López Ufarte: “Me veía en Iniesta”
El exjugador de la Real Sociedad y el Atlético compara su visión de juego para saltar líneas imaginarias con el estilo del genial centrocampista
Cuentan los libros de texto futbolísticos que a Roberto López Ufarte (Fez, Marruecos; 62 años) el apodo de Le petit diable (El pequeño diablo) se lo puso el mismísimo Príncipe Rainiero III de Mónaco en el transcurso de la final España-Francia (2-1) del prestigioso torneo internacional sub-18 que desde 1971 a 1985 se jugaba todos los años en el Principado.
Jugaba tan bien al balón aquel chaval de 17 años —pertenecía todavía al Real Unión— que su alteza utilizó exactamente esas palabras para definirle. Frase que escuchada por alguien en el palco, traspasó fronteras y llegó hasta una España que al día siguiente (20-11-1975) se vestía de luto por la muerte de Franco.
Desde entonces, Roberto es Le petit diable. Por aquellos tiempos, ya quería ser Manolo Velázquez, el fino interior izquierdo del Real Madrid, 15 años mayor que él, y con quien se enfrentó en sus dos primeras temporadas en la Real Sociedad, en Primera, que coincidían con las dos últimas del madridista en el Bernabéu. Dos veces coincidieron como rivales. Una en la 76-77 y otra en la 77-78. Las dos en terreno blanco. Los 17 y 18 años del blanquiazul contra los 32 y 33 del blanco.
López Ufarte defiende con ahínco por qué Velázquez era entonces su modelo de futbolista. “Llevaba el 10, era elegante, con la cabeza levantada. Zurdo, como yo. Tenía un gran desplazamiento de balón y visión de juego. Me han gustado siempre ese tipo de futbolistas. Un día me acerqué a él y le dije que era mi prototipo de jugador y él me dijo que yo, a pesar de mi juventud, era uno de sus preferidos. Me hizo una gran ilusión que me lo dijera. En la Real, me fijaba en Mendiluce, otro interior. Es curioso. Yo comencé de extremo y miraba de reojo a los Boronat, Argote, antes Txetxu Rojo, pero tenía predilección por esos jugadores técnicos. Por los jugones”.
Con el tiempo, sin abandonar el 11, pasó a jugar más por dentro. “Me movía más como interior, mediapunta, con libertad para llegar. Para no ser delantero-delantero, marqué 129 goles con la Real [segundo máximo realizador histórico, tras Satrústegui con 162], que son muchos para ser un pasador que prefería dar un pase a marcar. Me gustaba arrancar con el balón y tenía unos primeros metros que marcaban la diferencia”.
Sin tener que preguntarle, a Roberto le viene la comparación con Iniesta. “Se parece a mí. Hace cosas que yo hacía. Por supuesto ha sido mucho mejor que yo, falta decirlo, pero como soy mayor puedo decir que veía en él detalles que yo tenía cuando jugaba con libertad en los tres cuartos de campo. Me recuerda en la visión de juego, en cómo supera la línea imaginaria con su control del balón y quitándose rivales de encima con relativa facilidad. Pocos son capaces de superar esa línea con esa naturalidad y elegancia. Me gustaban esas arrancadas y cómo daba el balón al compañero o marcaba. Andrés es menos goleador, pero hizo uno [Mundial 2010] que valió por todos”.
Recuerda López Ufarte que en un viaje con la selección coincidió en el avión con Xabi Alonso y Xavi Hernández. Unos metros detrás estaba Andrés Iniesta. “Fui a saludar a Xabi y de paso saludé a Xavi. Les felicité, les dije que eran muy buenos, pero no pude reprimirme y les dije que yo era más de Iniesta. Xavi me contestó: ‘¿Y quién no es de Iniesta?”.
Sin abandonar su obsesión por los peloteros, recita otros jugadores de su marca. “Son menos originales, pero me impactó ver sobre el terreno, jugando contra él, los cambios de ritmo de Cruyff. Era brutal. Y luego el repertorio de Maradona, que para mí fue el mejor jugador del mundo hasta que apareció Messi. Leo es el mejor jugador de la historia, al menos de los que yo he visto. Mi padre, Roberto López López, que era del Barcelona y había visto jugar a Kubala, decía que el mejor de todos era Di Stéfano. Me llamaba la atención que siendo un rival, del Madrid, lo dijera con tanta seguridad. Ahora no pasa eso. Ahora si eres blanco parece que no puedes decir lo bueno que es Messi y al revés ocurría lo mismo con Cristiano. No lo entiendo. Si es el mejor, es el mejor”.
A la hora de hablar de los marcadores que tuvo en sus 14 temporadas en Primera, López Ufarte tampoco ofrece dudas. “Quien mejor me marcó fue San José, el lateral del Madrid. No era un leñero, sabía jugar el balón y, además, se iba al ataque. Yo nunca tuve miedo a los defensas por más duros que pudieran ser. Me llamaban el chaval, pero yo iba a la guerra. Con el balón nunca tenía miedo, y cuando venía el defensa lo tocaba para evitar que me hiciese daño”.
Cuando fichó por el Atlético, en el primer año de presidente de Gil y Gil, 1987, López Ufarte coincidió con Futre, y Menotti intentó por todos los medios que cohabitaran en el mismo once. “Los dos nos movíamos por la misma zona. El entrenador me colocaba un poco por detrás, pero él no hacía caso. Era un poco díscolo, el ojito derecho del presidente, y estaba por encima del bien y del mal. Venía a mi zona. Quería abarcar más terreno. Gil le había dicho que hiciese lo que quisiera y lo hacía. Nos amontonábamos a veces. Era muy bueno, la verdad. De los que me gustaban. Terminamos entendiéndonos”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.