Una generación de italianos sin Mundial
La eliminación retumba con estrépito en todo el país y simboliza la necesidad de una renovación completa
El gol de Macedonia en el minuto 92 retumbó como un estruendo de muerte de norte a sur en toda Italia. Ocho años seguidos sin Mundial. Una triste gesta nunca vista en la historia del fútbol italiano. Nadie podía imaginar que el equipo que había levantado la última Eurocopa con un juego total, alegre y efectivo caería con la pobre Macedonia del Norte en casa y se perdería, por segunda vez consecutiva, la máxima competición futbolística. Uno de los pocos eventos, para mayor drama nacional, que logra unir a un país casi siempre en disputa interna y necesitado como nunca, después de una dura pandemia, de un momento de comunión. La eliminación ante Suecia de hace cuatro años fue durísima. Pero estaba plagada de elementos en el terreno de juego que permitían explicarla. Esta vez reina un absurdo que dejará a toda una generación de adolescentes italianos sin recuerdos mundialistas.
El partido fue increíble: por estéril y por desesperante para la afición azzurra. Pero fueron así la mayoría de últimos encuentros disputados. Aún así, nadie en Italia lograba entender los motivos de una caída estrepitosa. El equipo tenía en el banquillo a Roberto Mancini, un buen entrenador al frente de una plantilla joven y con una calidad insólita en las últimas generaciones. Es verdad que el reglamento era un poco extraño, que había dos cabezas de serie en el mismo grupo, lamentaba el país antes del partido sin pensar realmente que podría ser relevante. Pero ni siquiera tuvo importancia, porque la Nazionale no logró ni llegar a la segunda ronda. Nadie podía imaginar, tampoco durante un partido en el que Italia dominó, que llegaría otra vez la hecatombe en Palermo.
La eliminación cogió a toda Italia por sorpresa. El país no estaba preparado para revivir el drama. En los bares de Roma no había ambiente de final, como sucedió con Suecia hace cuatro años. El partido ni siquiera había sido publicitado como una cuestión de vida o muerte como en aquella ocasión. La supuesta final debía ser el próximo martes con Portugal, no un encuentro subestimado en Palermo contra una selección considerada por todo el país de tercera. Pero Italia, presa del recuerdo de la eliminación contra Suecia, fue un manojo de nervios incapaz de sobreponerse a la historia reciente. Hace cuatro años se consumó una tragedia única: la selección no quedaba fuera de un Mundial desde 1958. Este jueves logró superarlo y marcar en rojo las páginas de su historia.
La crisis de la Serie A
La eliminación de Italia ahonda en una crisis deportiva que nace en las filas de los equipos juveniles y devasta la Serie A, un campeonato que no logra competir ya con las grandes ligas europeas. El espejismo de la última Eurocopa, coincide ya casi todo el mundo, hizo más daño de lo que se podía prever, maquillando un problema endémico que no ha podido resolverse. El capitán, Giorgio Chiellini, certificó el drama: “Nos ha faltado el gol, algo importante. Hemos cometido errores desde septiembre hasta hoy y los hemos pagado. Hay muchos chicos jóvenes y tenemos que reconstruir el equipo para volver a jugar la Eurocopa y este bendito Mundial dentro de cuatro años”.
Italia tendrá que hacer cuentas ahora con su presente. Lo primero, y más obvio, parece ahora la dimisión de su entrenador. “Es la desilusión más grande de mi carrera. Pero pensaré después en mi futuro luego. Toda la suerte de la Eurocopa ha sido mala suerte en este periodo”, lamentó el técnico. Deberá plantearse una trágica regeneración de una hornada de jugadores que apenas estaba empezando a despuntar. Pero también tendrá que analizar su futuro y permitirse soñar solo con volver a pisar el césped de un Mundial en 2026. Será 20 años después de levantar el último trofeo en Berlín y habiendo jugado solo seis partidos en una Copa del Mundo.
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