Murciélagos, golondrinas, futbolistas y robots
Movistar retransmite el derby sevillano al natural y con adornos virtuales para compensar la ausencia de público
Movistar retransmitió el Sevilla-Betis, primer partido de LaLiga de la era del coronavirus, a través de dos vehículos. En el canal Movistar Liga 1 se emitió una versión remozada por imágenes y sonidos virtuales de público, mestizaje de fútbol real y fútbol de videoconsola. En el canal Movistar Liga la emisión registró el espectáculo en toda su ominosa naturaleza: sin el rumor ensordecedor de la multitud, sin el aliento de las gradas, siguiendo las lánguidas fatigas de los 22 jugadores en el fondo del cráter vacío del Sánchez Pizjuán en medio de un silencio solo salpicado de gritos ahogados de hombres y chillidos de golondrinas y murciélagos.
Es primavera, es Europa meridional, es la hora del crepúsculo, y es un estadio inundado de chorros de luz artificial, señuelo infalible de nubes de insectos. Sucede siempre en estas fechas. Tras los insectos vuelan los insectívoros, las golondrinas y los murciélagos, residentes habituales de los techos de los estadios, cazadores frecuentes en tardes de partido, hasta ahora anónimos, a partir de ahora perfectamente audibles a través de los micrófonos de ambiente. Tan audibles y visibles a su paso fugaz por el encuadre de las cámaras durante la primera parte —luego desaparecieron, aburridos— como Lopetegui y Rubi que gritaban cosas igualmente ininteligibles desde la banda.
“¿Qué se escucha por ahí?”, le preguntó Carlos Martínez, el narrador de cabina, a Ricardo Sierra, el reportero de campo. “Gritos”, replicó Sierra. “Gritos cortitos, constantes...”.
No pudo ser más preciso el perspicaz Sierra en su intento por descifrar a los protagonistas —hombres y bestias— del derby más soso de la historia del Sánchez Pizjuán, por más que la megafonía atronara para recibir a los equipos con el himno del Arrebato y una grabación de cánticos pretéritos saludase los goles locales.
Desde hace tres décadas los hinchas que pagan su abono para acudir a las tribunas han perdido peso en las estrategias de los clubes en favor de los aficionados que pagan la suscripción al canal que explota los derechos de retransmisión, sea en España o en la China. La pandemia acentúa esta tendencia por imposición sanitaria. El experimento arrancó este jueves en Sevilla con un derby que perdió casi todo aquello que caracterizaba al derby sevillano. Sin la atmósfera delirante —y amenazante— que solía envolver a este acontecimiento, los jugadores se quedaron solos. Solos ante el deber profesional de actuar para las cámaras, autoconvenciéndose de que detrás de los lentes había millones que los veían. También veían —los que sintonizaban Movistar Liga 1— un gráfico de la multitud virtual que recordaba a confeti apelmazado. El aliento virtual de este formato resonó digital y uniforme, como un rumor impersonal, hasta que Jordán estrelló un tiro en la cruceta y el robot dijo “¡uuuhhhh!”.
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