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Una elástica, un golazo y dos jornaleros del área

La Supercopa de España ha sido el escenario de historias para recordar de sus cuatro participantes actuales, Real Madrid, Barça, Athletic y Real Sociedad

Ronaldo conduce el balón en una jugada del partido de la Supercopa contra el Atlético el 25 de agosto de 1996.
Ronaldo conduce el balón en una jugada del partido de la Supercopa contra el Atlético el 25 de agosto de 1996.Agusti Carbonell

La no siempre ponderada Supercopa cumple 37 años. Puesta en marcha como competición oficial en 1982 para enfrentar a los campeones de la Liga y de la Copa del Rey, ha pasado por diferentes formatos, fechas y escenarios. En este su segundo año con cuatro participantes, también todos ellos saben lo que es ser campeones. El Barcelona luce 13 títulos por los 11 del Real Madrid. El Athletic suma dos, el primero (1984-85) sin disputarse el torneo al haber sido campeón liguero y copero. La Real Sociedad presume de uno, con el valor emocional de ser el primero. Todas las ediciones han tenido sus protagonistas y sus aventuras singulares.

1982. La celebración de Arconada. Real Sociedad-Real Madrid (1-0 y 4-0). Primera edición. Se jugó comenzada la temporada siguiente, en octubre y diciembre. Se enfrentaron el campeón de la Liga, la Real Sociedad, y el campeón de la Copa, el Real Madrid. Ormaechea y Di Stéfano, los entrenadores. En el Bernabéu mínima victoria blanca con gol de Metgod. En Atotxa, tras la prórroga, apoteosis donostiarra (4-0) con tantos de Uralde, dos, López Ufarte y Salguero en propia puerta.

Dos partidos de alta tensión con incidentes en las gradas (lanzamiento masivo de objetos en ambos campos) y en el césped. En el primer envite, el Madrid jugó desde el minuto 22 con 10 por expulsión de Juanito. El árbitro, Enríquez Negreira, mostró 12 amarillas además de la roja por doble amonestación. En la vuelta, fueron dos los expulsados madridistas: Juan José y Ángel, ambos en la segunda parte. Pes Pérez mostró otras seis amarillas. Aun con nueve, el Madrid aguantó hasta la prórroga. La apoteosis local se vivió en los últimos minutos. Ya con 4-0, Arconada detuvo un penalti a Metgod y lo celebró de una manera eufórica para su sobriedad natural. En esa acción se rompió el escafoides.

Peio Uralde (Vitoria, 62 años) no tiene la menor duda de que aquellos fueron los dos goles más importantes de su carrera. “Todos los delanteros nos acordamos del 99 por ciento de los goles que marcamos y más de esos dos. El primero fue en un barullo, controlé con el muslo y rematé con la zurda. Un golazo impresionante. El segundo, que era el 3-0, fue en una jugada clásica de López Ufarte, que cuando salió el portero me la dejó y rematé a puerta vacía con la derecha. Mi fuerte era la cabeza y ese día marqué uno con cada pierna”.

Tampoco puede olvidar el ambiente de los dos partidos. “Nos hacía ilusión jugar esa primera Supercopa. La rivalidad que entonces había entre los dos equipos era grande. Fueron dos duelos fuertes, duros, con mucha tensión. Se unía el tema deportivo y el político, que en esa época estaba muy sensible. Fue muy emocionante. Cuando Luis [Arconada] paró el penalti, Atotxa explotó en una ovación atronadora”.

Esa noche de diciembre, Peio se las tuvo tiesas con Bonet, su marcador. “Me dio unas cuantas patadas y yo también a él, me tenía que defender. Estábamos picados. Eran marcajes al hombre, batallas de uno contra uno. En el campo nos dábamos de leches, nos llamábamos de todo. Patadas que ahora las ves por televisión y te echas para atrás, de juzgado de guardia alguna, pero luego fuera del campo nos llevábamos bien en general. Éramos compañeros de la selección. Siempre tuve buena relación con Juanito, Santillana, Camacho, Del Bosque… que era un fenómeno”.

1990. Aragón desde el centro del campo. Real Madrid-Barcelona (0-1 y 4-1). Los blancos venían de ganar cinco Ligas consecutivas, pero comenzaron mal el curso 90-91 y en pleno diciembre, cuando se disputó la Supercopa, el Barcelona de Johan Cruyff, campeón de la Copa anterior, estaba pletórico. El Real Madrid se impuso ya en la ida en el Camp Nou (0-1) y en el Bernabéu redondeó la faena con una goleada (4-1). El último tanto de la noche lo marcó Santi Aragón desde el centro del campo. El gol de su vida.

Crecido en la cantera blanca, Aragón (Málaga, 52 años) no quiere pavonearse de la jugada aunque reconoce que le ha acompañado durante toda su carrera deportiva. “Acaban de cumplirse 30 años. Todos sabíamos que el Barça de Cruyff jugaba con la defensa adelantada y Zubi hacía un poco de libre. Le robé el balón a Eusebio, al que mando un abrazo ahora que lo está pasando mal. Estaba en el círculo central pero ya en su campo, Salí un poco trastabillado de la jugada y mientras me equilibré vi a Zubi adelantado. Como una de mis características era el golpeo de media y larga distancia, lo intenté. Míchel, que estaba a mi lado, fue el primero que cantó gol cuando el balón todavía iba por el aire. Yo hasta que no la vi dentro no dije nada”.

