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Dos goles de Carles Pérez activan al Barcelona

El equipo azulgrana, escaso de ritmo e intención, resuelve en botas del extremo canterano el duelo amistoso ante el Vissel Kobe de Iniesta

Jordi Quixano
Malcom festeja con Carles Pérez uno de sus goles.
Malcom festeja con Carles Pérez uno de sus goles.Eugene Hoshiko (AP)

Para el Chelsea, que no conoce lo que es un duelo amistoso o rebajado de intensidad porque no hay equipo inglés que baje los brazos antes de tiempo, el choque de apertura de la Rakuten Cup ante el Barcelona era una puesta a punto maravillosa, ahora que tiene la Premier a la vuelta de la esquina. Hubo ritmo, intensidad y competitividad, quizá porque como advirtió Lampard siempre quedarían cuitas pendientes entre ambos por lo vivido en la últimas Champions. Como el tanto de Patapalo de Ronaldinho, la contra de Torres o, sobre todo, el icónico chut de Iniesta en Stamford Bridge, tan recordado en el imaginario culer. No sucedió lo mismo frente al Vissel Kobe, que es un club amigo; el presidente y dueño de Rakuten, Hiroshi Mikitani, es un enamorado de La Masia hasta el punto de que patrocina al Barça y, una hora antes del encuentro, anunció el fichaje de Vermaelen, cuarto exazulgrana en llegar tras Villa, Iniesta y Samper. Por lo que sin la tensión competitiva y con los buenos deseos de antemano, el amistoso no pasó de entretenimiento, partido ausente de electricidad y chicha. Aunque sirvió, al menos, para ver que Griezmann entiende este fútbol y que los jóvenes como Riqui Puig, Collado Araujo y Guillem Jaime siguen con su pujanza por más que no tengan ocasiones. También Carles Pérez, el extremo novel y de la casa que no cuenta por el overboking en la posición –Messi, Coutinho, Dembélé, Malcom, Griezmann, Sergi Roberto…- pero que ante el Kobe fue el único en rechazar la bandera blanca con dos goles que bien valieron el triunfo.

VISSEL KOBE, 0 - BARCELONA, 2

Barcelona: Ter Stegen; Semedo, Araujo, Lenglet, Jordi Alba; Rakitic, Busquets, Riqui Puig; Rafinha, Griezmann y Collado. En el segundo tiempo: Neto; Monchu, Todibo, Umtiti, Guillem Jaime; De Jong, Sergi Roberto, Aleñá; Dembélé, Malcom y Carles Pérez.

Kobe: Maekawa; Fujitani; Dankler, Miya, Hatsuse; Yamaguchi, Samper, Iniesta; Villa, Ogawa y Goke. Segunda parte: Maekawa (Yoshimaru, m. 82), Nishi, Watanabe, Hashimoto, Osaki; Tanaka, Samper (Kobayashi, m. 82), Yasui; Wellington, Masuyama y Nakasaka.

Goles: 0-1. M. 58. Carles Pérez. 0-2. M. 86. Carles Pérez.

Árbitro: Yadai Yamamoto. Amonestó a Yamaguchi.

Noevir Stadium Kobe. Unos 25.000 espectadores.

Repitió Valverde con Griezmann en la punta de lanza, una advertencia para Luis Suárez porque nunca nadie amenazó su puesto desde que llegara al Camp Nou, quizá motivo también para que regresara antes de las vacaciones para su puesta a punto, después de que en el curso anterior escogiera la Copa América con Uruguay antes que la Copa del Rey con el Barça. Y el francés le pilló el punto a jugar en el frente del ataque, hábil para tocar de espaldas a portería –como en ese pase hace atrás que Rafinha no atinó a resolver con un chut demasiado centrado-, generoso en los desmarques de ruptura y apoyo para originar espacios por dentro, también con mordiente pero aún sin puntería. Más que nada porque tuvo su ocasión al rematar un centro raso de Alba, en esa jugada tan manida junto a Messi que resulta indetectable, pero le pegó flojo y desviado. Alba, en cualquier caso, evidenció que ya está arrancado la moto porque el ataque del Barça en el primer acto se volcó por la izquierda, con Collado mucho más participativo que en el primer duelo, aunque todavía timorato en mostrar sus virtudes como el regate y el golpeo.

Menos peso asumió Rafinha en la derecha, que sigue siendo una peonza en manos de los entrenadores y que podría abandonar el Camp Nou en busca de la oportunidad continuada que nunca tuvo. Ambición, la de pisar el primer equipo, que también guarda Riqui Puig, que jugara un año más en el filial pero que a cada ocasión que le dejan, muestra que su fútbol no necesita más horno sino un trampolín. Como ese pase de espuela ante el Kobe o esa ocasión que malogró después de sisar el esférico en la presión y pegarle con el interior ante la salida del guardameta, a escasos centímetros del poste. Aunque ninguno está como Rakitic, que dignifica su profesión con trabajo, siempre bien en lo físico y omnipresente ante el Vissel Kobe, excelente en la recuperación y en la composición, recordatorio de que para él –que podría ser vendido porque el área deportiva quiere hacer caja- no hay otro sitio que el centro del campo azulgrana.

Pero no hubo apenas fútbol de quilates, por más que Iniesta recordara que con el balón en los pies no necesita más de una parcela para resquebrar caderas o colocar el cuero donde pone el ojo. Incluso estuvo a un pelo de marcar su diana, después de robarle el balón a Lenglet [fallo que recordó al de Busquets que valió el primer gol del Chelsea] y pegarle con la zurda a escasos centímetros de la escuadra. No se dio como tampoco el juego de Villa, tan vertical como siempre, y se llegó al entreacto y a la rueda de cambios del Barça, que plantó a otro equipo para la reanudación. Y, aunque el ritmo fuera de partido de costillada, al menos llegaron los goles por empecinamiento de Carles Pérez. Lo intentó primero Dembélé con un disparo seco con la zurda que fregó el palo por fuera, lo probó Malcom con dos golpeos torcidos y Aleñá malbarató una ocasión por intentar una vaselina en vez de pegarle. Pero el que lo consiguió fue Carles Pérez, extremo que no tiene nombre pero sí juego para pedir turno en el primer equipo, después de una pared con Malcom. Incluso marcó el segundo tras una mezcla con Guillem Jaime, ahora con un chut seco y cruzado a la red.

No hubo reacción japonesa ni lo permitió el Barça, que juntó a Aleñá, Sergi Roberto y De Jong en el centro del campo para quedarse la pelota en propiedad y disputar en ocasiones un duelo carente de porterías, sin recursos el Kobe y sin inspiración Dembélé, que deberá ponerse las pilas para ganarse un sitio en el once. Porque en este remozado Barça, se juegue un amistoso o una final, la titularidad va muy cara.

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