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de tú a tú
Columna
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Basta de discursos hipócritas

Esperemos que en la próxima pandemia mundial la situación del fútbol femenino haya cambiado. O mejor, ¡que no haga falta una pandemia para ver los avances, por favor!

Pedro Bigas, del Eibar, pasa los análisis.
Pedro Bigas, del Eibar, pasa los análisis.SD Eibar (EFE)
Vero Boquete

Las ligas de la desigualdad. Seguramente la decisión de dar por finalizada la Liga Iberdrola es lo correcto, porque retomar la actividad y llevar a cabo un protocolo de seguridad con garantías sería prácticamente imposible. Lo mismo pasa con las ligas femeninas de baloncesto y fútbol sala. Que por cierto, está previsto que continúen en su versión masculina. Y este es el tema, cuando hablamos de igualdad hablamos de esto, de cambiar el sistema para que llegue un momento en el que seamos profesionales de verdad y tratadas como tal. Igual que nuestros compañeros. No son las instituciones públicas, una federación u organización concreta, ¡que también! Es todo el sistema, por historia, por cultura, por educación... Y hemos de cambiarlo ya. Porque el discurso hipócrita de muchos ya no nos sirve si luego vemos los hechos y la cosa no cuadra. Esperemos que en la próxima pandemia mundial la situación haya cambiado. O casi mejor, ¡que no haga falta una pandemia para ver los avances, por favor!

Saltar al verde. Dicen que esta pandemia pone todo en valor y nos hace reflexionar sobre cosas que quizás antes ni pensábamos ni apreciábamos. Yo últimamente no dejo de pensar en cómo será volver a saltar al verde. Literal. Me refiero explícitamente a ese momento, al de salir del vestuario, enfilar el túnel, saludar a rivales amigos, últimas arengas y comenzar a caminar. Conforme vas entrando al campo empiezas a escuchar el ruido y de repente los ves, son los aficionados, es la gente en las gradas, están listos para el partido y desde ese mismo momento tú también lo estás. Ahora, en esta vuelta apresurada y abrupta, no habrá ruido, solo silencio. Y ese es el nuevo adversario con el que tendremos que lidiar los y las futbolistas. A algunos les parecerá una tontería, lo menos importante de esta situación, pero todos hemos visto cómo la afición puede cambiar el resultado de un partido; por empuje, por energía, por presión... Donde antes había cánticos, ánimos y palmadas ahora habrá eco. Será todo demasiado frío pero habrá que adaptarse. Nos escucharemos más, nos comunicaremos mejor y ya no maldeciremos si nos toca en la banda del entrenador, porque los gritos también se oirán desde la otra. Quizás sería un buen momento para ver y escuchar algún partido en sonido ambiente; ya que nos dejan solos, que estemos de alguna manera conectados todos a la misma soledad. Lo bueno es que volveremos a celebrar los goles realmente con el equipo, con nuestros compañeros... El gol volverá a ser una satisfacción interna, del equipo, antes que externa, para la foto.

El miedo a jugar. Todos los seres humanos sentimos miedo. Absolutamente todos. Miedo a la muerte, al sufrimiento, a la pérdida de alguien o algo, miedo al fracaso, miedo a volar... Y ahora, mucho miedo al contagio y a todo lo que eso supone. En conexión, lo que sienten ahora los futbolistas es el miedo a jugar, porque en ese espacio sagrado en el que siempre nos sentimos seguros, confiados y fuertes, en ese campo de fútbol, ahora no nos sentimos a salvo.

¿Deben volver?, ¿deben arriesgarse a jugar? Supongo que si quienes deciden dicen que sí, no habrá mucho margen para opinar o elegir. Algunos han hablado y se han posicionado, como Fali. Su miedo es comprensible, respetable y debe ser apoyado públicamente. Que luego lo sigan o no es otro tema, pero debe sentirse apoyado porque lo que dice y hace es muy valiente y muy sensato. Otros muchos piensan lo mismo, nadie quiere poner en riesgo su salud y la de los suyos, pero claro, al mismo tiempo, hay un contrato que cumplir y un salario que ganarse. Muy entendible también. Espero que esta vuelta del fútbol profesional vaya bien porque si no, el único que podrá tener la conciencia tranquila al 100% será el jugador del Cádiz.


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