Guía generacional
Bajo el prisma de la ironía y el humor, desfilan por las páginas del libro personajes como Dimitri Piterman, Teresa Rivero o Jesús Gil
Hay nombres y datos que se incorporan de manera natural (y, en ocasiones, incomprensible) al bagaje intelectual de miles de personas. El de Bora Milutinovic, por ejemplo, actuará cual Magdalena de Proust en la mente de numerosos hinchas de fútbol que cimentaron su pasión en la década de los 90. Y eso que era un nombre que aparecía, de media, cada cuatro años.
Milutinovic dirigió en Mundiales a las selecciones de México, Costa Rica, Estados Unidos, Nigeria y China. Nunca logró pasar de cuartos de final. Y sin embargo ahí está, formando parte de la historia del fútbol, como un recuerdo simpático de otros tiempos.
Saber y empatar (Córner), obra del periodista Miguel Gutiérrez y del publicista Antonio Pacheco, con ilustraciones de Jorge Lawerta, se presenta como un “compendio de conocimiento absurdo sobre fútbol” pero es, en realidad, una guía generacional para disfrutar recordando imágenes de otro tiempo. ¿Dónde han quedado aquellas llamativas camisetas que lucía el mexicano Jorge Campos, jugador que pasó a la historia como portero-delantero? ¿Cómo se explican hoy, en tiempos de pandemia, los positivos y negativos que acompañaban los puntos que cada equipo sumaba en la clasificación? ¿Quién recuerda las cabriolas de Onésimo repetidas una y otra vez en el Estudio Estadio de los domingos por la noche?
Bajo el prisma de la ironía y el humor, desfilan por las páginas del libro personajes como Dimitri Piterman, Teresa Rivero o Jesús Gil. Ofrecen un resumen de los diferentes Maradonas que hubo en el mundo: el de los Cárpatos, el de los Balcanes, el del desierto... Recuerdan que Brehme, Cafú, Piqué o Rijkaard jugaron en el Zaragoza. Dejan recados para la prensa y su uso del lenguaje —”Mengano no va a jugar; Mengano no va a ser de la partida”—. Plantean un interesante juego de memoria con los apellidos arbitrales como gancho. Rescatan del olvido al costamarfileño Maguy, que fichó en la 93-94 por el Atlético de Madrid. Y, lo más importante de todo: constatan que aquellos que recuerdan a Atila Kasas (Kasac en los cromos) son una pequeña multitud.
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