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Resuelto el caso de ‘La Foto’

El ciclista español Bernardo Ruiz era quien acompañaba a Coppi y Bartali en la famosa imagen de ambos del Tour del 52

Coppi y Bartali en el Tour de 1952. Tras ellos iba el español Bernardo Ruiz.
Coppi y Bartali en el Tour de 1952. Tras ellos iba el español Bernardo Ruiz.epa
Carlos Arribas

Como escribió Vázquez Montalbán, Bernardo Ruiz corría en bicicletas más de quinto culo que de segunda mano, y lo hizo después de una guerra que los suyos, su padre, sindicalista de UGT en Orihuela, habían perdido. Tiene 95 años y aunque apenas se puede mover y ya no baja a pasar el día al casino de su pueblo, como toda la vida hacía, sigue lúcido, y su memoria aguda.

Y ahora, la pasada semana, le llama desde Italia el periodista Pier Bergonzi, responsable del Sporweek, el magacín semanal de La Gazzetta dello Sport, para que le ayude a desentrañar el misterio de la foto que para todos los italianos es La Foto, la instantánea que ampliada a tamaño póster gigante recibe a todos los deportistas en la sala de honor de La Gazzetta, la de Coppi y Bartali pedaleando en el Télégraphe el 6 de julio de 1952, domingo y mucho calor, Bourg d’Oisans-Sestriere, 11ª etapa del Tour, uno delante de otro, Coppi de amarillo y una botella de agua uniendo sus manos, el símbolo del altruismo y la deportividad entre los dos grandes rivales, más aún, el símbolo de la Italia reconciliada tras los años del fascismo y la guerra, la Italia campesina y conservadora, la Italia urbana, progresista, neocapitalista.

El gesto no fue espontáneo, reveló años después el fotógrafo Vito Liverani, amigo del autor de la instantánea, Carlo Martini. “Carlo”, explicó hace unos años Liverani, “pidió permiso a Jacques Goddet, el patrón del Tour, para que le pudieran avituallar a Coppi en carrera, lo que estaba prohibido. Luego se adelantó a los corredores y se apostó en la cuneta junto a una joven que le dio a Bartali la botella de agua para Coppi, que llevaba el bidón vacío y poco después lo rellena”.

En la foto original aparece a la derecha Stan Ockers, un diminuto belga, campeón del mundo, cuya imagen fue recortada cuando la imagen se hizo portada de revistas y póster, pues distraía del motivo principal, y ocultos, a rueda de Bartali, por las sombras negras sobre el asfalto cristalizado, se intuye que van algunos ciclistas más. Según las crónicas de la etapa, en el Télégraphe, a mitad de la ascensión del Galibier, se había ya creado un grupo con los dos italianos, Ockers, Bernardo Ruiz, el francés Raphaël Geminiani, el belga Alex Close y el mallorquín Antonio Gelabert. El más cercano a Bartali, ya un veterano de 37 años, casi 38, es el ciclista de Orihuela, el único del grupo aún vivo, junto a Geminiani, también nacido en 1925, aunque cinco meses más tarde. Ockers (1920), que terminó segundo aquel Tour, tras Coppi (1919-1960), murió pocos años después de una caída en el velódromo de Amberes, y Gelabert (1921), décimo en la general final, murió cuatro años más tarde en accidente de automóvil.

Del principal misterio de la foto, misterio ya resuelto hace años, y fue Bartali, el católico, el que le pasó el agua a Coppi, el ateo, habla poco Bernardo, que tampoco le da tanto valor al gesto —”era algo habitual ayudarse entre compañeros de equipo y, además, Coppi era tan magnífico que si hubiera necesitado agua se la habría dado yo mismo”, recuerda Ruiz—, aunque sí precisa que la foto se tomó en el Télégraphe, y no en el Galibier como siempre se había creído. “Poco después atacó Coppi y se fue solo, yo intenté resistir a su rueda pero acabó conmigo”, recuerda Bernardo, gran admirador de Coppi, el más grande. “Llegué segundo a la meta de Sestriere, 90 kilómetros más allá, a más de siete minutos del campionissimo. Me hice amigo suyo, y después hice la ronda de critériums con él, que tuvo la amabilidad de llevarme en su coche a todas partes, aunque no le pagué muy bien el favor pues unas semanas después me caí en el velódromo de Perpiñán y arrastré a Fausto conmigo, y se rompió una clavícula”.

Bernardo había ganado la Vuelta del 48 y en el Tour anterior, el de 1951, ya se había impuesto en dos etapas. “Por eso, el del 52 me lo planteé para luchar por la general”, recuerda el ciclista de Orihuela, la gran figura del ciclismo español de posguerra antes de la explosión de Poblet, Loroño y Bahamontes. “Yo me sentía como un intruso entre tanta figura, así que me marqué una estrategia de marcaje rotativo con ellos, siempre intentando no molestar a nadie para que nadie me diera a mí batalla. Acabé tercero el Tour, el primer español que subió al podio”.


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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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