El derbi de los peines
Los peluqueros Wizarchy y Laarbys llegaron a España en busca de oportunidades y el fútbol se cruzó en su camino. Ahora son los hombres que peinan a los jugadores del Atlético de Madrid y del Real Madrid. La historia que les cambió la vida
Los niños de Las Tres Cruces de Jacagua, un barrio de la periferia de Santiago de los Caballeros (República Dominicana), se preguntaron durante muchos años qué fue de Archibardo Hernández, el joven que les cortaba gratis el pelo para practicar. Desde 2010 está en Madrid, donde llegó con 20 años. La gente lo conoce ahora como Wizarchy (El mago Archi). “Les marcaba el flequillo con la navaja a los chamaquitos y los pelaba con una máquina prestada que tenía que devolver cuando me la pedían”, recuerda en su local de La Latina, convertido ahora en un punto de referencia para muchas estrellas de fútbol, especialmente las del Atlético de Madrid.
Larbi el Hammouchi Laarbys nació en el barrio de Safir de Tetuán (Marruecos) en 1986 donde su tío tenía una peluquería en la que ensayó sus primeros cortes por un euro. Allí ya saben qué fue de él. Este peluquero de 34 años llegó a Majadahonda (Madrid) en 2004, “en busca de un futuro mejor”. Trabajó en una peluquería del barrio de Barajas durante una temporada, estuvo cuatro años en otra en Moratalaz y uno más en el municipio de Las Rozas hasta que decidió abrir su propio local hace siete años, otro punto de referencia para las estrellas de fútbol, en este caso el Real Madrid.
Esta semana ambos se enfrentan a la distancia a través de peines, máquinas y tijeras. Los futbolistas suelen cortarse el pelo antes de cada partido, pero este sábado es especial. Hay derbi en Madrid y millones de espectadores verán los peinados que salieron de sus manos.
La relación de Wizarchy con el fútbol arranca una noche de 2013 en la peluquería de Lavapiés que le dio su primera oportunidad. “Vinieron dos chavales y me pidieron que les cortara. Yo estaba cerrando y les dije que ya era tarde. Pero me dijeron que en lugar de los cinco euros de la tarifa me pagarían 35”, cuenta. Ese día aplazó el cierre y consiguió dos buenos clientes. Los jóvenes volvieron y siguieron pagando 35 euros. "Un día les pregunté a qué se dedicaban y me dijeron que eran jugadores del Atlético de Madrid B". A través de ellos conoció a Thomas Partey, entonces en el filial. Después, el boca a boca. Llegaron Yannick Carrasco, José María Giménez, Diego Costa, Lemar, Trippier... Se convirtió en el hombre de confianza de gran parte de la plantilla rojiblanca. Wizarchy, con los pies en la tierra, roba una frase típica de su país para explicar la sucesión de acontecimientos que le cambió la vida: “Ya tú sabes”.
Laarbys consiguió abrir su local en 2013 después de nueve años saltando de peluquería en peluquería. "Arranqué con uno de 20 metros, un familiar me ayudó a reformarlo”, cuenta. Una tarde un año después se presentó allí “un niño rubio”. Laarbys, que lo había visto llegar en autobús, le cobró siete euros, el precio del corte entonces. A los dos días lo vio en la televisión entrenando con el primer equipo del Real Madrid. “¡A este niño le corté yo el pelo!’, pensé”. Era Marcos Llorente, entonces juvenil merengue, con quien forjó una estrecha relación. Él lo explica con la palabra árabe maktub, que significa "lo que estaba escrito".
A Sergio Ramos le llamó la atención uno de los cortes que Laarbys practicó en la cabeza de Llorente y le pidió que llevara un día a su peluquero a Valdebebas. “Pensé que era una broma hasta que me llamó un empleado del Real Madrid con el que tuve que coordinar todo para poder entrar a la ciudad deportiva”, recuerda. Desde entonces y también gracias al boca a boca se transformó en la referencia de muchos jugadores merengues como Carvajal, Lucas Vázquez, James, Mendy, Theo o Keylor Navas. Y abrió tres peluquerías más, una de ellas hace dos semanas a pocos metros del Santiago Bernabéu.
Wizarchy y Laarbys compiten en las redes sociales con las fotos con sus clientes más famosos. “El negocio ha crecido mucho desde entonces”, dice el marroquí. “Los niños ahora tienen móvil y ven a los jugadores o pasan por aquí y ven las camisetas en la pared”, asegura el dominicano. Todos quieren los peinados de sus ídolos. Los del Real Madrid piden los de Ramos. Los del Atleti, los de Giménez. La defensa, a la vanguardia de la estética. “El degradado se ha impuesto hace dos años y yo creo que va a seguir por más tiempo. Es un corte que queda muy chulo”, dice Laarbys en un castellano perfecto. Tardó solo seis meses en aprenderlo cuando llegó a España.
Mantener el pelo corto convierte el paso por la peluquería en una rutina casi semanal. Los jugadores se lo cortan antes de cada partido, entre cuatro o seis veces por mes. “En ocasiones me traen fotos de modelos, o de actores. En una época les gustaba el corte de Brad Pitt en Malditos Bastardos”, revela Laarbys. A Wizarchy le dicen lo que quieren la primera vez y si no le vuelven a decir nada les sigue haciendo el mismo corte. Ambos lo toman con naturalidad. Visitan las casas de los jugadores con confianza. Y algunos como Thomas, Trippier o Carvajal acuden a la peluquería. “Sigue siendo el mismo, pero ahora es más difícil conseguir cita”, asegura uno de los clientes históricos de Wizarchy en La Latina.
Laarbys se declara “madridista desde la cuna” y recuerda a la perfección aquella tarde que recibió la llamada del capitán blanco, Sergio Ramos. “¡No!”, repetía. “¡Me estás vacilando!”. Le dieron un pase de acceso a Valdebebas y se sentó un rato en una sala de espera. “¡De repente veo salir a Marcelo! No lo podía creer”, dice. Rogaba por que los nervios no le jugaran una mala pasada. “Puedes fallar. No estás cortando a cualquiera. Es un campeón de Europa, del mundo, de la Champions, de LaLiga Santander”, afirma. Una trabajadora del Real Madrid le advirtió, en broma, ese día: “¡Cuidado con esa cabeza, que vale mucho!”. Después llegaron los títulos de la era Zidane. El maktub.
El defensa uruguayo José María Giménez fue otra de las puertas de acceso a la plantilla del Atlético para Wizarchy. “Cuando llegó a Madrid le escribí por Twitter, me puso ‘Me Gusta’, pero no contestó. Al año me escribió él por Instagram, que me necesitaba. Y fui a su casa”, recuerda. “El más complicado fue Diego Costa. No se fiaba. Primero le hice la barba, otra vez le corté el pelo y ya después se relajó. Le gusta bromear mucho”, cuenta.
Sus peluquerías están repletas de camisetas enmarcadas dedicadas con mucho cariño. A Wizarchy no le gustaba el fútbol, pero ahora es “del Atleti por su gen luchador”. Cuando les llaman, dejan todo y acuden. “Los jugadores cuidan su imagen antes de cada partido”, explica Laarbys. Millones de aficionados los ven por la televisión y copian los diseños de estos dos artistas. El derbi está empezando. Primero, peines y tijeras.