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Carlsen machaca, Caruana resucita, y ambos se enfrentarán en la final

El noruego se ceba con Aronián (12-6); el estadounidense brilla y tumba a su paisano So (9,5-8,5)

Magnus Carlsen, el pasado diciembre en Londres, durante la semifinal del Grand Chess Tour
Magnus Carlsen, el pasado diciembre en Londres, durante la semifinal del Grand Chess TourGrand Chess Tour/Lennart Ootes
Leontxo García

Había dos difuntos, pero uno resucitó: Fabiano Caruana remontó del 2-6 al 9,5-8,5 con un juego magnífico frente a su compatriota Wesley So, quien hace solo tres semanas le había vencido por 15-3. La otra semifinal continuó siendo una tragedia para el armenio Levón Aronián, incapaz de aprovechar (6-12) sus posiciones muy ventajosas frente a Magnus Carlsen, quien se enfrentará el sábado y domingo a Caruana en la final del Torneo Termostato (partidas rápidas por internet), organizado por el Club de Ajedrez de San Luis (Misuri, EEUU).

Caruana parecía un niño con zapatos nuevos: “Yo no tendría que estar en la final. Es un gran regalo inesperado. Magnus y yo nos conocemos muy bien en lo que al tablero se refiere. De modo que jugaré muy a gusto este duelo”. Carlsen contribuyó a aumentar el interés por el duelo, que rememora el de Londres 2018 entre ambos: “Fabiano está jugando muy bien últimamente. Parece que este formato le gusta mucho, y lo que ha hecho hoy es muy impresionante. De modo que será una gran final, pero soy optimista”.

La jornada empezó de manera dramática. Aronián aprovechó muy bien que el campeón del mundo eligiera una defensa muy discutible y de alto riesgo, la Escandinava, y logró una posición muy ventajosa. Carlsen afinó sus recursos defensivos al máximo, jugando muy bien, pero el armenio respondió con similares sutilezas. Esa fase de la partida fue jugada con verdadero virtuosismo por ambos lados, como si cada uno dispusiera de dos horas, en lugar de quince minutos.

Aronián mantuvo una gran ventaja hasta el movimiento 42. Entonces recibió un jaque contra el que tenía dos respuestas, una probablemente ganadora; la otra permitía que Carlsen igualase. Eligió la segunda, y volvió a errar en la 46, para rendirse en la 50. Es decir, le había pasado algo muy similar a lo sucedido 24 horas antes. Lo malo ya no era solo el marcador (2-7), sino el tremendo golpe que acababa de recibir en su autoestima.

Seguir luchando con ese enorme dolor interno frente a uno de los mejores ajedrecistas de la historia, siempre sediento de sangre, es casi incompatible con hacerlo bien. De modo que el error de Aronián en la siguiente partida llegó muy pronto, en la jugada 22, y el resto fue una ejecución despiadada. Los dos asaltos siguientes (9º y 10º del duelo) se saldaron con empates sin mucha historia.

La única opción de Aronián era ganar los dos últimos, que puntúan triple. En el 11º, por un momento pareció que podía lograrlo, pero fue impreciso de inmediato, y su ventaja de evaporó; tablas. Aún había que jugar la última, por el dinero (las dos últimas partidas tienen una prima especial de 3.000 dólares). En otras condiciones, ese choque hubiera sido electrizante, pero no esta vez: tablas, muy aburridas.

Fabiano Caruana, durante el torneo de Zagreb de 2019, correspondiente al circuito del Grand Chess Tour
Fabiano Caruana, durante el torneo de Zagreb de 2019, correspondiente al circuito del Grand Chess TourGrand Chess Tour/Lennart Ootes

Para remontar el 2-6, el plan más lógico es obtener un punto más que el rival en las cuatro primeras partidas, ganar una de las dos últimas (que puntúan triple) y no perder la otra. Caruana inició ese plan a la perfección, ganando con negras un complicado final de damas en el primer asalto. A continuación, introdujo con blancas una novedad teórica sobre una reciente partida Giri-Ding, logró una ventaja muy consistente y la convirtió en victoria de manera impecable. Del 6-2 al 6-4, y empezó a ver la vida de otro color.

Pero esa alegría le duró muy poco: So logró ventaja en el tercer asalto, con blancas, y ya no la soltó hasta la victoria. Sin embargo, So no tenía su mejor día, y su vigésima jugada en la siguiente partida fue tan mala que abandonó poco después: solo 7-5 a su favor cuando aún quedaban las dos que puntúan triple.

Quien sí tenía su mejor día era Caruana, cuyo juego en la quinta partida fue un recital: So, con blancas, buscó el empate descaradamente desde la apertura, pero el ítalo-estadounidense logró ventaja, incitó a que su rival hiciera un sacrificio posicional de calidad (diferencia de valor entre una torre y una pieza menor) y convirtió su dominio en victoria, con algunos altibajos, pero lo hizo: 8-7 a su favor, tras haber perdido en la víspera por 2-6.

So tenía que ganar la última, con negras, y entonces pasó algo increíble: él mismo buscó la repetición de jugadas, y forzó el empate, que le dejaba fuera de la final, en una especie de suicido. A continuación, lo explicó así: “Fabiano estaba jugando mejor que yo en todas las partidas, y he pensado que ya estaba bien, mejor acabar cuanto antes”. También dijo: “El Caruana de hoy no tiene nada que ver con el Caruana de ayer. Aparte de que yo no tenía mi día, él ha jugado muy bien y ha merecido la victoria”.

Pero, más allá de esas palabras ejemplares en cuanto a su deportividad, lo que So hizo en la última partida incita a pensar que nunca será campeón del mundo, aunque es probable que sea un jugador de élite hasta que se retire. Le falta pundonor, lo que le sobra a Aronián, quien dijo: “He estado dos meses sin jugar al ajedrez, y no es fácil hacerlo bien después de eso, y menos contra el campeón del mundo”, sin mencionar que el motivo de esa inactividad fue la muerte de su esposa, el 30 de marzo. Y terminó la entrevista riendo y haciendo chistes.

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Sobre la firma

Leontxo García
Periodista especializado en ajedrez, en EL PAÍS desde 1985. Ha dado conferencias (y formado a más de 30.000 maestros en ajedrez educativo) en 30 países. Autor de 'Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas'. Consejero de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) para ajedrez educativo. Medalla al Mérito Deportivo del Gobierno de España (2011).

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