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Muere Goyo Benito, ‘hacha brava’ del Real Madrid

El histórico central madridista formó parte de unos tiempos de defensas duros y agresivos que también se jugaban el físico

Goyo Benito posa con la camiseta del Real Madrid. En vídeo, repaso a la trayectoria del jugador.

Gregorio Benito Rubio (21-10-1946), histórico defensa del Real Madrid y de la selección española, fallecido este jueves a los 73 años, formó parte de la primera plantilla blanca desde 1969 a 1982. Ganó seis Ligas y cinco Copas y se alineó en 420 partidos oficiales. Goyo, como le llamaban sus compañeros, fue uno de los genuinos exponentes de los centrales de finales de los sesenta y década de los setenta. Fuerte, duro, agresivo, con un físico privilegiado que no dudaba en activar en cada balón en disputa. Conocedor de sus condiciones y de su estilo siempre al borde del reglamento, aceptaba con realismo su situación. “Me podrán llamar leñero o que entro muy fuerte y aparatoso, pero mi intención siempre es ir al balón”, confesaba cuando le preguntaban al respecto.

El madridismo valoró especialmente su comportamiento, pundonor y entrega sobre los terrenos de juego y orgulloso alentó su apodo de hacha brava Benito. Cada vez que ponía en práctica su intransferible tijera el Bernabéu rugía y parecía, incluso, dar ánimo a sus compañeros. Como suele pasar en estos casos, su impetuosidad y vehemencia desaparecían cuando se quitaba las botas y se vestía de largo.

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En esa faceta sus amigos siempre recordarán su vocabulario castizo y ocurrente y su carácter campechano. Aunque había nacido en la provincia de Toledo, en Puente del Arzobispo, a los 18 años ingresó en la cantera del Real Madrid y su paso por el barrio de Vallecas cedido al Rayo Vallecano (1966-68) estimuló su identificación con la capital.

Sobre el césped se transformaba. No reconocía a nadie. Ni a sus compañeros de selección. Y si no que se lo pregunten a los barcelonistas Asensi y Rexach, amigos reconocidos, a los que mantenía a raya. Su ímpetu le pasó factura. Tuvo que ser operado de la rodilla izquierda hasta en cuatro ocasiones. La última, en diciembre de 1980, prácticamente le retiró del fútbol, aunque siguiera en activo la temporada siguiente. Además, le extirparon los meniscos de las dos rodillas, sufrió una fractura de tibia y de nariz en no menos de tres ocasiones. “Yo doy, pero también recibo…” solía comentar sin traumas de ningún tipo.

Sus características futbolísticas quedan reflejadas a la perfección en unas palabras a EL PAÍS del rojiblanco José Eulogio Gárate, uno de los delanteros que más tuvo que sufrirle. “Era como un muelle saltando y muy rápido al cruce. El perfecto para el marcaje de la estrella rival. Al que le tocaba Benito, estaba jodido. Yo le dije un día a Luis Aragonés que no me pusiera, que mejor sacase a otro. Me tenía cogida la medida. Si alguna vez me iba me paraba en falta. Era muy duro y valiente. Nadie me marcó como él. Contra otros defensas jugaba bien, mal o regular; contra él ni tocaba la pelota”.

Como jugador de club le faltó ganar una competición internacional. Estuvo cerca en la final de la Recopa de 1971 contra el Chelsea, ganada por los ingleses tras un desempate. Diez años después no pudo jugar la final de la Copa de Europa frente al Liverpool. Llevaba seis meses lesionado.

Con España jugó 22 partidos. No estuvo en ninguna gran competición internacional. En su segundo partido formó parte del equipo que por primera vez jugó en Moscú contra la URSS (30-5-1971), en el llamado partido del siglo por su gran carga política (2-1). Como capitán, disputó los Juegos de México 68 y conquistó el Europeo aficionado en Italia 70, siempre a las órdenes de José Emilio Santamaría.

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