La desgracia de Álex Collado
El Barça dio de baja al interior al tener firmado su pase al Sheffield United, pero no se cerró la operación y está sin ficha
En mayo de 2019, en un encuentro que medía al Barça con el Celta, Dembélé se rompió en la primera arrancada. Reacio a aceptar la tercera lesión muscular del curso, aguantó cinco minutos sobre el césped. Entonces, Ernesto Valverde hizo debutar a Álex Collado (Sabadell, Barcelona; 22 años). “Esperemos que sea el primer paso de una buena carrera”, resolvió el técnico azulgrana. No fue así. Tampoco tuvo continuidad en la segunda ocasión que defendió al Barça, en febrero de 2020 y con Quique Setién en el banquillo. “La idea es que tenga los minutos de Carles Pérez [traspasado a la Roma] y que se pruebe en el primer equipo hasta acabar el curso”, apuntaron en el área deportiva. Por algo habían rechazado las ofertas del Sassuolo y Mallorca. Pero, de nuevo, no tuvo continuidad. Ahora su situación es todavía peor porque no tiene dorsal ni ficha (pero sí contrato), ni con el primer equipo ni con el filial, apartado de la competición por más que sí se entrene con el grupo de Koeman. Todo un enredo.
“Interior zurdo con ADN Barça”. Esa es la presentación que hace la web oficial del club sobre Collado. Definición que no le convence a Koeman, que en pretemporada le aclaró que no contaba con él, como remarcó al empezar el curso. “Prefiero a Demir que a Collado. Es parte de la competencia”, resolvió el entrenador después de la primera jornada ante la Real, todavía con el mercado abierto. El futbolista se quedó en tierra de nadie. El Barça rechazó una oferta del Brujas cuando parecía todo hecho, ya que Collado abandonó la concentración del equipo azulgrana. Pero el club belga cambió de repente las condiciones y exigió tener una cláusula de compra obligatoria al finalizar la cesión, término que desde Can Barça se rechazó por dejarse abierta una puerta con Collado. “Destaca por su calidad, pero también por ser un jugador muy intenso, nada vago. Con llegada y gol. Es muy completo”, reconoce un técnico de la casa. Insuficiente para Koeman y tormento para el futbolista, que antes del cierre de mercado sufrió el peor de los varapalos.
El Barça y Collado llegaron a un acuerdo con el Sheffield United, de la Segunda inglesa, hasta el punto de que estaba firmada la documentación. Pero todo se fue al traste sobre la bocina porque un trabajador del club inglés, según cuentan desde el condado de Yorkshire, se durmió en los laureles y no fue posible subir a tiempo la documentación al TMS —Transfer Matching System, organismo creado por la FIFA en 2009 para evitar irregularidades en las transacciones y validar las operaciones— y así cerrar la cesión. Un contratiempo mayúsculo porque el club ya le había dado la baja y eso, según el reglamento de LaLiga, le prohíbe darle de alta de nuevo hasta la próxima temporada. Tampoco podía hacerle ficha del B porque ya tenía todas ocupadas y porque probablemente tampoco se lo hubieran permitido desde LaLiga. Entonces, el Barça intentó hacerle ficha con medidas cautelares al alegar la lesión de larga duración de Braithwaite en la rodilla izquierda, pero se llevó doble negativa por respuesta.
“Lo lógico sería que se marchara cedido en enero”, deslizan desde los despachos de la Ciudad Deportiva, obstinados en que se quede en el club porque por algo lo incluyeron en la foto de la revista oficial con el lema Dream Teen —juego de palabras con el Dream Team de Cruyff y en referencia a los teenagers, jóvenes, que ahora despuntan en el equipo de Koeman—. En negociaciones con clubes de Inglaterra, Alemania, Italia y España (el Mallorca), Collado sigue estudiando dos días a la semana inglés tras aprobar el año pasado el Bachillerato. Es la luz al final del túnel, pues el futbolista, con contrato hasta 2023 y con una cláusula de rescisión de 100 millones, siempre ha remado a contracorriente porque su padre lo abandonó a los seis años para quedarse a vivir con su madre, Susi, su hermano Jonathan (también sus abuelos) en una situación económica precaria.
El fútbol le dio la vida. Pero ahora no puede jugar. Todo un viacrucis que espera resolver en enero junto a su agente, también su otro gran apoyo. Hasta entonces, se atará las botas y se entrenará con el Barça, el club de sus amores porque tampoco quiere irse sin intentar antes una cesión. Aunque espera que en esta ocasión sí se haga.
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