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Mucho Madrid y mucho Keylor

El exportero madridista sostiene a un PSG abrumado por un Real jabato y fluido que deja escapar la victoria por dos chispazos visitantes en los últimos minutos

Keylor Navas hace una parada durante el partido. En vídeo, declaraciones de Zidane tras el partido.Vídeo: M. Fernández
José Sámano

Un partido para ganar y un minuto para empatar. De lo primero se encargó un Real Madrid muy notable, al que un mero espasmo del PSG le arrebató un triunfo que mereció de largo. Nada que reprocharse el Madrid, de cuyo lamento final nadie fue más culpable que Keylor Navas. A hombros del portero tico llegó el equipo parisino hasta el inopinado 2-2, cuando solo Benzema le había podido doblegar tras una treintena de remates locales. Keylor regresó como se marchó: por la puerta grande. Del resto de camaradas, solo los apuntes de Mbappé y una puntada de Neymar. En París aún no hay un equipo con mayúsculas que abrigue a tanta estrella. Al revés que en Madrid, donde el Real ha cogido vuelo. Funciona desde lo colectivo y suma y suma individualidades, casos de Valverde y Hazard, esta vez en apogeo hasta que su compatriota Meunier le dio un estacazo que le mandó a la enfermería.

Por más que el Real Madrid estuviera ya clasificado para octavos de final antes de jugar, en Chamartín había partido. Y grande. La realeza madridista frente al creso PSG, que hace tiempo que busca abrirse paso entre las principales cancillerías del fútbol mundial. Fascina su escaparate de celebridades, pero el equipo parisino no acaba de cuajar cuando le llegan citas en la cumbre. En Madrid se llevó un chaparrón, por más que disimulara con el resultado.

El Real, jabato, categórico, emprendedor y chisposo, le dio un repaso en la mayor parte del duelo. Tan sometido y opaco estuvo el cuadro de Tuchel que salvo por un goteo de Mbappé, Usain Bolt con lubricante en las botas, el equipo francés pareció un cualquiera. Incapaz de contener al Madrid, solo frenado por una catarata de buenas paradas de Keylor Navas. Nada importó el atrevimiento de Zidane, que no titubeó al envidar por Marcelo e Isco. El preparador francés busca adeptos a la causa, máxime gente de la guardia pretoriana como el brasileño y el malagueño. Tanto que a ZZ no le inquietó enfrentar de inicio a Marcelo con Mbappé. Ni rescatar a Isco del cuarto oscuro para un duelo de enjundia cuando no era titular desde el chasco en Mallorca del pasado 9 de octubre. Ninguno desentonó, favorecidos ambos por la extraordinaria determinación de todo el regimiento local.

Desde el primer instante el Madrid puso una marcha imposible para el PSG, acordonado en su cueva ante el bloqueo constante de los blancos. Un equipo, el Real, con colmillo para el quite y con ojo clínico para peritar el juego cuando requería mecha y cuando convenía la pausa.

Hazard, capaz por su cuenta de descorchar a la zaga rival, fue un tormento para el espeso oponente francés. El belga está a un paso de entronizar al Hazard fichado con pompas el pasado verano. Con él en su perímetro disfruta Benzema. Pasado el cuarto de hora, un despegue de Hazard anticipó el gol del galo. El exjugador del Chelsea dejó a unos cuantos en la cuneta e hiló con la pareja Carvajal-Valverde. El uruguayo, que ha pasado de ir de puntillas a parecer un inquilino de Chamartín de toda la vida, asistió a Isco. El andaluz remató al poste y al rebote fue Benzema. Karim en modo total: asiste, gobierna y golea como sea, lo mismo sella golazos que los rebaña como los mejores rastreadores del área.

Rectificación del VAR

El juego dio a luz al gol. Y ante el aturdimiento del PSG, empecinado en gravitar sobre el ramplón Marquinhos, el desdibujado Gueye —nada que ver con el inabordable Gueye del 3-0 de París— y el atribulado Verratti. Ni un socio a la vista para Mbappé, obligado a buscarse las habichuelas por su cuenta. Por ahora, en París hay solistas en una banda que no sintoniza. Lo contrario que en el Madrid, donde la crecida es elocuente. Nada remite a aquel equipo revenido que se intuyó a finales del pasado curso y al comienzo de la temporada. ZZ parece haber dado con la pócima. El Madrid ya tiene espinazo. Y tan fresco y enchufado se le ve que las permutas son constantes. Los futbolistas discurren por aquí y por allá sin que el conjunto se deshilache. Como síntoma Valverde, esta vez de auxiliar de Carvajal. Tira de pico y pala y no esquiva su área ni la adversaria.

Cuando más apretaba el Madrid, una jugada espontánea estuvo a punto de dar un giro a la contienda. Icardi encaró a Courtois y el portugués Artur Dias interpretó penalti y expulsión. El VAR se chivó por empujón previo de Gueye a Marcelo. El árbitro echó un vistazo a la pantalla y rectificó. Luego lo hizo Tuchel, que en el descanso tiró de Neymar en detrimento del decepcionante Gueye. En su primer desfile en esta Liga de Campeones, Neymar apareció puntual. No está para muchos trotes, pero mientras decide qué quiere ser y dónde quiere echar el ancla, pasó por el segundo acto de perfil hasta que en una cita con Mbappé el PSG certificó el milagroso empate. Ver para creer, porque el fútbol y el marcador eran del Madrid, fortalecido por el 2-0 embocado de cabeza por Benzema. Y en una noche donde no hubo mayor protagonista visitante que Keylor, con tajo y tajo de principio a fin. Pero un accidente de Varane propició el inicio de la remontada por medio de Mbappé. Y en un parpadeo igualó Sarabia.

Guiños del fútbol: tan cerca estuvo Mbappé de llevar el triunfo a París como Bale de dejarlo en La Castellana con una falta que se estrelló en el poste izquierdo de Keylor Navas, héroe de una noche que consagró el ascenso del Real Madrid y subrayó que Tuchel tiene faena por delante. Lo del marcador fue lo de menos. Un espejismo, sin más.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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