Red Bull y Mercedes bajan al barro
La escasa diferencia entre Verstappen y Hamilton en el Mundial hace que la tensión entre pilotos y escuderías se dispare
El señorío y la elegancia del que siempre alardean las escuderías que se miden en el Mundial de Fórmula 1 pierde importancia cuando entra en juego un título tan preciado como el de este año, el último desde la introducción de la tecnología híbrida, una etapa marcada por el implacable rodillo que ha pasado Mercedes, autor del monoplaza más dominante de la historia del certamen. En este punto reside la gracia de esta temporada. Más que un asunto deportivo, es casi un asunto de honor y credibilidad. La marca de la estrella quiere cerrar el ciclo con su octavo doblete consecutivo. Red Bull se está dejando el alma para evitarlo, en lo que sería una demostración de fuerza sin precedentes, habida cuenta de la ventaja con la que partió Mercedes al inicio de este periodo (2014).
Por toda esa carga simbólica, las dos escuderías tiran de todo lo que tienen a su alcance para tratar de desequilibrar una balanza más igualada que nunca. A falta de tres grandes premios para que el campeonato ponga el cerrojo en Abu Dabi, Max Verstappen lidera la tabla general con 14 puntos de margen sobre Lewis Hamilton. Que la distancia entre ambos sea tan pequeña trae dos consecuencias. Por un lado, alimenta las esperanzas de los dos equipos, que ven factible su objetivo. Por el otro, fomenta que la tensión entre ambos aumente, hasta el extremo de abandonar los márgenes del asfalto y trasladarse a los despachos.
Paralelamente al duelo entre los dos candidatos a la corona, Mercedes y Red Bull protagonizan otro a golpe de reclamaciones del que, al menos por ahora, el constructor del búfalo rojo es el ganador a ojos de la mayoría. Sin embargo, moralmente es el fabricante de Stuttgart el que se siente vencedor, por aquello de mostrar que tiene todos los elementos en contra, dado que el relato juega del lado de su oponente.
El fin de semana pasado, en Brasil, Hamilton salió a hombros de “uno de los fines de semana más duros” de su vida, en sus propias palabras. Por cambiar el motor de su coche y por llevar en él un alerón trasero móvil (DRS) ilegal, el británico recibió un total de 25 puestos de sanción acumulados —entre la carrera al sprint y la del domingo—, que en una exhibición antológica redujo a la nada para adjudicarse su sexto triunfo del curso y recortar en cinco puntos el colchón a favor del holandés. Para conseguirlo, el actual campeón tuvo que adelantar en pista a Mad Max, uno de los huesos más duros de la parrilla, que echó mano de todo lo que pudo y más para impedirlo, hasta el extremo de salirse de la pista junto a su rival, en una maniobra que incomprensiblemente ni siquiera fue investigada por los comisarios, quienes no lo consideraron oportuno.
Días más tarde, Mercedes hizo público a través de sus distintos perfiles en las redes sociales que disponía de una secuencia de vídeo que, a su entender, demostraba que Verstappen se fue largo deliberadamente en la curva 4 de Interlagos en la vuelta 48, y que en ningún momento tuvo intención de dar el viraje, sino simplemente evitar que Hamilton le superara.
Ya en el paddock del circuito de Losail, que este fin de semana celebrará el primer gran premio de su historia, los árbitros de la Federación Internacional del Automóvil (FIA) recibieron el jueves la solicitud de apelación por parte de Mercedes, invitándoles a repasar el nuevo el metraje, el de la cámara de a bordo instalada en la chimenea del bólido de Verstappen, que enfocaba directamente a las manos del corredor y al volante. Michael Masi, el Director de Carrera, reconoció que los comisarios decidieron no intervenir en Interlagos antes de ver el contenido de esas cámaras, porque deben ser los titulares de los derechos audiovisuales quienes lo descarguen, una vez finalizada la prueba. La FIA aplazó la decisión y fue este viernes, terminada la primera sesión de ensayos en Qatar, cuando se conoció que el organismo desestimó el recurso de Mercedes, al considerar que el material no aportaba nuevas evidencias.
La tirantez entre Red Bull y Mercedes es tan evidente que ni siquiera los protagonistas hacen esfuerzo alguno en camuflarla. “No tenemos ninguna relación, lo que hay es competición”, respondió Christian Horner, director del equipo de Milton Keynes, cuando se le preguntó por la evolución del trato que mantiene con Toto Wolff, su homólogo en el de Brackley. “Apretaremos al máximo porque hemos trabajado mucho para poder estar en esta situación. Creo que es la primera vez que alguien puede desafiar a Mercedes”, añadió el ejecutivo, en una declaración de intenciones que viene a decir que ahora ya vale todo porque aquello que está en juego es mucho más que un Mundial.
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