Zidane redobla el pulso con Bale
“Su papel no ha cambiado respecto a junio”, asegura el técnico del Madrid, que sigue enseñándole al galés la puerta de salida
En el mundo del fútbol, la relación entre un entrenador y sus jugadores estrella se rige, al menos intrínsecamente, a partir de un principio de autoridad. También de seducción. La responsabilidad del líder del vestuario no pasa solo por convencer a los estiletes de su ideario a partir de la amenaza de un castigo (el traspaso o la suplencia, como mal menor) en caso de una negativa a su aplicación, sino de hacerlo también a partir de códigos más primarios. Ahí es donde entran en juego los intangibles sociales inherentes al carácter de cada persona. La única manera de convencer a un rebelde es transformando su causa, eliminando el factor subversivo de la ecuación.
El Bayern tampoco está interesado
Consultado Nico Kovac, entrenador del Bayern de Múnich, por la posibilidad de contar con Gareth Bale en el equipo, el alemán de origen croata cerró la puerta a la llegada del galés a su equipo. “Bale es muy bueno, igual que otros. No sé qué planes de futuro tiene y supongo que ahora puede jugar en algún otro club, pero no soy quién para decir en cuál”, aseguró Kovac. Sin embargo, Thiago Alcántara se mostró algo más flexible con esta posibilidad. “Si un jugador como él quiere venir, siempre será bienvenido”, dijo.
Igual que el Madrid, el Bayern también se encuentra inmerso en una reestructuración que ha comenzado por la salida de jugadores veteranos como Robben, Ribéry, Hummels y Rafinha. Lucas Hernández, Pavard y Arp son los únicos fichajes realizados por el momento.
Zinedine Zidane frunce el ceño y mira fijamente cuando advierte la tensión merodeando el micrófono, y el nombre y la estampa de Gareth Bale en el ambiente. De puertas adentro su talante se aleja del de un francotirador, pero cuando la hierba queda atrás ese carácter originariamente amable se enfría. “Bale es jugador del Real Madrid, está con nosotros y tiene todo mi respeto porque ha trabajado muy bien, como el resto de los compañeros”, dijo, en su primera comparencia desde el 19 de mayo, hace dos meses, la última vez que fue cuestionado. “No es un problema. No voy a decir que un jugador es un problema”, añadió. “Puede pasar de todo. Tiene contrato. Veremos”.
Zidane habló en Houston, antes del primer partido de pretemporada ante Bayern de Múnich, una vez más en tiempo futuro tratando de dar una patada al presente. La negativa de Bale a abandonar el equipo —su contrato comprende las próximas tres temporadas—, a pesar de los continuos mensajes enviados durante la temporada pasada, sigue siendo un escollo a la hora de reformular al equipo. La situación de Bale en el vestuario respecto a la de junio, en palabras del técnico francés sigue siendo la misma. “Su papel no ha cambiado", dijo. Las dos máximas iniciales del técnico se encuentran fuera de aplicación con el galés. Desaparecido el miedo al castigo, la seducción no tiene sentido.
A falta de mes y medio para el cierre del mercado, y con el proyecto deportivo aún indefinido, las respuestas de Zidane se esconden en la indeterminación. “Sabemos lo que queremos; estamos en ello”, dijo sobre el fichaje de Pogba, su petición más clara. “Es jugador del Madrid y veremos qué pasa. De momento está de vacaciones”, replicó sobre James. “Hasta el próximo día 31 podemos hacer cambios, salidas y también contrataciones”. El abanico de posibilidades, como se ve, es inmenso. “Lo importante es que los jugadores que están aquí han trabajado muy bien desde el inicio”.
Sin la incorporación de futbolistas que varíen el tono general, la única alternativa que maneja el técnico del Madrid es la de otorgar a Hazard no solo el lugar de Bale en ataque, sino la condición de superestrella. “Es un jugador determinante. Mete goles y marca la diferencia. Lo ha demostrado a lo largo de su carrera y ahora lo tenemos nosotros. Vamos aprovechar sus cualidades. Estoy muy contento con él. Eden necesitaba un club como el Madrid para mejorar”, le piropeó Zidane. Con el belga no hay seducción que valga porque el encuentro entre ambos es mutuo desde hace años.
Quienes conocen a Zidane aseguran que sus exquisitos contienen la presión de un carácter contundente. Esa presa interior sigue empujándole, especialmente desde que ejerce como entrenador. “He hablado con sinceridad con todos los jugadores porque me gusta ser claro con ellos aunque sea difícil”, remachó.
El problema de la sinceridad es que su crudeza se nutre de la vulnerabilidad del receptor, y el caso de Bale no parece que esté decidido a perder el pulso.
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