Andoni Zubizarreta (Vitoria, 59 años), que ya había ganado la Supercopa con el Athletic y conquistaría las dos siguientes con el Barcelona, explica con resignación aquella jugada. “Cruyff dijo en público un día que me había dicho que tenía que jugar adelantado y que si un día me metían un gol por encima, que aplaudiera. Esa noche no aplaudimos. Ni él ni yo. Tenía que jugar adelantado. Johan nos pedía eso. El tiro de Aragón parecía imposible. Corrí hacia atrás e intente volar todo lo posible, pero entre el campo, que estaba muy pesado, y que yo no era el más volador de los porteros, el balón acabó en la red”.

1996. Nace un fenómeno. Barcelona-Atlético de Madrid (5-2 y 3-1). La Federación había revocado la figura del campeón automático en el caso de que un mismo club hubiera ganado la Liga y la Copa y el subcampeón de esta, el Barcelona, se enfrentó al Atlético de Radomir Antic, que había conquistado el doblete. La ida se jugó en Montjuïc porque se estaba resembrando el Camp Nou. Expectación máxima por el debut del flamante fichaje azulgrana Ronaldo Nazario de Lima. Fue el gran protagonista con dos tantos y una jugada excepcional. Un regate mágico a Geli, con pase atrás a Iván de la Peña, que acaba en gol. Esa acción, la elástica, importada de Brasil, donde Garrincha y Rivelino compartían la paternidad, posiblemente no se había visto en el fútbol español.

Delfí Geli (Girona, 51 años) era el defensor del Atlético emparejado con Ronaldo en ese momento. Cuando se le pregunta por la jugada solo puede expresar su admiración. “Hace una jugada espectacular en la que me supera, me engaña bien. La acepto como una genialidad de un gran jugador que me tocó vivir de cerca. Poco pude hacer. Estábamos cerca de la línea de fondo, le tapé donde creía que había más espacio y él salió por el lado contrario y me sorprendió. Nunca había visto un regate como ese antes. No le dije nada. Ni él a mí”.

Iván de la Peña (Santander, 44 años) tuvo el honor de ser el compañero que recibió el pase de Ronaldo tras el maravilloso regate. “Pasaba por allí y me tocó el balón. Nunca había visto esa acción tal y como la hizo. En los pocos entrenamientos que llevaba con nosotros ya nos habíamos dado cuenta de su calidad y de lo que era capaz de hacer. En un partido es distinto. Era un fenómeno. El mejor futbolista con el que he jugado. Único. Increíble. Con un don especial”.

Tras el 5-2 de la ida, la vuelta se jugó en La Peineta, el estadio que hoy es el Metropolitano, y el Atlético estuvo cerca de la remontada.

2015. Tres tantos de Aduriz. Athletic-Barça (4-0 y 1-1). El Barça había conseguido el doblete la temporada anterior y se enfrentaba al subcampeón copero, el Athletic. San Mamés se vistió de gala para el partido de ida y su equipo respondió con una goleada histórica (4-0) con tres tantos de Aduriz, que también marcó en el Camp Nou. Valverde y Luis Enrique eran los entrenadores.

Aquel 14 de agosto encumbró la figura del ariete del Athletic. Aduriz reconoce que las sensaciones antes de jugar eran óptimas. “Al ganarles esa final les quitamos el sextete. Era pretemporada y sabíamos que podía ser nuestra opción. Aunque suene mal, estábamos muy confiados de que les podíamos ganar, que íbamos hacer muy bien las cosas. Lo que no esperábamos era meterles cuatro en la ida. Fue un subidón de moral increíble. A pesar de todo no las teníamos al cien por cien con nosotros. El Barça en el Camp Nou era capaz de todo. Hasta que no empatamos no tuvimos la sensación de que estaba hecho. Fueron dos días muy bonitos. Ganar un título con el Athletic para mí era lo máximo a lo que podía aspirar. Es ganar un título con una cuadrilla de amigos al todopoderoso Barça de Messi”.

Los cuatro goles de Aduriz —tres en San Mamés y uno en el Camp Nou— todavía revolotean vivos en su memoria. “El primero fue de cabeza, gané en el salto a Mascherano. El segundo es un balón que se queda suelto con un bote dentro del área, controlo y la cruzo con la derecha. Creo que tocó en Bartra. El tercero fue de penalti. El del Camp Nou tiene un secreto. No sé por qué estaba tan solo al borde del área. Según venía el balón por arriba, en mi cabeza me decía tócala, tócala, que me quedo solo, y De Marcos la peinó. Solo pensaba en asegurar la portería. Parece mentira todo lo que se te viene a la cabeza cuando tienes un balón para rematar. Sabía que estaba solo y que si entraba, ganábamos la Supercopa. Me decía a mi mismo: ‘como quieras, pero métela’. El primer remate me lo para Bravo porque no lo hice bien. El rechace me queda muerto y entonces es cuando pensé que íbamos a ganar un título con el Athletic, que eso es la hostia”.

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