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Thomas a Egan: “Has ganado el Tour de Francia, llora todo lo que quieras”

Los viejos que se resisten a dejar el escenario a los jóvenes liderados por el colombiano que llegará de amarillo a París, toman la última etapa: Nibali, de 34 años, gana por delante de Valverde, de 39

Carlos Arribas
Thomas, a la derecha, felicita Egan cuando cruzan la meta.
Thomas, a la derecha, felicita Egan cuando cruzan la meta.Christophe Ena (AP)

Nibali gana un simulacro de etapa —30 kilómetros de autovía, 30 de subida hasta los 2.365 metros, en las nubes, de Val Thorens, un puerto interminable y mestizo, antiguo y nuevo, estrecho y empinado, ancho y falso llano— y Valverde persigue a Landa y le adelanta a su compañero para quedar segundo.

Parecen dos en busca de un ajuste de cuentas con el destino, que se llama Egan. En Colombia imprimen los periódicos en papel amarillo.

73 años suman entre los dos, entre el tiburón de Messina y el campeón del mundo, dos viejos aún muy fuerte que se resisten a dejar el escenario sin asomar su nariz. Lo consiguen mínimamente. La cámara les presta un plano de un segundo de trámite y luego espera ansiosa la llegada de los verdaderos dueños del Tour. Espera a Egan, de amarillo, 22 años, un pipiolo que aún correteaba en pantalón corto cuando ya ellos llenaban sus vitrinas de copas. Egan cruza la línea unos segundos más tarde y cuando lo está haciendo se le acerca su compañero Geraint Thomas, el ganador saliente, le agarra la mano y con el apretón que le da le quiere decir: honor al nuevo campeón. “Solo entonces supe que había ganado el Tour”, dice Egan, que se aguanta el llanto. Exactamente tres minutos más tarde, el último gran plano del Tour de las maravillas recoge la llegada à bout de souffle (sin aliento) de Julian Alaphilippe, el gran protagonista durante 14 días de amarillo. Su fábula, la del Tour, ha terminado sin moraleja posible, sin puesto en el podio siquiera, gentileza de los Jumbo, que lo destrozaron sin piedad para que su holandés Kruijswijk suba el domingo al gran escenario de los Campos Elíseos y salga en la foto.

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Tampoco saldrá en la foto el otro francés que despertó la gran ilusión (el próximo Tour se cumplirán 35 Tours sin un ganador francés, más de cuatro generaciones de ciclismo baldías), Thibaut Pinot, tan humano que siempre llega a sus límites y allí se hunde. Lesionado, se retiró la víspera. Sí lo hará el más triste de los franceses actuales, que será proclamado rey de la montaña, y solo ha pasado el primero por un puerto de primera, el de Lers, en los Pirineos, tan aburrido.

Bernal cuenta que solo cuando se le acercó Thomas y le dio la mano se sintió de verdad ganador del Tour, y Thomas le dijo que llorara, que estaba muy bien llorar. Has ganado, llora. Eres un fenómeno”, dice Thomas que le dijo. “Es alucinante verte tan cerca, estar ahí, a tu lado, 22 añitos, yellow…”

Cuando hace un año ganó su Tour, Thomas anunció que algún día Egan también lo ganaría. Cuando lo gana Egan, Thomas, de 33 años, no parece que esté muy feliz con su pronóstico cumplido. “Demasiado pronto me lo ha ganado”, dice el galés a quien su compañero de equipo ha confinado en la historia al papel de hombre puente entre dos eras, la de su Froome, la de su Egan. “Esperaba que hubiera tardado algún año más”.

Ese era el plan del equipo inglés, que acumula la presencia doble en los podios del Tour (Wiggins-Froome, en 2012; Thomas-Froome, 3º, en 2018; Egan-Thomas, en 2019) y que había previsto que el colombiano ganara este año el Giro antes de lanzarlo a por el Tour en 2020. Unas semanas antes del Giro, sin embargo, Egan se cayó entrenando y se rompió la clavícula. Dos horas más tarde, en el hospital de Andorra donde lo atendieron, solo le hizo una pregunta a su entrenador, Xabier Artetxe, que casi lloraba por la desgracia: “¿Cuánto tiempo tenemos para el Tour?” “Estaba muy fuerte, muy fuerte, y me rompo”, dice. “Las cosas siempre pasan por algo. No sé si ha sido el destino, pero si no me hubiera caído habría corrido el Giro y no estaría ahora aquí, hablando como campeón del Tour de Francia”. Un veterano periodista sentencia al lado: los campeones llegan cuando quieren no cuando se les quiere hacer llegar, es su prerrogativa. Nadie pregunta por las tensiones dentro del equipo que siempre llega al Tour con Plan A y Plan B y siempre se va sin aclarar cuál de los dos es el que ha triunfado. A nadie le interesan. No ha habido partido. Si no se hubiera anulado el final de la etapa del viernes y más de la mitad de la del sábado, quizás los 71 segundos que separan a los dos Ineos en la general serían el doble.

Desbarajuste

Camino de Val Thorens, la última valla hacia París, el Ineos trabajó en equipo, el Deceuninck también (Enric Mas fue el último de los que ayudaron al agotado Alaphilippe) y el Jumbo mucho más, y será el Movistar el que suba en París a recibir en los Campos Elíseos el premio al mejor equipo justo después del desbarajuste de los últimos kilómetros de ascensión. El plan era ganar la etapa y había tres corredores preparados para ello, Nairo (quien si hubiera ganado se habría coronado rey de la montaña), Landa y Valverde. A seis kilómetros de la cima, cuando Nibali camina con 50s de ventaja, Marc Soler, tan fuerte en la última subida del Tour, tan seguro crece, abre el grifo de la estrategia. Acelera e invita a alguno de sus compañeros a seguirle para ganar la etapa. Se mueve solo Nairo, quien no se ve con fuerzas y lo deja poco después, y su pinganillo cuelga en el aire. Soler se vuelve y comprueba desalentado que ningún otro compañero quiere ir a por la etapa. Se deja cazar. Cuando era imposible alcanzar a Nibali, en el último kilómetro, Landa se quita el pinganillo de la oreja y ataca. En el siguiente plano se ve cruzar la línea de meta a Nibali y a Valverde adelantando a Landa, a 10 segundos del siciliano.

Ninguno intentó ganar la etapa. Ninguno quiso entrar detrás del otro.

Egan termina de hablar: “Ganar el Tour es como una droga, como un vicio, nada más terminar uno ya piensas en el siguiente, y en el siguiente, y en ganar cinco, como los más grandes…” Y sonríe.

Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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