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La madurez juvenil de Ricky Rubio

A la espera de la puesta a punto de Marc Gasol, el base de los Suns llega al Mundial como el líder de la selección española con la determinación anotadora que tenía en sus inicios

Ricky Rubio lanza un triple ante Argentina. En vídeo, declaraciones del seleccionador, Sergio Scariolo, tras su derrota en el amistoso ante Rusia.Foto: atlas | Vídeo: feb
Faustino Sáez

La eclosión anotadora de Ricky Rubio rumbo al Mundial de China que empieza este sábado (18,7 puntos de media en los seis encuentros de preparación) ha sorprendido a todos menos a los que le conocieron siendo un crío. En 2006, mientras la selección española jugaba en Hiroshima la primera fase del torneo en el que acabó ganando el oro, un genio precoz, que aún no había cumplido los 16 años, se coronó campeón de Europa de la categoría protagonizando una exhibición memorable. La hoja de servicios de aquel quinceañero en la final ante Rusia fue una oda al baloncesto total: 51 puntos (con 16 de 25 en tiros de dos, 2 de 6 triples y 13 de 17 tiros libres), 24 rebotes, 12 asistencias y 7 recuperaciones. “El mérito es de todos y este título hay que agradecérselo a todo el equipo; hemos disfrutado de este campeonato como un fabuloso grupo de amigos”, resumió entonces el joven Ricky, que ya acumulaba 14 partidos con el Joventut en la ACB.

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En su viaje de madurez, el chico del Masnou se ha convertido, a los 28 años, en el líder de la selección española rescatando su determinación juvenil. A la espera de la puesta a punto de Marc Gasol, Ricky ha ejercido al tiempo de metrónomo y artificiero en la pizarra de Scariolo y ante Argentina, en el penúltimo partido de la preparación, firmó su mejor marca anotadora en sus 140 partidos con España, 25 puntos en 25 minutos (15 en los últimos tres). “Ha podido tener baches, pero la madurez no se le discute. Cuando tenía 14 años parecía tener 54”, cuenta Aíto García Reneses, el técnico que le convirtió en el debutante más joven de la historia ACB y le dio luego la alternativa en la selección en Pekín 2008. “Se lo merecía y el que se lo merece juega. Es así de sencillo”, resume el ahora técnico del Alba Berlín antes de rememorar su llegada a la selección.

“Alguno pensó que iba a los Juegos porque era protegido mío. A los dos días de verle entrenar acabó con esa teoría. Luego, con las lesiones de Raúl López y Calderón, jugó 29 minutos en la final y tuteó a uno de los mejores equipos de la historia de EE UU”, repasa Aíto. “Ha superado todos los problemas personales y profesionales y ahora da gusto verle. Ha aprendido a aguantar la presión y a no dudar de sí mismo. Su cabeza le ha llevado a recuperar toda su esencia, incluida la capacidad anotadora”, sentencia el histórico entrenador elogiando la mezcla de rearme y reinvención de Ricky.

“En edad sub-16 y sub-18, no era un killer desde fuera pero no se le podía dejar tirar, había que atarle en corto. Lo que ha hecho ahora es madurar para recuperar aquellas sensaciones”, coincide Jota Cuspinera, actual entrenador del Fuenlabrada y técnico de Ricky en edad cadete en aquel Europeo de 2006 disputado en Linares. “Poco a poco, su capacidad anotadora se fue eclipsando por otras facetas como la dirección, el pase y la defensa. Estaba tan bien rodeado, por Rudy en La Penya, por Navarro en el Barça... que se fue guardando el tiro. Después llegó el runrún sobre su mecánica de tiro y, probablemente, su mente se enfocó en esa dirección negativa”, prosigue Cuspinera fotografiando el recorrido fulgurante de un chaval que antes de cumplir la mayoría de edad ya tenía una plata olímpica y sin cumplir los 20 era campeón de Europa con el Barça.

Justo después llegó su primera crisis con el tiro. De los 10 puntos por partido que promedió en sus dos últimas campañas en el Joventut, pasó a 6,6 en su primera temporada con el Barça y a 5,2 en la 2010-11, en la que sus porcentajes de tiro rondaron el 30% (18% en triples en la ACB y el 14% en la Euroliga). Su mecánica de lanzamiento comenzó a ser objeto de un amplio debate.

“Le costó recuperar la confianza en el tiro. Un día, ya en la NBA, empezó a meter triples y le mandé un mensaje: ‘A ver si sirve de punto de inflexión’, y sirvió. Su técnica de tiro quizá no sea maravillosa, pero el problema, vistos los antecedentes, era la duda psicológica. Trabajó duro en eso. Esa confianza es la que ha ido reconstruyendo a fuerza de madurez”, retoma Aíto. Los actuales promedios de Ricky con la selección española remiten a su excelso dominio en categoría juvenil, a aquel Europeo sub-16 —con un cuádruple-doble: 19 puntos, 10 rebotes, 13 asistencias y 11 recuperaciones— o al sub-18 posterior en el que superó el 50% de acierto en triples. Ahora afronta su noveno torneo con España (se perdió los Juegos de 2012 y el Eurobasket de 2015) en busca de su séptima medalla. Nunca había superado los 10 puntos de media. Ahora, sin el escudo de los júniors de oro, su paso al frente contabiliza (18,7 puntos y 19,7 de valoración). Este sábado, la dimensión de su regreso al futuro se medirá en competición oficial.

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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