Nadal cambia de perspectiva: “Hay alguna opción de luchar por lo que vine aquí”
El balear accede como un tiro a los cuartos contra Tsitsipas tras un salto cualitativo de juego con la mejora del segundo saque gracias a una infiltración en la espalda. Está a tres peldaños de su 21º grande
Rafael Nadal y su equipo se dirigieron a primera hora del pasado viernes a una clínica de Melbourne para que el campeón de 20 grandes, dolorido de la espalda desde hacía tres semanas, se sometiese a una pequeña intervención que significaba gastar el último cartucho. De no funcionar, el destino probablemente hubiera sido bien distinto y el balear, seguramente, no estaría donde hoy está, sobrevolando los cuartos de final del Open de Australia después de vencer este lunes al italiano Fabio Fognini por 6-3, 6-4 y 6-2, en 2h 16m. Para su fortuna, la inyección de anestésicos y antiinflamatorios entre las vértebras de la zona lumbar no solo le funcionó, sino que supuso una liberación definitiva. Nadal es, de nuevo, un Nadal reconocible. Sin grilletes.
De repente, lo que un día era gris (tirando a muy oscuro) se convirtió en un paisaje bastante más amable. Si antes de la tercera ronda frente al británico Cameron Norrie todo eran incertidumbres y dudas, ese día ya se percibió una evolución, consolidada en el duelo contra Fognini. El de San Remo suponía una prueba mayor —es el único rival que ha conseguido levantarle dos sets en contra en un grande, en toda su carrera— y el resultado fue sumamente satisfactorio. De repente, lo que era oscuridad es ahora un escenario que proyecta bastante más optimismo, aunque el horizonte depara un duro cruce con el griego Stefanos Tsitsipas, que llegará fresco puesto que Matteo Berrettini no superó sus molestias abdominales y no compareció en la pista.
En la videoconferecia con los periodistas, Nadal ofreció alguna dosis de optimismo: “Evidentemente, la perspectiva del torneo ahora es diferente de la de hace cinco o seis días. La situación ha mejorado, sin ninguna duda. Hoy [por ayer] ha sido una victoria importante para mí, contra un rival que siempre me ha causado problemas; y en tres sets. El primero”, añadió el mallorquín, “ha sido muy bueno y después me he cansado un poquito porque al final, cuando uno está 19 días sin entrenarse a la intensidad adecuada, la preparación se resiente. Hoy físicamente me he encontrado más rápido y resistente, así que he dado un paso adelante en todos los sentidos”.
A sus 34 años, Nadal domina los tiempos y el contenido del discurso. “Tiene una mente muy bien estructurada para comunicar”, precisa una persona que le conoce desde que puso el primer pie en el circuito profesional. El tenista español no suele deslizar frases al azar, de ahí que lo de esa “perspectiva diferente” no deba caer en saco roto. Ahora sí, el mallorquín se ve capaz de asaltar el trono australiano. “La espalda ha mejorado, sin ninguna duda, y ahora sí que hay alguna opción de luchar por lo que vine aquí. La preparación no ha sido la ideal, así que puede que esté con un déficit con respecto a otros; ahora bien, si me preguntas si hace cinco días te hubiese firmado estar como estoy ahora, lo hubiese hecho con los ojos cerrados”, comentó después de una reconfortante actuación que abrió paso a la luz.
Efecto de colchón
En su análisis, Nadal incidió en la progresión física y también la tenística. Después de casi tres semanas con el freno de mano puesto, por fin ha podido trabajar durante tres días consecutivos con la intensidad que necesita para reactivar los automatismos y recuperar la chispa. Mencionó el revés, de nuevo capital y cada día más determinante en su juego; también la movilidad, martirio para Fognini porque no dejó prácticamente una rendija; y también los segundos servicios, otro aspecto fundamental en su esquema porque actúan de colchón de seguridad si la inspiración no es la deseada con los primeros.
Los problemas de espalda le impedían ejecutar correctamente la palanca y le forzaron a una mecánica de mínimos. Sin embargo, el pinchazo del viernes atenuó el dolor y, en consecuencia, ha podido recuperar la maniobra más ofensiva del saque. De esta forma, la bola de Nadal viaja a otra velocidad. En el debut ante Laslo Djere, el registro del segundo servicio alcanzó un promedio de 151 km/h; contra Michael Mmoh en la segunda escala, 147 km/h; fue sensiblemente superior frente a Norrie; y este lunes el velocímetro marcó 160 km/h. Es decir, un crecimiento muy significativo del primer al último día, en términos técnicos.
“Si quiero tener opciones ante alguien como Tsitsipas, debo jugar a un nivel muy alto”, advertía antes del cruce (Nadal le ganó seis de los siete precedentes) para pasar a semifinales. El griego, en cualquier caso, llegará con una advertencia sobre la mesa: Nadal ha desplegado las alas y está a tres peldaños de su 21º grande.
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