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De la influencia de Ronaldinho al anzuelo de Agüero: todas las relaciones de Messi en el Barça

El brasileño fue el primer aliado de la estrella azulgrana en el vestuario del Barcelona, que ahora sumará al histórico amigo del 10 en la selección argentina

Juan I. Irigoyen
Ronaldinho y Messi, tras un clásico ante el Madrid en la temporada 2006-2007.
Ronaldinho y Messi, tras un clásico ante el Madrid en la temporada 2006-2007.

Distendido como casi nunca, el pasado 24 de junio, el día de su aniversario, Lionel Messi dejó entrar en su habitación de la concentración de la selección argentina en el Predio de Ezeiza a Paredes, De Paul, Lo Celso, Papu Gómez, Otamendi, Di María y el Kun Agüero. Le regalaron un frasco de miel, un perfume usado, un paquete de yerba, una botella de vino y un litro de agua bendita. La Pulga sonreía cada vez que abría una nueva bolsa. Estaba rodeado de la nueva camada de la Albiceleste, pero tampoco faltaban tres de sus históricos compañeros: Otamendi, Di María y Agüero. “La renovación en el plantel de la selección benefició al liderazgo de Leo”, cuentan en el cuerpo técnico de Argentina. “Messi hace tiempo que es una persona influyente en el equipo, en la plantilla y en el club. Otros referentes como Piqué y Busquets no lo condicionan. Pero la llegada de Agüero la entendemos como algo positivo para él”, aseguran desde los despachos del Barcelona.

Ya sin Luis Suárez en Sant Joan Despí, el Barça entendió la figura del Kun Agüero como un anzuelo para asegurarse la renovación de Messi. “El Kun es un chico muy bueno. Ya ves lo que pasó en la Copa América. Un jugador con su trayectoria que es suplente y no se queja. Le hace bien a Leo”, insisten en el Barça. Agüero es el primer amigo de Messi en Argentina y será su último en el Barcelona, después de que, una vez atado el fichaje del exdelantero del City, el capitán azulgrana aceptara renovar su contrato por cinco temporadas más. Su carrera en el Camp Nou finalizaría con 39 años. La empezó con 16.

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En la temporada 2003-2004, Messi comenzó en el juvenil B. Saltó al juvenil A y pasó por el Barça C y el Barça B antes de aparecer en el primer equipo en un amistoso frente al Oporto. En el banquillo mandaba Frank Rijkaard y en el césped Ronaldinho. “Todos sabíamos que Ronnie era el mejor y que detrás de sus pasos iba a ir Leo muy rápido. Era un vestuario en el que todo el mundo era consciente de su rol. No estaban esos egos que muchas veces existen entre los jugadores”, cuenta Gabi Milito, jugador del Barcelona entre 2007 y 2011. El brasileño, junto a Thiago Motta y Deco, apadrinó al joven rosarino. “Ronaldinho era de estar todo el día cantando y con el bombo. Era como un papá para Leo, que lo seguía a todos lados”, cuentan un empleado del club.

Ronaldinho se apagó en el campo; no lo hizo, sin embargo, en la noche de Barcelona. Y la influencia del brasileño dejó de ser positiva para Messi. La familia del rosarino, preocupada, comenzó a pasar más tiempo en la capital catalana. De hecho, hay quien cree en el club azulgrana que la carrera del 10 nunca hubiese sido lo que fue si Ronaldinho se hubiera quedado en el Camp Nou. “Los futbolistas son jóvenes y se pueden confundir. La llegada de Guardiola centró a Leo. Una de sus primeras decisiones fue poner a Pepe Costa [hoy jefe de la oficina de atención al jugador] a su lado”, explican las mismas fuentes.

De entrada, su sintonía con Neymar y Suárez no fue la ideal. “Tu ‘brasilerito’ no arranca”, le soltó en 2013 a Sandro Rosell

En el verano de 2008, Guardiola borró a Ronaldinho y a Deco. Un año antes, Thiago Motta ya se había marchado al Atlético. Messi heredó el dorsal 10 y su entorno cambió: Milito, Dani Alves y Pinto. Más tarde se sumaron Mascherano y Cesc (viejo amigo del 10 de la etapa de la Masia). Del bombo a la PlayStation, el rosarino modificó sus hábitos. Lo ayudó también el fisioterapeuta Juanjo Brau. “Si quieres ser el mejor del mundo, te tienes que cuidar como el mejor del mundo”, le aconsejó. En el vestuario, el mando lo tomaron Puyol y Xavi y en la vida privada de Messi volvía a aparecer el amor de su infancia, Antonela Roccuzzo. “Su mujer fue otra persona clave. Lo mantuvo centrado, como también influyó el nacimiento de sus hijos”, explican en el club.

