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El Barça chuta mejor

En un duelo de ida y vuelta, el equipo de Valverde doblega sin su mejor fútbol a un Nápoles de carrera fácil y disparo torcido

Jordi Quixano
Griezmann domina el balón ante el Nápoles.
Griezmann domina el balón ante el Nápoles.FC Barcelona

El Nápoles juega a la carrera, veloz en el repliegue, intenso en la presión y fulminante a la contra, siempre con la velocidad como tarjeta de presentación y bandera. Una exigencia que por poco no se le atragantó al Barcelona, poco rodado todavía en lo físico y con bastantes piezas por encajar, aún lejos de una versión dominadora y que convenza al Camp Nou. Pero en el Hard Rock Stadium de Miami le alcanzó con aceptar la partida de ida y vuelta, con el reto de imponerse en el torneo de puntería. Y se llevó el premio porque Busquets y Rakitic hicieron diana, amén de la excelente participación de Neto bajo los palos, suficiente para explicar que Cillessen, su predecesor, juega en su liga.

BARCELONA. 2 - NÁPOLES, 1

Barcelona: Neto; M. Wagué (Semedo, m.65), Todibo (Piqué, m.65), Umtiti, Junior; Rakitic, Busquets, Riqui Puig (De Jong, m.65), Carles Pérez (Dembéle, m.65); Suárez (Abel Ruiz, m.45) y Griezmann (Rafinha, m.45).

Nápoles: Meret; Di Lorenzo, Manolas (Luperto, M.57) Maksimovic, Mario Rui (Ghoulam, m.57); Callejón, Zielinski, Elmas (Gaetano, m.56), Insigne; Fabián y Mertens (Milik, m.57). Entrenador: Carlo Ancelotti.

Goles: 1-0. M.38. Busquets; 1-1. M.41. Umtiti, en propia puerta; 2-1. M.78. Rakitic.

Árbitro: Ted Unkel (Estados Unidos). Mostró tarjeta amarilla a Junior y Wagué (Barcelona); y Hysaj y Milik (Nápoles).

Hard Rock Stadium (Miami Gardens). 57.072 espectadores.

Sigue Valverde sin dar pistas sobre la primera unidad que quiere para competir en el inicio de LaLiga, siempre con equipos irreconocibles desde una alineación tan trufada de canteranos como de suplentes. Práctica que repitió en Miami porque de inicio jugaron Riqui Puig y Carles Pérez como ya hicieran en el Gamper, futbolistas con carrete de verano porque se sabe que los dos estarán en el filial salvo sorpresa o apuesta mayúscula. Los laterales los ocuparon los recién llegados Wagué y Junior, que flanquearon a Umtiti y a Todibo, defensa novel para medirse ante un Nápoles con guindilla, con los agitadores Mertens, Insigne y Callejón.

El problema del Barça, sin embargo, no fue correr hacia atrás sino sacar la pelota limpia desde la raíz, con los carrileros más pendientes en instalarse en campo ajeno que de encontrar una rampa de salida, con Umtiti más preocupado en cubrir los huecos que en originarlos, y con la revelación de Todibo, que mostró tener pie para descontar una línea de presión. Pero Busquets, todavía lejos de ritmo, se ofreció poco y el Nápoles encimó a Rakitic y Riqui Puig para evitar el fútbol azulgrana, al menos el original.

Se salió con la suya Ancelotti porque el Barça no jugaba por dentro sino que se proyectaba desde los costados, ataques imprecisos que no llegaban a la línea de fondo a excepción de una carrera de Junior que acabó con un centro despejado a córner. A la que se puso a jugar Riqui, sin embargo, el Barça empezó a brillar, fútbol de pases diligentes y precisos, de remover el esférico en busca del hueco o el pase definitivo. Como ese que encontró a Griezmann, que soltó un disparo seco y cruzado que Meret desvió con esfuerzo; como ese otro que conectó a Suárez, que no vio puerta; o como ese antes del descanso que hilvanó con Busquets, que le pegó un latigazo ajustado al palo y a la red. Era, en cualquier caso, un espejismo porque el Barça no gobernó ni el duelo ni el balón, equipo destemplado que no supo expresarse con sus temibles delanteros –Griezmann solo conectó con Suárez en una ocasión, una dejada hacia atrás que el uruguayo resolvió mal- y que asumió como lógico el vendaval ofensivo rival, casi siempre dirigido por el elegante Fabián Ruiz.

Pudo el Nápoles adelantarse en varias ocasiones, pero Neto respondió de la mejor de las maneras, sobre todo en un mano a mano delicioso frente a Insigne difícil de creer. Hasta que marcó Busquets y Callejón replicó al instante con un quiebro que sentó a Junior y con un centro-chut que Umtiti acabó por meterse en su portería. Tablas que llevaron al entreacto y a la delantera azulgrana al banquillo.

Sin fútbol desde atrás y con el juego de medios olvidado –ese que Valverde se exigió recuperar al coger el relevo de Luis Enrique-, el duelo se convirtió en un correcalles, en un espectáculo emocionante por la secuencia de ocasiones pero lejos de la versión que persigue el Barça, cuando es un equipo que se queda la pelota entre los pies y que cuenta los disgustos como sorpresas. Pudo marcar Callejón y sobre todo Milik con un remate que le hizo cosquillas al poste por fuera. Tiempo también para que Riqui dejara más regates de ensueño y recordara que aunque haya overbooking en la media su fútbol es distinto. También lo es el de De Jong, que le dio el relevo a falta de 25 minutos junto a Piqué –ya recuperado de su problema físico-, Semedo y Dembélé, que a la primera pelota que tocó se despegó de su pareja de baile y chutó con veneno al poste. No menos que el de Milik en la siguiente jugada, de nuevo negado por un Neto que sacó la mano a tiempo y donde nadie le creía capaz. Paradones que mantuvieron en pie al Barça, bien engalanado por Rakitic y su llegada desde la segunda línea, con ese disparo que bastó para silenciar al Nápoles, de nuevo refugiado en la puntería de Milik, tan atrofiada como la de un Dembélé que lo intentó de todas las maneras. Y frente al Nápoles, sin juego del que presumir, fue con muchas carreras, poco control y algo de puntería.

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