contraponía: “ideal para jugar en tierra y pistas lentas”, frente a lo “ideal para rápida”. La española hacía referencia a la diferencia técnica en la composición de la pelota. Más allá del peso (una oscilación de 50 a 60 gramos), la clave está en el revestimiento (Regular-Extra), lo que hace que las bolas se hinchen más o menos durante la trayectoria y se disparen de forma distinta.

Paula Badosa

Este año, la Federación Estadounidense de Tenis (USTA) ha apostado por unificar y emplear las pelotas de la marca Wilson para todos los torneos de la gira veraniega, en lo que supone una novedad con respecto a las temporadas anteriores; en los casos de Washington y Cincinnati se utilizaban las de la firma Penn, mientras que en Toronto y en el US Open se distribuían las de Wilson. No obstante, al reclamo de Swiatek y Badosa se han sumado otras jugadoras de peso y desde la dirección de la WTA se asegura haber tomado nota de cara al próximo año, y se subraya que la disparidad obedece a la intención de proteger el físico de las tenistas.

Barty, un lunar sintomático

“¿Es el único torneo? ¿En serio? Pensaba que habría más… No he jugado con esas bolas para mujeres, así que no tengo ni idea de cuál es la diferencia. No tengo nada que decir”, expuso la semana pasada el número uno masculino, el ruso Daniil Medvedev. “No lo entiendo, de verdad. Ahora jugamos con mucha potencia, y me consta que hay muchas compañeras que se han quejado”, abundó Swiatek, que el curso pasado ya se reunió junto a otras tenistas con el presidente de la WTA, el norteamericano Steve Simon; “quizá deberíamos presionar un poco más. Dejé de hacerlo desde que vimos los acontecimientos en Ucrania, pero no me siento bien jugando así”.

Una de las que ya había exigido una revisión del asunto es la australiana Ashleigh Barty, que se retiró en marzo cuando figuraba en lo más alto del circuito y cuando ya había ganado tres Grand Slams; todos excepto el US Open, donde nunca logró franquear la barrera de los octavos de final. Su técnico, Craig Tyzzer, expuso que no encontraba “ninguna razón” al contraste y que la ex número uno se había visto obligada a cambiar de raqueta para el torneo para intentar controlar mejor los golpes: “Esta bola es terrible para una jugadora con el perfil de Ash”.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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