Raúl García y Lucas Vázquez, cruce de caminos
El delantero del Athletic, autoexpulsado hace un mes en Valdebebas, marca dos goles en dos errores del lateral del Madrid
El fútbol es una noria. Que se lo digan a Lucas Vázquez y Raúl García. El primero llegó como un cohete a Málaga, más insustituible que nunca, igualando su mejor racha de titularidades seguidas en la élite (18). El navarro, sin embargo, la última vez que se cruzó con el Real Madrid, hace un mes, protagonizó una peladura de cables inexplicable, sobre todo para los suyos, autoexpulsado al cuarto de hora del duelo en Valdebebas (3-1). De La Rosaleda, el primero salió por los suelos, protagonista negativo de los dos tantos en contra, y el segundo, bigoleador y en la gloria.
A mediados de diciembre, Raúl García aterrizó mustio a la Ciudad Deportiva del Madrid. Había sido suplente en los cuatro encuentros anteriores de su equipo y sin ninguna gana de celebrar el tanto de penalti que había metido en el duelo previo, en Mestalla. Tan cruzado apareció esa noche que no tardó en hacerlo notar. Con 34 años y 485 encuentros en la élite, le propinó un hachazo incomprensible a Kroos, que estaba de espaldas y en la frontal de su área. Expulsado de inmediato. Un cortocircuito que empezó a inclinar ese choque. Un mes después, en la semifinal de la Supercopa compareció para bien. Hasta este jueves, solo acumulaba una diana en todo el curso y de Málaga se marchó con dos más en el zurrón. A los 18 minutos se la cruzó a Courtois en un mano a mano y, a los 37, apuntilló al belga sin contemplaciones desde el punto de penalti. Un desquite en toda regla.
El navarro celebró y Lucas Vázquez penó. Tan protagonista fue el león con sus dos emboques como el gallego por los dos errores que precedieron a esos goles. En el primero, el atacante reconvertido esta temporada en lateral derecho —décimo choque que actúa en esa posición— falló en una entrega y Dani García aprovechó el obsequio para filtrar un pase definitivo a Raúl García. Y pasada la media hora, abrazó a Iñigo Martínez dentro del área y al árbitro no le hizo falta ni consultar al VAR. Quién sabe si la cabeza de Lucas Vázquez se había quedado varada en el error del 0-1. Se trató de la segunda pena máxima que comete en sus 227 partidos con el Madrid; las dos, precisamente, esta temporada (la primera fue en Mestalla). Una celebración, la de sus titularidades consecutivas, que derivó en una tortura. El fútbol, a veces, es una cuestión de errores, y él cometió dos letales.
El impulso de Asensio
Tampoco le fue muy bien a Hazard. La espera en una Rosaleda envasada al vacío estuvo amenizada con una sesión musical de grandes éxitos del pop-rock español de los ochenta y noventa. Un canto a la nostalgia, lo que evoca también el fútbol del belga en el Real Madrid. Su ubicación de salida dejó la primera noticia de la noche en Málaga. Tal vez en un intento de reiniciar su fútbol, Zidane lo situó por la derecha, con querencia a deslizarse hacia el centro como mediapunta. La novedad táctica dio lugar a alguna señal de mejoría en el ex del Chelsea. Amenazó a los 10 minutos a Unai Simón desde la frontal y al rato conectó bien con Casemiro. Pero la tuvo a los 28, cuando se encontró con una buena oportunidad dentro del área y resolvió de forma confusa, como una síntesis de su momento. Para entonces, ya con el 0-1, ZZ había desmontado el dibujo inicial y Hazard había regresado a su lugar habitual, la izquierda.
Desde ahí enlazó al comienzo de la segunda parte con Asensio, que la estampó en el palo. Ningún equipo de Primera ha rematado tanto a la madera (20 veces) en todas las competiciones como los blancos. El balear lo hizo dos veces. Pese al gatillazo del equipo, el zurdo continuó con su tendencia al alza. En un conjunto con tantas dificultades en ocasiones para crear peligro, él fue el único que inquietó de verdad a Unai Simón. Realizó seis disparos, su mejor registro junto a un encuentro contra la Real Sociedad en 2017. Y entre palo y palo, Hazard regresó al banquillo de pensar y en su lugar salió Vinicius, otro jugador instalado en la melancolía, sufriendo un duro invierno en el paquete de suplentes.
A las bravas, otra vez con Ramos de delantero centro como recurso a la desesperada, Mariano saliendo en el noventa y el Athletic amenazando a la contra, el Madrid hincó la rodilla en la Supercopa.
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