La patada que alumbró al Clemente entrenador
Se cumplen 50 años de la lesión que retiró al exjugador y extécnico del Athletic y le llevó a los banquillos
José Mari Múgica pesaba más de 150 kilos y era el periodista más popular de Bilbao. Escribía del Athletic, de ópera, de boxeo, de toros y le conocían, por su volumen y su carácter expansivo, en todos los campos y plazas de España. El 23 de noviembre de 1969, se cumplen ahora 50 años, ocupaba dos asientos en la Nova Creu Alta de Sabadell. Cuando llegó al estadio, sus amigos de la Peña Arlequinada, le ofrecieron lotería de Navidad del número 59.536. No había décimos para todos los periodistas que viajaban con él, así que la rechazó. Un mes después, el Gordo tocó íntegro en Sabadell.
Ese mismo día, horas después de eludir un destino millonario, se puso delante de su máquina de escribir a redactar tuits para El Correo. Sí. Múgica inventó los tuits deportivos antes de Twitter, pero él los llamaba sputniks, frases cortas, de menos de 140 caracteres, para resumir las claves de los partidos. Uno de los que escribió aquel día decía: “Marañón hizo un esfuerzo colosal —¡de caballo del fútbol!— en el segundo tiempo. ¡Lástima que se le escapase aquella coz a Clemente…!”. 133 caracteres para explicar la patada del centrocampista cántabro del Sabadell al fino interior de un Athletic que ganó (1-2) y se consolidó como líder.
Nadie le dio importancia a esa entrada del jugador lanero a Javier Clemente, “el 10 del Athletic”, como rezaban las pegatinas que empezaban a lucir muchos coches en Bilbao ante la irrupción del futbolista rubio de 19 años, bajo cuya batuta el equipo figuraba en cabeza. El añorado Fidel Uriarte recordaba años después que él le había gritado: “¡Salta, Javi, salta!”. Clemente cayó lesionado en el minuto 89 de partido; Uriarte había sido sustituido un cuarto de hora antes por Félix Zubiaga. Ronnie Allen decidió reemplazarlo para que el árbitro mallorquín Antonio Rigo, no le expulsara por sus continuos enfrentamientos con Montesinos. “Fidel estaba en el banquillo, le escuché, pero no me dio tiempo a saltar. Es lo único que recuerdo de aquel día”, dice Clemente.
Le escayolaron el tobillo y los primeros partes médicos hablaban de dos o tres semanas de baja. Hasta esa jornada había sido el mejor del equipo. Luego, las exploraciones posteriores determinaron que se habían fracturado la tibia y el peroné. En noviembre de 1969, nadie sabía aún que la entrada de Ramón de Pablo Marañón a Clemente iba a cambiar, en pocos años, el panorama del fútbol español.
“No sé si cambió el fútbol en España, pero yo tuve la suerte de encontrármelo en Lezama”, asegura Andoni Zubizarreta, que fue su hombre en la portería, en el Athletic y la selección española. “Yo no le vi jugar nunca. Seguía al Athletic leyendo los periódicos, y sí recuerdo que primero se lesionó Igartua y luego él, y los seguidores del Athletic pensamos que desaparecían por las lesiones dos centrocampistas maravillosos”. Asegura José Ángel Iribar que “Javi era muy bueno técnicamente, con una gran zurda y un gran golpeo de balón, además tenía cualidades de líder”.
Clemente volvió esa misma temporada, después de 10 partidos, para jugar la recta final del campeonato, que perdió el Athletic. Solo tenía que sacar un punto en sus dos últimas salidas para lograr el título, pero sucumbió en Atocha y Mestalla. El Atlético de Madrid ganó la Liga en Sabadell. “Fue una baja importante, era titular y estábamos en una racha muy buena”, recuerda Iribar. “Supongo que influyó para que al final no ganáramos la Liga”.
“No sé si cambió el fútbol con aquella lesión”, dice Javier Clemente. “La verdad es que nunca me he parado a pensar en eso. Es cierto que si llego a tener una carrera normal como futbolista, no hubiera entrenado al Athletic cuando ganó la Liga, porque tenía 32 años. Me lesioné con 19”. Para Iribar “no se puede decir si el Athletic cambió unos años después a causa de aquella lesión, pero lo que está claro es que como entrenador consiguió algo tan difícil como darle la vuelta a la mentalidad del equipo y hacerlo campeón”.
Zubizarreta, el actual secretario técnico del Marsella, recuerda: “El primer contacto indirecto que tuve con Clemente fue a través de mi tío, que tenía una tienda de deportes en Aretxabaleta. El primer trabajo de Javi tras dejar de jugar fue como representante de Adidas. Iba de pueblo en pueblo, y yo le pedí a mi tío que me consiguiera un jersey verde como el que sacó Iribar en Atocha el día que salió con la ikurriña”. Clemente se lo llevó. “Lo recuerdo”, afirma el técnico, “y cuatro años después le tenía en Lezama entrenándose conmigo”.
Después de cinco operaciones, varias reapariciones sin éxito y todavía con muletas después de su última intervención, Clemente se retiró del fútbol tras un partido homenaje contra el Borussia Monchengladbach de Heynckes, que después dirigiría al Athletic. Javier se quedó con la recaudación del partido, su representación de Adidas y el título de entrenador, con el que ascendió al Arenas a Tercera, al Basconia y al Bilbao Athletic. “Yo creo que empecé a ser profesional del fútbol desde muy pequeño, en la calle donde jugábamos, allí estuvo mi universidad. Después de la lesión no podía jugar, pero lo hacía a través de los futbolistas a los que entrenaba”.
En una decisión arriesgada, después de que la apuesta por Helmut Senekowitsch resultara fallida —fue destituido después de un 7-1 en contra en el Bernabéu— y un periodo de interinidad a cargo de Iñaki Saez, la directiva decidió darle las riendas del Athletic. La primera temporada acabó tercero; en la segunda ganó la Liga con récord goleador. En la tercera hizo el triplete: Liga, Copa y Supercopa; en la cuarta perdió la final de Copa frente al Atlético y en la quinta fue despedido tras su enfrentamiento público con Manolo Sarabia.
Luego entrenó al Espanyol, al que llevó a la final de la UEFA, al Atlético de Madrid y, durante seis años, fue el seleccionador de España. En cierta manera, marcó una época después de su retirada prematura tras la lesión en Sabadell. “Pero yo hubiera preferido seguir jugando al fútbol antes que ser entrenador”. ¿Y lo habría sido después? “Quién sabe. Igual si me llego a retirar con 34 años, estaría aburrido de tanto fútbol, pero no pude probar”.
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