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PAISAJES
Columna
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Los fichajes del año nuevo

No hay dinero y nadie tiene ni un chavo para adentrarse en el proceloso mar del mercado de invierno

Diego Costa, en el banquillo del Atlético, en un partido del pasado mes de marzo.
Diego Costa, en el banquillo del Atlético, en un partido del pasado mes de marzo.STRINGER (Reuters)
Andoni Zubizarreta

Se me hace difícil pensar en un año en el que haya más ganas de que pase página y podamos decir que la pesadilla queda detrás nuestro. Los hay, siempre, a nivel individual con esos años en los que los proyectos no han salido, en los que, en lo deportivo, tu físico ha estado limitado por las lesiones o porque has perdido o te has quedado a un palmo de todas las glorias (traducido: has perdido todas las finales que has jugado).

Pero ha sido un año en el que se diría que todos hemos deseado contar campanadas, ponernos vacuna y que todo vuelva a la normalidad, no a esa nueva que no nos acaba de convencer. Se diría que las campanadas marcan el inicio del aplanamiento mundial de la curva de la covid y que por el hecho de que cambia de número eso va a hacer cambiar también nuestro destino.

Pocos años como 2021 llegan con tantas expectativas dentro. Es como esos fichajes del mercado de invierno de los que esperamos que cambie el rumbo de nuestro equipo. Uno de esos 3 en 1: que defienda, juegue el balón y golee. Es tan grande la expectativa, y la demostración de lo que de verdad es importante en 2021 en todos los ámbitos, que en el fútbol ni siquiera se habla del mercado de invierno.

Bueno, igual esto pasa porque no hay dinero en el mercado y nadie tiene ni un chavo para arriesgarse en el proceloso mar del mercado de invierno. Y porque, en el fondo y aunque pongan cara de póquer, todos, lo que quieren de verdad, es vender, hacer dinero, capitalizar, compensar deudas, compensar la falta de ingresos… como a usted le resulte más comprensible. Y luego, pues luego ya veremos.

Me imagino a todos los directores deportivos hablando entre ellos con ese latiguillo de “bueno, si vendemos algo, podríamos estar interesados en tu jugador”. Respuesta: “Bueno, es que si nosotros vendemos algo antes, igual (ese igual es muy importante en estos momentos) no tenemos necesidad de vender a nadie más y nos quedamos con este jugador hasta verano y luego veremos”. Sin cerrar ninguna puerta, sin abrir tampoco ninguna.

O esas conversaciones en interno para saber, euro arriba, euro abajo, de cuánto pueden disponer para remendar el equipo, compensar las líneas, reequilibrar la plantilla ante las lesiones y afrontar la segunda parte de esta temporada en las mejores condiciones para así cumplir los objetivos marcados al principio de curso y que ya no son objetivos deportivos, que también, sino que son objetivos puramente crematísticos y de equilibrio presupuestario.

Pero cuando no hay dinero, no hay dinero, y todos en ese mundo esperan a que uno de los equipos grandes puedan mover ficha (siempre con una cantidad grande asociada a esa venta, claro) para que esa ficha ponga en marcha uno de esos dominós gigantes en los que la ficha mueve una pelota y ésta un cubo de agua y de éste se activa un molinillo que sopla sobre una vela que impulsa un pelota a la canasta. Pues algo así de improbable se puede esperar de este mercado de invierno (no se me ha ocurrido nada más sencillo, lo siento, pero final de año llega también a las explicaciones). O esa otra opción que es cedido pero sin coste…o coste cero para aquellos que tienen todavía margen salarial.

Si a eso le sumamos que con el Brexit el mercado inglés, el que más compra y mueve el mercado del fútbol, va a estar mucho más cerrado y escaso, esto provoca un mes de enero de tensión en el que hay que estar preparados para vender, comprar, intercambiar, rescindir, liberar, ceder o lo que sea durante los próximos 31 días. Sabiendo que las opciones son mínimas pero siempre bajo el paraguas del dicho popular: “Vale más un “porsiaca” que 100 “penseques” . Feliz 2021.

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