El PSG se salva de la eliminación gracias a un penalti polémico
El equipo parisino sobrevive al acoso del Leipzig gracias a la pena rigurosísima que marcó el partido (1-0). “Fue un chiste”, se quejó Nagelsmann
No todos los contactos físicos son penalti. Los árbitros tienen el poder de interpretar en qué punto de la fricción se traspasa la línea imaginaria que separa lo permitido de lo ilegal. Si fue penalti el roce de la bota derecha de Sabitzer con la bota izquierda de Di María en una jugada aislada que no parecía revestir ninguna trascendencia, la línea imaginaria que contiene el campo valorativo librado al juez fue de una magnitud inversamente proporcional al hecho objetivo de dos cuerpos que se tocan en el área. El VAR no pintó nada en esto. Solo el árbitro holandés Danny Makkelie sabe por qué señaló el castigo que salvó al Paris Saint-Germain de la eliminación anticipada de la Champions en fase de grupos.
“El penalti fue un chiste”, dijo Julian Nagelsmann. el técnico del Leipzig. “No sé para qué tenemos VAR. Igual el árbitro de VAR vio otro partido”.
Parte de la responsabilidad de lo sucedido hay que atribuirla a Nagelsmann, que situó a Sabitzer como mediocentro solitario para desempeñar un cargo en el que él, un volante de ataque, no está acostumbrado. Independientemente de la intensidad del contacto, resultó una imprudencia.
Corría el minuto nueve cuando Neymar ejecutó la pena. Todo el resto, como dice la canción, fue aburrimiento. Aburrimiento de los espectadores neutrales que vieron al opulento PSG sufrir acorralado, protegiéndose de un adversario proporcionalmente modesto pero atrevido. Hasta los diez minutos finales —cuando entraron Verratti y Rafinha— el PSG apenas gozó del 30% de la posesión. El partido fue un camino unidireccional. El equipo de casa en el Parque de los Príncipes parecía el Leizpig cada vez que presionaba y se desplegaba con valentía y convicción. Solo le faltó un punto de energía para darle continuidad a las jugadas, y un poco de clase para canalizar el juego entre líneas, en donde Danilo, Herrera y Paredes, el trivote que plantó Tuchel a modo de capa protectora, se emparedó con los centrales.
El PSG ha pasado de ser un equipo divertido a un equipo práctico que se organiza en virtud de la necesidad de que sus dos figuras, Neymar y Mbappé, vivan como rentistas. Ahí todos corren menos ellos, de modo que Tuchel ha dispuesto que el 4-3-3 contenga una línea de volantes que apenas se despega de su zaga. Sin otro plan que retroceder para que Neymar y Mbappé puedan vivir holgadamente de las correrías en la pradera que deja el rival entre sus centrales y su portería.
Frente a un adversario sin flexibilidad para ocupar los espacios ni velocidad mental para administrar la pelota, hasta este Leipzig de bajón se bastó para llevar el partido por donde le dio la gana. Menos en la definición, el Leipzig dominó en todos los ámbitos. También en el defensivo, en donde Upamecano y Konaté no concedieron ni medio remate a Neymar y Mbappé. Dio igual. Al PSG le valió el penalti de Makkelie mientras aguantaba alrededor de Navas a que escampara. Fueron muchas las llegadas y los disparos. Pero Upamecano, Fosberg, Sabitzer y Poulsen no atinaron.
El Dortmund, a octavos
El 1-0 alivia la situación del PSG en el Grupo H, en donde se coloca segundo con seis puntos, los mismos que el Leipzig, que es tercero, y por debajo del United, que suma nueve tras imponerse al Estambul. En el Grupo F, el Dortmund se aseguró el pase a octavos derrotando al Brujas (3-0) y la Lazio se acomodó en el segundo puesto tras vencer al Zenit (3-1).
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