Emoción y trasnoche para un giro total
El nuevo formato ilusiona a los profesionales y al público, pese al borrón de los horarios y la falta de descanso. La agilidad de la competición, combinada con la escasez de días, dificulta la recuperación
Finiquitada la primera edición de la revolucionaria Copa Davis, la cuenta de resultados arroja conclusiones en distintas direcciones, desde aquellos que reconocen la frescura de un nuevo formato que ha devuelto la emoción a un torneo anquilosado en los últimos años, hasta quienes opinan que el giro ha fracasado en su intención de atrapar a un espectador que se ha visto forzado a trasnochar. Lo cierto es que siete días de desenfreno tenístico han dado para alterar la rutina de un barrio humilde y madrugador como San Fermín, en Madrid, colonizado por miles de aficionados que han coloreado las calles de un distrito tradicionalmente gris.
Desde el plano estrictamente deportivo, los profesionales elogian un modelo que incrementa la tensión de las eliminatorias e iguala la competición, dado que un traspié penaliza el doble. Dicen la mayoría de tenistas y preparadores que la Davis ahora es más ágil y que ha ganado en emoción, a la vez que subrayan un encaje más positivo en los calendarios individuales, problema endémico en la etapa moderna. Prima, por lo tanto, la sensación de un estímulo considerable, a falta de ir puliendo una serie de cuestiones. No obstante, también plantean que sería adecuado trasladarla a otra fecha —a Kosmos le gustaría septiembre, después del US Open— y que las sesiones golfas repercuten negativamente en el descanso y la recuperación de los jugadores.
“Hay cosas muy buenas y otras que se pueden mejorar, pero es verdad que con nuestro calendario es difícil de arañar días”, analizó Rafael Nadal. “Es un formato muy emocionante, todas las eliminatorias son luchadas y no hay momentos para la relajación. Sinceramente, casi todo lo que he podido vivir esta semana casi todo ha sido muy bueno”, continuó.
Muy atractiva desde el punto de vista del formato, esta Davis experimental ha tenido su talón de Aquiles en los horarios. Las jornadas comenzaban a las 11 de la mañana y prácticamente todos los días se prolongaron hasta bien entrada la madrugada. El máximo se marcó el miércoles, cuando el dobles entre Italia y EE UU arrancó a la 1.35 y terminó a las 4.04, quedando como el segundo partido más tardío en la historia, tras el Hewitt-Baghdatis (4.33) en el Open de Australia 2008. Conscientes de que las demoras se le han ido de las manos, la organización defiende que no puede cambiar la naturaleza de su deporte y que, en cualquier caso, tratará de subsanarlas incorporando más pistas en la próxima edición. Como remiendo menor, sobre la marcha, adelantó media hora (10.30 y 17.30) los cuartos y las semifinales.
Un duelo de dobles acabó a las 4.04 , el segundo más tardío de la historia
Otro hándicap organizativo ha sido la simultaneidad de partidos. Al solaparse tres encuentros en la sesión diurna y otros tres en la vespertina, durante la fase de grupos resultó complicado el seguimiento del aficionado, que ha echado en falta tener una visión más panorámica del desarrollo del evento. La atención diversificada ha propiciado, además, que la presencia de algunas figuras y selecciones hayan pasado un tanto inadvertida. A esto se une el hecho de que el desgaste de la temporada ha terminado haciendo mella y algunos tenistas solo hayan podido aparecer a cuentagotas, como Andy Murray, Felix Auger-Aliassime (intervino solo en la final) o Nick Kyrgios.
“El mundo del tenis necesita una Copa del Mundo como esta, unir a los mejores jugadores del mundo en diez días, en un lugar. Le veo futuro, aunque hay un problema que son los horarios. Esto es lo único pendiente e importante. No sé cuál es la solución, porque es difícil encontrar más de tres estadios cubiertos en un lugar del mundo, pero hay que arañar algún día más porque haría la competición prácticamente perfecta”, resolvió Nadal.
De esta forma, él y Novak Djokovic han acaparado las miradas, siendo el balear el auténtico icono de una competición que ha girado en torno a él. El rechazo de Roger Federer y Alexander Zverev al torneo (aunque Suiza no estaba clasificada, pero Alemania sí), así como la baja a última hora del ruso Daniil Medvedev (agotado) y las ausencias de tenistas con proyección como Kei Nishikori, Dominic Thiem, Stefanos Tsitsipas o Grigor Dimitrov, no clasificados estos dos últimos, rebajaron el cartel definitivo de una Davis que también ha sufrido complicaciones en el apartado de la seguridad. Y es que el hospedaje del personal desplazado para cubrir el torneo no ha estado exento de complicaciones que han perturbado la rutina semanal de trabajo.
El problema de la seguridad
En los aparcamientos destinados a la prensa se han sucedido varios episodios de robos y asaltos, principalmente a fotógrafos y operadores de cámara, a los que se les extrajo el material de trabajo a punta de navaja en algunos casos, y que llevaron a la organización a recomendar que los vehículos se trasladasen al aparcamiento ubicado en la zona de Embajadores, mejor vigilado. Estos episodios, sin embargo, también resultan habituales durante la celebración del Mutua Madrid Open en mayo.
A pesar de esto, la pasión por un torneo de naciones como la Davis se ha escenificado con la presencia de aficiones como la de Argentina, Canadá y Gran Bretaña, incansables en su apoyo desde la grada, las únicas capaces de plantar cara a la española, omnipresente durante todas las eliminatorias del equipo que capitanea Sergi Bruguera. Según los datos de asistencia registrados por la organización del evento, solo en la jornada inaugural del lunes se registró una asistencia inferior a los 16.000 espectadores, siendo en los encuentros de España (martes, miércoles, viernes, sábado y domingo) los días con mayor aforo: casi 22.000 aficionados de media.
El nuevo giro, refrescante, promete seguir evolucionando en favor del espectáculo.
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