Los consejos de Milito y la seguridad de Mascherano

Desde el área deportiva intentaron acercar a Messi al grupo de españoles. No lo consiguieron. Tampoco les preocupó: la sintonía en el campo era excelsa. El 10 estaba cómodo en el vestuario, de los consejos de Milito –”fue de los pocos compañeros que se podía animar a cogerlo del peto”, aseguran en Sant Joan Despí- a la seguridad de Mascherano, con las bromas de Pinto y Alves a mano. “Ese grupo fue muy positivo para Leo”, subraya una fuente del Barcelona, conocedora de los intríngulis del vestuario.

Messi, por entonces, ya era el rey del Camp Nou. De 2009 a 2012 ganó cuatro Balones de Oro y dos Champions. Tras la etapa de transición con Tito Vilanova y el Tata Martino, la dirección deportiva buscó refrescar el vestuario. El rosarino alcanzó con Argentina la final en Brasil 2014, mientras Andoni Zubizarreta junto a Luis Enrique repensaban el equipo. Ya contaban con Neymar y apostaron por Luis Suárez a pesar de que Messi quería a su amigo Agüero.

De entrada, la sintonía entre los tres delanteros no fue la ideal. “Tu brasilerito no arranca”, le soltó, en 2013, el 10 a Sandro Rosell. Era la primera temporada del paulista. Un año después, Luis Suárez tampoco lo enamoraba. “Leo es tímido. Si no te conoce puede parecer un poco distante. Hay que sabérselo ganar. Pero lo más importante para él es lo que pasa en el campo. Pasaron grandes delanteros que no hicieron nada en el Barça. O chutas o le miras a Leo. Las dos cosas, no”, sostiene un empleado del club. Messi, Luis Suárez y Neymar conquistaron la Champions de Berlín y forjaron una amistad que dura hasta hoy. Ninguno de los dos cuestionó jamás el liderazgo de Messi en el campo como si lo habían hecho Ibrahimović y Eto’o. Todavía conservan su grupo de WhatsApp, los tres sudacas, y no dudan en mostrarse unidos en público. El abrazo entre el argentino y el brasileño tras la final de la Copa América fue la postal de que la rivalidad entre los dos gigantes de Sudamérica empieza y termina en el campo.

Cabizbajo, medio apagado, no era raro ver a Messi solo en la Ciudad Deportiva al inicio de la pasada temporada. Poco a poco se fue relajando

En 2017, Neymar se marchó a París. Tres años más tarde, Luis Suárez se fue al Atlético. Messi también quiso irse, pero Josep María Bartomeu no lo dejó. Sin el uruguayo ni Arturo Vidal había perdido a sus cómplices en el vestuario. “Es verdad que lo pasé muy mal en verano. Pero venía de antes, por como acabó la temporada, el burofax y todo eso... Después lo arrastré un poco al principio de la temporada”, confesó el rosarino. Cabizbajo, medio apagado, no era raro ver a Messi solo en la Ciudad Deportiva. Poco a poco, sin embargo, se fue relajando. Se acercó a la vieja guardia (Busquets, Alba, Piqué y Sergi Roberto) y hasta miró a los jóvenes. Mingueza, por ejemplo, se sumó a sus partidas de parchís en los desplazamientos.

“Ya lo hizo en Argentina, ahora lo puede hacer en el Barça”, confían en el área deportiva del cuadro azulgrana. En el Barcelona esperan que Messi lidere a la nueva generación. Quieren que Ansu Fati, De Jong, Araújo, Pedri y Eric García sean en Sant Joan Despí lo que Papu Gómez, Paredes, De Paul y Lo Celso son en Ezeiza. Cerca de Piqué y Busquets, ya cuenta en el Camp Nou con su histórico aliado en Argentina: Agüero. Un detalle nada menor para el 10.

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Sobre la firma

Juan I. Irigoyen
Redactor especializado en el FC Barcelona y fútbol sudamericano. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Ha cubierto Mundial de fútbol, Copa América y Champions Femenina. Es licenciado en ADE, MBA en la Universidad Católica Argentina y Máster de Periodismo BCN-NY en la Universitat de Barcelona, en la que es profesor de Periodismo Deportivo.

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