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Alemania 1974

La novela gráfica ‘La patria de los hermanos Werner’ captura a través del fútbol unos años clave para Europa en el país germano

Pedro Zuazua
La patria de los hermanos Werner

Uno de los principales y más adictivos componentes del fútbol es su alto grado de azar. Se disputa en un espacio lo suficientemente extenso y con una parte del cuerpo —los pies— lo suficientemente imprecisa como para generar esperanzas de que suceda lo inesperado. Esa es la parte que más engancha a los hinchas. Y la que menos gusta a los dirigentes.

El 22 de junio de 1974 se enfrentaban la República Democrática Alemana (RDA) y la República Federal de Alemania (RFA). Partido de la primera fase del Mundial. Disputado en Hamburgo. El gol que Jürgen Sparwasser anotó en la portería de Sepp Maier le valió la victoria al equipo de este. Poca gente hubiera apostado por ese resultado. Se habló, incluso, de una victoria del comunismo frente al capitalismo. El destino quiso que esa derrota allanara al camino hacia el título de la RFA: los cruces resultaron más sencillos desde la segunda posición del grupo.

La patria de los hermanos Werner (Ponent Mon) es una novela gráfica que gira en torno a aquel partido para captar unos años clave en la historia de Alemania. Es obra de Philippe Collin y de Sébastien Goethals. Narra la peripecia vital de Andreas y Konrad, hermanos que se quedan huérfanos en el Berlín de 1945. Su historia es el reflejo de una época: en 1951 había censados en Alemania dos millones de huérfanos.

Captados por la Stasi, Andreas y Konrad se convierten en espías. Las misiones los separan —uno es destinado a la RFA— y el Mundial los vuelve a unir —el otro viaja con la selección para evitar fugas—. El reencuentro en Hamburgo generará muchas contradicciones en ellos. Los estilos de vida, las dudas, los sentimientos, el amor, el miedo o los inescrutables caminos del fútbol y de la vida se mezclan en una historia en la que también hay espacio para el humor. Como en esa guardia en la que, años antes de ser espías y vigilando la frontera, los hermanos se cuentan un chiste sobre unas personas que estaban esperando para atentar contra Hitler. Tenían información sobre su itinerario. Los minutos van pasando y el dictador nazi no aparecía. Cansado de esperar, uno le dice a otro: “Pues espero que no le haya pasado nada”. Andreas y Konrad se ríen a carcajadas.

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Sobre la firma

Pedro Zuazua
Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo, máster en Periodismo por la UAM-EL PAÍS y en Recursos Humanos por el IE. En EL PAÍS, pasó por Deportes, Madrid y EL PAÍS SEMANAL. En la actualidad, es director de comunicación del periódico. Fue consejero del Real Oviedo. Es autor del libro En mi casa no entra un gato.

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