Atajo acrobático de España hacia el bronce
El equipo de sincronizada aprovecha el 'highlight', una prueba experimental a la que no se presentan Rusia, China y Japón, para subir al podio Mundial tras años de sequía
Persuadidos los jueces de que sincronizar a un grupo con una partitura tiene más mérito que sincronizar a una o a dos nadadoras, las pruebas de mayor prestigio de la natación sincronizada no ocupan ni a los dúos ni a las solistas sino a los equipos. Así, si la época dorada de la natación artística en España culminó con la plata en la final olímpica por equipos de Pekín 2008, su declive se puso de manifiesto cuando el equipo quedó fuera de todos los podios entre 2015 y 2017. Fue la travesía del desierto. Un periodo negro que en Gwangju se cerró por la vía del atajo. España aprovechó que la FINA ha creado una nueva modalidad, el highlight, a la que no se presentaron las potencias. Ni Rusia, ni China, ni Japón estuvieron en la final del Mundial. Por ahí se colaron las españolas hasta el podio. De regreso con un equipo de niñas liderado por Ona Carbonell ganaron el bronce con una arrebatadora sucesión de acrobacias al ritmo de Thunderstruck, golpeadas por el rayo de AC/DC.
La especialidad del highlight pone el énfasis en una idea de espectáculo asociada a la fuerza y el despliegue gimnástico más que a la puntualidad de la sincronización y la ejecución técnica de las figuras tradicionales. No convenció a las principales potencias, que se concentraron en las rutinas de carácter olímpico: los equipos técnico y libre. Pero la seleccionadora de España, la japonesa Mayu Fujiki, se convenció de que sería una buena ocasión para estimular y brindar experiencia a un equipo joven cuyo objetivo es clasificar para los Juegos de Tokio y alcanzar la madurez competitiva en París 2024.
Reglas del ‘highlight’
El highlight prescribe un mínimo de cuatro movimientos acrobáticos, que pueden ser saltos, elevaciones, torres o plataformas; una acción conectada que entrelace a las diez nadadoras participantes; y un elemento de flotación en el que los cuerpos dibujen figuras caleidoscópicas, formas simétricas que cambien continuamente sobre la superficie.
Las chicas españolas cumplieron con gran entusiasmo con una rutina a la que dieron valor con el batido enérgico de brazos y piernas, la conjunción de los cuerpos, muy unidos, el dinamismo y el afán de emocionar con piruetas sorprendentes. “Queríamos transmitir mucha potencia y mucha energía, sobre todo en las acrobacias”, dijo Berta Ferreras; “queríamos ir a muerte”.
Ferreras junto con Meritxell Mas y Ona Carbonell, las más veteranas de la expedición, impulsaron a Paula Ramírez, Cecilia Jiménez, Leyre Abadía, Abril Conesa, Carmen Juárez, Blanca Toledano y Elena Melián a un despliegue que revela potencial para crecer. Ganaron el bronce con 91.333 puntos, detrás de Italia (91.7333) y Ucrania (94.5000). Pusieron un gancho en el podio después de años de ausencia. Lo hicieron por la vía alternativa de una disciplina casi experimental. Fue un punto de partida en el largo camino hacia la recuperación de la excelencia perdida.
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