Pochettino sustituye a Messi y este se marcha enojado
El técnico cambia al argentino cuando el PSG empataba 1-1 ante el Lyon en el decepcionante debut de la alineación estelar del equipo parisino en Ligue 1. “No pueden jugar más de once”, explica
Con empate a uno en el marcador y ante la propia hinchada amontonada en unas gradas fragorosas, Mauricio Pochettino sustituyó a Messi por Achraf Hakimi pasado el minuto 70 del clásico PSG-Lyón. El cambio, además de introducir un esquema con cinco defensas, incorporó un mensaje extrañamente contradictorio. Al experimento del Paris Saint Germain, concebido como la expresión definitiva del fútbol artístico y ofensivo, le queda mucho por esclarecer. El paso del Lyón por el Parque de los Príncipes expuso el enigma de un proyecto de futuro incierto.
Preguntado por la sustitución de Messi, que en la segunda parte se difuminó por completo, el técnico explicó que se trató de una decisión táctica autónoma. “No pueden jugar más de once y para eso estamos los entrenadores en la banda”, dijo Pochettino en la conferencia de prensa, antes de apuntar el contenido del intercambio fugaz que mantuvo con su paisano. “Le pregunté cómo estaba y me dijo que ‘bien’”.
Fue algo insólito, tratándose de un futbolista a quien en el Barcelona y en la selección jamás sustituían sin que él diera su consentimiento. El sofoco del argentino, fichado libre a sus 34 años para culminar el sueño de Nasser Al-Khelaifi y los príncipes de Catar, se hizo evidente en el despliegue de gestos que exhibió en el banquillo. Messi estaba furioso. Pochettino abundó en sus argumentos: “Tomamos la decisión para evitar una posible lesión en el futuo; se acercan partidos importantes y hay que protegerlo”.
La victoria amortiguará el conflicto. Pero el 2-1 fue producto de circunstancias accidentales más que del juego. Provisto de buenos jugadores como Paquetá, Emerson, Toko Ekambi y Caqueret, y animado por un espíritu solidario y colectivista, el Lyón de Bosz arrinconó al PSG. Al equipo de las estrellas lo arrastraba una riada cuando el árbitro, Clément Turpin, juzgó los hechos al revés y pitó el penalti que transformó el partido. Entonces el 0-1 en contra trocó en 1-1, el drama se tornó en ventura, la lógica del fútbol dejó de explicar el resultado, y en el palco de autoridades del Parque de los Príncipes los enviados del emir debieron encogerse de hombros ante el carácter voluble del show que financian.
Solo un penalti esotérico permitió al PSG salir a flote de un partido que se lo tragaba ante el Olympique de Lyón en el día del debut como titulares de Messi, Mbappé y Neymar en Ligue 1.
Había marcado Paquetá después de un contragolpe rápida y puntualmente conducido por Toko Ekambi y Emerson Palmieri. Una combinación que pilló al PSG completamente descolocado en el acto de hacer una presión mal sincronizada, con Kherer abandonado a su suerte en la banda derecha y los centrales fuera de sitio procurando compensar los espacios inconmensurables de un mediocampo partido. El 0-1 reflejó la realidad de un contraste llamativo. De un lado el juego fluido y coherente del Lyón, colectivamente bien ensamblado y muy seguro con la pelota, del otro el PSG, dependiente de la lucidez de Messi para improvisar avances cada vez más trabajosos.
Llegaba y remataba más el Lyón, a pesar de que sus centrales, Boateng y Denayer, hacían de cada decisión una lotería. Dominaba el equipo visitante por más que Messi hacía las jugadas más brillantes, estrellaba un tiro en la cruceta y ponía a prueba dos veces al portero Lopes tras sendos taconazos de Neymar y Mbappé.
“Ha habido una mejoría”
El 1-0 parecía la consecuencia más natural de la cadena causal cuando Neymar forcejeó con Gusto en el área de Lopes, lo agarró por el cuello, y el central cayó al suelo. Parecía falta en ataque. Pero Turpin declaró penalti. Penalti irrevocable. Sin intervención de VAR. Sin consulta. Sin sombra de duda. Como en los viejos tiempos. El gol de Neymar, celebrado con furia por todo el mundo menos por Messi, equilibró lo que parecía descompensado.
La sustitución del argentino apenas consolidó defensivamente al PSG frente a un adversario que insistió en buscar la victoria con el mismo aplomo.
Se agotaba el tiempo añadido cuando Mauro Icardi cabeceó al ángulo un centro de Mbappé. El 2-1 desahogó al PSG después de una noche a contracorriente y permitió a Pochettino presentar un discurso optimista en la conferencia de prensa.
“Creo que hemos hecho un buen partido”, dijo Pochettino; “creo que ha habido una mejoría respecto al partido de Brujas, ante un muy buen equipo como el Lyón”.
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